Por Robert Anton Wilson (1979)
Traducción: G. A. Mazzucchelli
La historia aquí relatada se desarrolla en varios universos paralelos en los cuales la mayoría de los políticos son ladrones y la mayoría de los teólogos son maniáticos. Dichos universos no tienen nada en común con el nuestro, por supuesto.
RAW
La mayoría de los terráneos tenían seis patas.
Tenían disputas territoriales y políticas, guerras, y un sistema de castas.
También poseían la inteligencia suficiente como para sobrevivir en ese planeta
lejano e inhóspito durante varios billones de años.
Pero aquí no nos ocuparemos de la mayoría de los
terráneos. Nos ocuparemos de una pequeña minoría - los primates domesticados
que construyeron ciudades, escribieron sinfonías e inventaron cosas como los
zapatos de tap y los cálculos integrales. Al momento de nuestra historia, estos
primates se consideraban a sí mismos como Los Terráneos. La mayoría
hexápeda y otras formas de vida de aquel planeta apenas entraban en sus
pensamientos, en general.
Los primates domesticados de Terra se referían a
la mayoría hexápeda con un nombre insultante. Les llamaban “bichos”
Había una especie en Terra que vivía en ajustada
simbiosis con los primates domesticados. Eran una variedad de caninos
domesticados llamados perros.
Los perros habían aprendido a lograr una
imitación tosca de la culpa, el remordimiento, la preocupación,
y otros rasgos característicos de los primates domesticados.
Los primates domesticados habían aprendido a
lograr imitaciones de la lealtad, la dignidad, la alegría,
y otros rasgos característicos de los caninos.
Los primates afirmaban amar a los perros tanto
como los perros los amaban a ellos. Sin embargo, los primates guardaban la
mejor comida para sí mismos. Los perros advertían esto, puedo asegurárselos,
pero amaban tanto a los primates que los perdonaban.
Un perro se hizo famoso. En realidad era un grupo
de perros, pero eran célebres colectivamente con el mote de ‘Perro de Pavlov’.
El asunto con este perro de Pavlov es que él,
ella, o ellos, respondían mecánicamente a un estímulo administrado
mecánicamente. El perro de Pavlov hizo que varios primates domesticados,
especialmente los científicos, pensaran que todos los comportamientos de los
perros eran igualmente mecánicos. Eso les hizo reconsiderar a otros mamíferos,
incluyéndose a sí mismos.
La mayoría de los primates ignoró este desafío
filosófico. Siguieron en sus asuntos asumiendo que ellos no eran seres
mecánicos.
Un primate llamado Albert Einstein fue
ampliamente culpado por la implementación del armamento atómico. Incluso él
mismo estaba de acuerdo con ésta opinión. Era pacifista, y sufrió terribles
retorcijones de consciencia por lo que habían hecho con sus descubrimientos
científicos.
“Debí haber sido plomero”, dijo Einstein justo
antes de morir.
En realidad, el descubrimiento de la energía
atómica fue el resultado del trabajo de cada científico, artesano, ingeniero,
técnico, filósofo, e inventor que haya vivido sobre Terra. La utilización de la
energía atómica como arma fue el resultado de cada una de las
decisiones políticas tomadas desde el tiempo en que, por primera vez, los
vertebrados comenzaron a competir por el territorio.
La mayor parte de los primates terráneos no
comprendía la naturaleza múltiple de la causalidad. Tendían a pensar que todas
las cosas tenían una sola causa. Este simple error filosófico estaba
tan diseminado en el planeta que los primates tenían el hábito de darse, y
darles a otros primates, más crédito del que merecían cuando las cosas salían
bien. Esto los volvía terriblemente engreídos.
También se culpaban, y culpaban a otros, mucho
más de lo que merecían cuando las cosas iban mal. Esto les confería un complejo
de culpa del tamaño de un avión.
Algo común en los planetas primitivos, antes de
alcanzar la comprensión de la causalidad cuántica.
La causalidad cuántica no fue comprendida en
Terra hasta que los físicos resolvieron el acertijo del gato de Schrödinger.
El gato de Schrödinger nunca fue tan famoso entre
las masas de primates como el perro de Pavlov, pero eso fue porque el gato era
más difícil de entender que el perro.
El perro de Pavlov podía ser comprendido mediante
metáforas mecánicas simples. Para comprender al gato de Schrödinger, primero
necesitas entender las ecuaciones de las ondas cuánticas de probabilidad. Sólo
unos pocos primates fueron suficientemente listos como para leer las
ecuaciones, y ni siquiera ellos las comprendieron.
