viernes, 11 de octubre de 2013

Crowleymas en casa de Bob Wilson - (Fragmento de 'Disparador Cósmico' de RAW)


 
 
Hoy - 11 de octubre - es víspera de Crowleymas (12 de octubre, aniversario del nacimiento de Aleister Crowley), y por esa razón nos complace compartir con ustedes un fragmento de 'Disparador Cósmico' titulado Misteriosa Babalon, donde Robert Anton Wilson nos relata los singulares festejos que realizó junto a Arlen durante la Crowleymas de 1974. Para descargar la versión completa de Disparador Cósmico, hacer click AQUÍ
 

 
 
La Crowleymas de 1974 - 12 de octubre, a menudo asociado con un navegante italiano que introdujo la esclavitud en el Nuevo Mundo y la sífilis en el Viejo - se celebró en nuestra casa de apartamentos con festejos extraños e inquietantes. Arlen y yo, en representación de la Sociedad Discordiana, junto con Stephen, el vecino de arriba (de los Druidas Reformados de América del Norte), Claire y Carol en otro apartamento (brujas relacionadas con la Nueva y Reformada Orden de la Golden Dawn), y la Sociedad para Promover a la Gran Bestia Salvaje (que en realidad éramos Stephen y yo, junto a otro vecino llamado Charles), abrimos todas nuestras habitaciones para la Fiesta de Crowleymas e invitamos a cerca de 100 magos y místicos locales.

 

Siempre hay vibraciones paranoides en las fiestas de Crowleymas” gustaba advertir a la gente, con una sonrisa misteriosa, Isaac Bonewitz, de los Druidas Jasídicos de América del Norte.

 

De hecho, Crowley ha atraído tanto a los peores como los mejores elementos en el mundo de lo oculto, y es tan probable que un “crowleyano” autodeclarado pueda ser un chiflado peligroso tanto como un alto adepto.

 

La fiesta acababa de empezar cuando el Chamán fue llamado al teléfono para tener una conversación funesta. Mi interlocutor era un tal Dr. H. (no es su verdadera inicial), un psiquiatra muy dotado, más bien fascinado por Leary y Crowley (y por mí). Al parecer estaba teniendo un mal viaje de ácido, no podía controlar la ansiedad, y pedía mi ayuda. El Chamán tenía toda una reputación de brindar vibraciones sanadoras y tranquilizantes al tratar con personas en malos viajes de ácido, pero nunca antes lo había hecho por teléfono. Veinte minutos más tarde, cuando el Dr. H. se calmó y estaba en un buen viaje, me sentí absolutamente agotado.

 

El Mago volvió a la sala de estar. Inmediatamente, Tom (otro alias) se sentó a mi lado, rió estridentemente, hizo una broma tonta, y dijo: “Creo que podría estar volviéndome loco otra vez” (él había pasado unos meses en un manicomio unos ocho años atrás.) El filósofo pasó tres horas practicando psicoterapia sin licencia en medio de la clase de fiesta de lo más ruidosa que sólo encontrarás en Berkeley y sólo entre hippies y brujas. Tom, finalmente, se convenció de que no tenía que volverse loco otra vez, que él era el programador de su propia computadora, y que sólo había sido una alucinación la que le hizo pensar que la computadora estaba comenzando a programarlo a él.

 

El Mago ahora estaba aún más agotado; y luego llegó Jacques Vallee.

 

Hacía varios meses que quería hablar con el Doctor Vallee e inmediatamente lo secuestré en una habitación que los otros asistentes no conocían. En el camino, Hymenaeus Alpha (Grady McMurty), Califa de la Ordo Templi Orientis, su esposa, Phylis, y Tom, que no dejaba de reír en momentos inadecuados, pero ya sin creer que se estaba volviendo loco, se nos pegaron.

 

El Escéptico había oído una charla de Jacques Vallee en una conferencia sobre Ciencia y Espíritu, patrocinada por La Sociedad Teosófica a principios de año. Él había adoptado un nuevo enfoque sobre el misterio OVNI y había comenzado a cargar sistemáticamente todos los informes de  contactos extraterrestres en una computadora gigante. El ordenador estaba programado para buscar varios posibles patrones repetidos. Jacques dijo que la evidencia emergente sugería que los ovnis no eran extraterrestres en absoluto, sino que parecían ser sistemas inteligentes con la intención de convencernos de que eran extraterrestres.

 

Ahora el Escéptico comenzó a sonsacar a Jacques sobre su evidencia de que no eran extraterrestres. Empezó a explicar que, analizando cronológicamente los informes, parecía que Ellos (quienquiera o lo que fuera que sean) siempre se esfuerzan por dar la impresión de que son algo que la sociedad que están visitando pueda entender. En avistamientos medievales, dijo, se llamaban a sí mismos ángeles; en la gran oleada en varios estados de 1902, uno de una las naves habló con un granjero de West Virginia diciéndole que aquello era un dirigible inventado en Kansas; en los avistamientos de los 40s-50s, a menudo decían ser de Venus; Venus ya ha sido examinado y parece incapaz de albergar vida, por lo que ahora dicen provenir de otro sistema solar de esta galaxia.

 

“¿De dónde cree que vienen?” le pregunté.

 

El Dr. Vallee hizo la versión gala del clásico gesto científico de meneo de cabeza de No-Especulo-Más-Allá-de-los-Datos. “Puedo teorizar y teorizar interminablemente” dijo, “pero ¿no es mejor estudiar los datos con más profundidad y buscar pistas?”

 

“Debe tener una corazonada personal”, insistí.

 

Cedió con gracia. “Se relacionan con el espacio-tiempo en maneras que, en la actualidad, no comprendemos”, dijo. “Ellos no pueden explicárnoslo porque no estamos preparados para entender”.

 

Le pregunté a Grady McMurty si Aleister Crowley alguna vez había dicho algo que implicase la teoría extraterrestre que Kenneth Grant, Jefe Externo de otra Ordo Templi Orientis, sugiere en sus relatos sobre los contactos de Crowley con Inteligencias Superiores.

 

“Algunas de las cosas que Aleister me dijo”, respondió Grady con cuidado, “podrían interpretarse como indicios que apuntan en ese sentido”. Luego pasó a citar aforismos de Crowley sobre varias de las entidades estándar contactadas mediante la Magiak. Los espíritus de Abramelin, por ejemplo, deben ser vigilados cuidadosamente. “Muerden”, explicó Aleister con su mejor cara de póquer de ¿estoy-bromeando-o-no? Los “ángeles” enoquianos, por otra parte, no siempre necesitan ser invocados. “Cuando estás listo, ellos vienen por ti”, dijo Aleister rotundamente.




(Las entidades enoquianas fueron contactadas por primera vez por el Dr. John Dee en el siglo XVII. El Dr. Dee, astrólogo de la corte de la reina Isabel I y también un importante matemático, ha sido motivo de controversia desde su época hasta la nuestra; algunos autores lo consideran un genio de primer orden y otros un lunático inteligente. Según dos libros interesantes, El Escenario del Mundo y El Iluminismo Rosacruz ambos de un historiador muy escrupuloso, el Dr. Francis Yates, Dee era casi seguramente el impulsor de los “Illuminati” y de las “Hermandades Rosacruces” de la época, que desempeñaron un papel central en el nacimiento de la ciencia moderna. El presunto ufonauta de Urano que se comunicó con los dos oficiales de inteligencia naval dio un nombre, AFFA, que es una palabra en la lengua “angelical” utilizada por las entidades que Dee había contactado. Significa Nada. George Hunt Williamson también recibió algunas palabras en idioma “angelical” de sus Hermanos del Espacio, recordemos.)

 

El rasgo sobresaliente de los contactados por OVNIs, dijo Jacques Vallee en ese momento, era la incoherencia. “Ahora tengo serias reservas sobre todos los detalles físicos que aportan”, dijo. “Son como las personas que han tenido un accidente automovilístico. Todo lo que saben es que les ha ocurrido algo muy  serio”. Sólo el hecho de que muchos casos involucran a otros testigos que ven algo en el cielo antes de que el “contactado” tenga su extraña experiencia justifica la suposición de que lo que sucede es más que “subjetivo”.

 

“En gran medida,” resumió el Doctor Vallee, “salen de esa experiencia con una nueva perspectiva sobre la humanidad. Un punto de vista religioso, en términos generales. Pero todos los detalles son contradictorios y confusos”. Consideraba que los hombres verdes, los gigantes púrpuras, las naves físicas con ventanillas, etc, entraban en la categoría que los psicólogos llaman “memoria sustituta”, siempre proporcionada por el ingenioso cerebro cuando la experiencia real es demasiado impactante para ser clasificada.

 

Pregunté cuántos en la habitación había experimentado el contacto de lo que parecía ser una Inteligencia Superior. Grady y Phylis McMurty levantaron sus manos, al igual que dos jóvenes magos de Los Ángeles, y yo. Curiosamente, pareció que Jacques Vallee iba a levantar la mano pero, evidentemente, cambió de opinión y no lo hizo. Dije que me inclinaba a creer que las Inteligencias Superiores eran extraterrestres, y pregunté a los demás qué pensaban.

 

Grady McMurty - Califa de la Ordo Templi Orientis - dijo, en efecto, que la teoría de las dimensiones superiores tenía más sentido para él que la teoría extraterrestre en términos de naves espaciales reales que entran en nuestra biosfera.

 

Los dos magos de Los Ángeles estuvieron de acuerdo.

 

Tom, que era brujo desde hacía cinco años y no había levantado la mano cuando pregunté por los contactados, dijo que las inteligencias superiores están alojadas en nuestro lenguaje y en nuestros números, como piensan los cabalistas, y no tienen otro tipo de existencia. Añadió que cada vez que trataba de explicar esto, veía que la gente pensaba que estaba volviéndose esquizofrénico y empezaba a temer que pudieran estar en lo cierto, por lo que prefería no hablar de ello en absoluto. Tom - que es programador de computadoras por profesión, y brujo sólo por religión - más tarde añadió algo más a esto, diciendo que todo lo que existe es información y codificación; sólo imaginamos que tenemos cuerpos y vivimos en dimensiones espacio-temporales.

 

El Dr. Vallee escuchó todo esto con una sonrisa leve, y no pareció considerar que ninguno de nosotros estuviese loco.

 

(Unos días más tarde, conversando con el ex psicólogo de la prisión de Vacaville, el Dr. Wesley Hiler, le pregunté qué pensaba realmente de los contactos extraterrestres del Dr. Leary. En concreto, ya que no consideraba a Leary como un loco o un alucinado, ¿que estaba sucediendo cuando Leary creía que estaba recibiendo comunicaciones extraterrestres? “Cada hombre y mujer que llega a los niveles más altos de desarrollo moral e intelectual, siente la presencia de una Inteligencia Superior” dijo el Dr. Hiler con calma. “Ninguna de nuestras teorías está probada. Sócrates lo llamó su daemon. Otros los llaman dioses o ángeles. Leary lo llama extraterrestre. Tal vez sea una parte más de nuestro cerebro, una parte que normalmente no usamos ¿Quién sabe?”)

 

Como todo el mundo en la sala en ese momento tenía la experiencia necesaria o estaba dispuesto a especular y estudiar de manera objetiva y no sólo a desechar todo con la etiqueta de “alucinación”, comencé con mi parloteo sobre los paralelos entre Leary y Wilhelm Reich. “El intento de destruir tanto al Dr. Reich como al Dr. Leary alcanzó su punto más intenso justo después de que ambos informaran sobre sus contactos extraterrestres” dije. “Sigo teniendo teorías muy extrañas sobre lo que eso pueda significar…”

 

Grady McMurty asintió vigorosamente. “Esa es la pregunta de los $ 64.000” dijo enfáticamente. “Durante años le he preguntado a Phylis y a todo el mundo que conozco: ¿Por qué la gnosis siempre es atacada? Cada vez que la energía se eleva y ocurren iluminaciones grupales a gran escala, la filial local de la Inquisición la destruye. ¿Por qué, por qué, por qué? "

 

Nadie tenía ideas muy concluyentes.

 

“Te diré lo que pienso”, dijo Grady. “Hay una guerra en el Cielo. Las Inteligencias Superiores, sean quienes sean, no juegan todas en el mismo equipo. Algunas de ellas están tratando de alentar nuestra evolución a niveles más altos, y otras quieren mantenernos atrapados justo donde estamos”.

 

Según Grady, algunas logias ocultistas están trabajando con las inteligencias no humanas que quieren acelerar la evolución humana, pero otros están trabajando con las inteligencias que desean mantenernos cerca de un nivel de conciencia animal.

 

Esta es una idea habitual en los círculos ocultistas y puede decirse de manera segura, sin exageración, que cada “escuela” o “logia” de adeptos que existe es considerado, por algunos de los otros, como pertenecientes a la Hermandad Negra del mal camino. La propia Ordo Templi Orientis de Grady, de hecho, ha sido acusada de esto más a menudo que la mayoría de las otras logias ocultas. Personalmente mantuve mi buen humor y evité la paranoia mientras me movía entre varios grupos ocultistas como estudiante o participante, siempre adhiriéndome estrictamente a los cánones de la máxima legal anglosajona de que todo acusado debe ser considerado inocente hasta que se pruebe su culpabilidad más allá de toda duda razonable. Con esto, obviamente, evité muchas preocupaciones, pero el enfoque más seguro está muy bien argumentado por Isaac Bonewitz, el autor de Magia Real. “los magos paranoicos sobreviven a los otros,” dice Isaac.

 

De alguna manera la conversación se alejó del concepto de Grady de “la guerra en el Cielo”. Varias veces, Grady trató de llevarnos allí nuevamente, pero cada vez derivábamos en un tema diferente. Más tarde, Tom dijo que sintió una presencia en la habitación que deliberadamente nos alejaba de ese tema…

 

El Dr. H.- el psiquiatra cuyo mal viaje de ácido había hecho que la fiesta de Crowleymas comenzara de manera tan alegre para mí – fue a casa al día siguiente para agradecerme por haberlo “hecho bajar” de su ataque de ansiedad.

 

También, ni bien llegó, quiso hablarme de sus aceleradas experiencias con la magiak. Todo había comenzado hacía más de dos años, después de un seminario intensivo en Esalen. El Dr. H. de repente descubrió que podía ver  “auras”. (El aura del cuerpo humano, conocida por chamanes y brujos desde tiempos inmemoriales, ha sido redescubierta en varias ocasiones por los científicos, la mayoría de los cuales fueron denunciados como “chiflados”. Franz Anton Mesmer la llamó “magnetismo animal” en el siglo XVI. En el siglo XIX, el Barón Reichenbach la llamó “OD”. En la década de 1920, Gurvich la llamó “el rayo mitogénico”. Wilhelm Reich la redescubrió en la década de 1930, la llamó “orgón” y fue destruido por los fanáticos de la AMA, quienes denunciaron que estaba alucinando. La fotografía Kirlian ha demostrado ahora más allá de toda duda la existencia del aura.) El Dr. H. pronto descubrió, además, que podría utilizar el aura como una herramienta de diagnóstico para analizar a nuevos pacientes. Esta experiencia, los libros de Leary y una conferencia que di sobre la magiak de Crowley, le llevaron a experimentos adicionales.

 

En una playa del condado de Sonoma, después de tomar LSD el día anterior y programando una apertura del yo a seres o energías superiores, el Dr. H. (ya no bajo la influencia directa de la droga) tuvo una experiencia con Algo surgido del cielo. “No fue exactamente una Inteligencia Superior”, dijo con cautela, “o por lo menos yo no percibí ese aspecto de ella, si es que era una Inteligencia Superior. Para mí, era sólo la energía. Una Energía terrible. El pecho me dolió durante horas después de eso. Pensé que me iba a matar, pero estaba totalmente extasiado y sin ego en el punto culminante. Si el dolor torácico no hubiera sido tan intenso, habría sido un experiencia totalmente positiva”.

 

(MacGregor Mathers, Jefe Externo de la Orden Hermética de la Golden Dawn, y el primer maestro de ocultismo de alumnos ilustres como Aleister Crowley, el poeta William Butler Yeats y el novelista Arthur Machen, una vez registró una reunión con los Jefes Secretos. Estas entidades ambiguas, conocidas en varias escuelas de entrenamiento oculto, son consideradas diversamente como espíritus desencarnados de grandes magos del pasado, magos vivientes que pueden teletransportarse casi tan fácilmente como ustedes o yo llamamos por teléfono a un amigo, “Ángeles” en el sentido tradicional, o simplemente “seres que no podemos entender”. En cualquier caso, Mathers señaló que la reunión, aunque agradable, lo dejó sintiéndose como si hubiera sido “golpeado por un rayo” y también sufrió dolores en el pecho y extrema dificultad respiratoria. El Dr. Israel Regardie también ha señalado que Alan Bennett, quien fuera el maestro principal de Crowley durante muchos años, desarrolló asma, una enfermedad del pecho. El mismo Crowley también desarrolló asma a medida que sus contactos con los Jefes Secretos ocurrían más a menudo, y por último Regardie “pescó” el asma durante varios años después de estudiar con Crowley, una condición que sólo fue curada luego de que atravesara la terapia bioenergética de Wilhelm Reich.)

 

El Dr. H. pasó a describir una segunda experiencia de la Explosión de Energía y Luz, aproximadamente un año después de la primera. Esta también fue extática y extrañamente aterradora. Desde entonces ha sentido “energía curativa” en las manos y ha intentado experimentalmente una especie de masaje Reich-Rolfiano en algunos de sus pacientes, con resultados favorables.

 

Se me ocurrió que si hubiera estado menos preparado para tales experiencias y menos comprometido con el método científico como un hábito mental, el Dr. H. podría haber recordado cada