Esto es debido a que las ecuaciones parecían
decir que el gato estaba muerto y vivo al mismo tiempo.
Cada personaje de esta novela parece un perro de
Pavlov desde cierto ángulo. Sin embargo, si lo miras o la miras de otra manera,
verás al gato de Schrödinger.
La mayoría hexápeda de Terra nunca fue consultada
por los primates domesticados cuando se dispusieron a construir armas que
podrían destruir toda la vida de ese mundo. Eso no era inusual. Los peces, los
pájaros, los reptiles, las flores, los árboles, e incluso otros mamíferos, no
tuvieron voz ni voto sobre este asunto. Ni siquiera los primates salvajes
estuvieron involucrados en la decisión de producir dichas armas. En efecto,
tampoco la mayoría de los primates domesticados tuvo opinión sobre la materia.
Un puñado de machos alfa, pertenecientes
a las principales bandas depredadoras de primates domesticados, tomó la
decisión por su cuenta. El resto del planeta - incluyendo a la mayoría
hexápeda, que nunca estuvo implicada en la política primate - tuvo que afrontar
las consecuencias.
Gran parte de los primates domesticados de Terra
no sabía que eran primates. Se consideraban distintos y “superiores” al resto
de los terráneos.
Benny había leído a Darwin una vez hacía mucho
tiempo, en la facultad, y había escuchado sobre ciencias como la etología y la
ecología, pero los factores de la teoría de la evolución nunca le quedaron
realmente grabados. Nunca se veía a sí mismo como un primate. Nunca se percató
de que sus amigos y socios eran primates. Y, principalmente, nunca comprendió
que los machos alfa de Uniestado eran líderes típicos de los grupos de
primates. Como resultado de esta inhabilidad de ver lo obvio, Benny se sentía
constantemente alarmado y aterrorizado por su propio comportamiento, el de sus
amigos y socios, y especialmente por el de los machos alfa de la
manada. Ya que desconocía que esto era una conducta habitual de los primates,
simplemente le parecía algo espantoso.
Y como gran parte de la conducta primate era
considerada espantosa, la mayoría de los primates perdían casi todo su tiempo
tratando de ocultar lo que hacían.
Algunos primates eran atrapados in fraganti por
otros primates. Todos vivían en un constante temor de ser atrapados con las
manos en la masa.
Aquellos que eran atrapados in fraganti
eran llamados ‘unas mierdas’.
El término ‘unas mierdas’ era una expresión
profunda de la psicología primate. Por ejemplo, un primate salvaje (una
chimpancé), a quien dos primates domesticados (dos científicos) le habían
enseñado un lenguaje de símbolos, espontáneamente utilizó los símbolos
“científico” y “mierda” para describir a un científico que le desagradaba. Lo
estaba llamando científico de mierda. También juntó los símbolos “chimpancé” y
“mierda” para referirse a otro chimpancé que no le caía bien. Lo estaba
llamando chimpancé de mierda.
“Eres una mierda” era una expresión que los
primates domesticados usaban a menudo.
Esta metáfora era profunda en su psicología
porque los primates marcaban su territorio con excrementos, y a veces se
arrojaban sus heces entre ellos cuando se disputaban un área.
Un primate escribió un extenso libro que
describía en vivos detalles cómo deberían ser castigados sus enemigos
políticos. Los imaginó dentro de un enorme agujero en la tierra, entre
llamas, humo, y ríos de mierda. Este primate se llamaba Dante Alighieri.
Otro primate escribió que todos los primates
infantes pasan por una etapa en la que su preocupación principal es la
biosupervivencia, es decir, la comida, o sea, la Teta de Mamá. La denominó la
Etapa Oral. Continuaba diciendo que el infante pasa a la siguiente etapa al
aprender la política mamífera, es decir, reconocer al Padre (el macho alfa), su
Autoridad, y sus demandas territoriales. Llamó a esta fase, con una lucidez que
pocos primates poseían, la Etapa Anal.
Este primate se llamaba Freud. Utilizó su propio
sistema nervioso para examinar sus circuitos componentes, alterando
periódicamente su estructura con neuroquímicos.
Entre los insultos anales que los primates
domesticados intercambiaban cuando luchaban por su espacio, estaban: “Cara de culo”,
“vete a la mierda”, “eres una mierda”, “métetelo en el culo”, y otros por el
estilo.
Uno de los machos alfa más admirados en el Reino
de los Francos fue el general Canbronne. El general Canbronne ganó este respeto
por una respuesta que pronunció cuando se exigió su rendición en Waterloo.
“Merde” fue la contestación del general
Canbronne.
Cuando los primates iban a la guerra, o se ponían
violentos, siempre se referían a hacer mierda al enemigo.
También hablaban sobre cagarse unos a
otros.
Los primates que habían minado el Uniestado con
bombas nucleares, querían hacer mierda a los otros primates con
verdadera alevosía.
La guerra de Vietnam, al igual que la mayoría de
las riñas primitivas, fue por el territorio. Los primates chinos, los primates
uniestadenses, los primates con el tótem del Oso de las estepas, y varios
primates locales del sudeste asiático, intentaban expandir sus egos
totémicos-colectivos (territoriales) mediante la apropiación del sudeste de
Asia. Si hubieran sido primates salvajes, habrían defecado en el área disputada
y se habrían arrojado los excrementos entre ellos; pero tratándose de primates
domesticados, excretaron tinta sobre papeles, y se arrojaron metal y químicos
unos a otros. Esta fue una de tantas entre la serie de riñas territoriales
sobre el sudeste asiático en las cuales, en un período u otro, estuvieron
involucrados los primates alemanes, los franceses, los primates del tótem del
Sol Naciente, y otras bandas depredadoras.
Ya que los primates uniestadenses, a semejanza de
otros homínidos domesticados, no se consideraban a sí mismos como primates,
explicaron todo esto mediante pilas y pilas de excreciones de tinta invocando a
la Moralidad y la Ideología, las diosas gemelas de los simios domesticados.
Básicamente, los primates que reclamaban para sí el sudeste asiático decían que
era “bueno” continuar con la balacera y tomar todo lo que pudieran; los
primates a quienes el sudeste de Asia les importaba un carajo, decían que
aquello era “malo”.
La mayoría hexápeda de Terra nunca había
desarrollado el idealismo o el cinismo, ni tenían pensamientos sobre el pecado
o la corrupción. Poseían una perspectiva simple y pragmática. Su gente
podía ser reconocida porque tenía seis patas. La buena gente olía bien
y era parte de la misma colmena o colonia. La mala gente olía mal y no
era parte de la colmena; debía ser devorada o expulsada.
Para ellos, las criaturas bípedas y cuadrúpedas
no eran gente en absoluto, y se podían ir al infierno.
Los residentes cuadrúpedos de Terra eran, en su
mayoría, igualmente simples. Su gente tenía cuatro patas. Las
criaturas hexápedas eran comida, o no merecían ni la más mínima
atención. Las criaturas bípedas eran peligrosas y debían evitarlas.
Entre todos los cuadrúpedos terráneos, solo los
perros reconocían a los primates bípedos como gente.
Algunos de los primates también reconocían a los
perros como gente.
Un décimo del uno por ciento de los primates
domesticados reconocía como gente a todas las formas de vida del
planeta.
La décima parte del uno por ciento de los
primates que reconocía a los no-primates como gente, discrepaba
violentamente entre sí sobre cualquier otro asunto. Cerca de un tercio de ellos
eran místicos y sufrían de Daño Cerebral Permanente por culpa del ayuno, del
yoga, o de otras prácticas masoquistas. Habían logrado comprender la Inteligencia
de todos los seres vivos mediante la experiencia agónica-extática de la pérdida
del ego alcanzada a través de sus excesos masoquistas. Hablaban sobre esta Inteligencia
genética llamándola “Dios”, aseverando que era demasiado astuto como para
cometer errores, e incidentalmente afirmando un montón de sinsentidos, también
debido a sus excesos.
Otro tercio de los primates que reconocían la
consciencia allí donde existiese eran científicos especializados en los
terrenos de la etología, la ecología, la biofísica y la neurología. Hablaban
una jerga técnica que casi nadie comprendía. La mayoría de ellos ni siquiera se
comprendía el uno con el otro.
El último tercio de los primates que percibían la
programación genética detrás de la evolución eran personas que habían ingerido
ciertos químicos o vegetales extraños. Eran como aquellos denebianos ciegos que
sentían el agua por primera vez al caerse al océano. Sabían que algo
les estaba sucediendo, pero no estaban seguros de qué era aquello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario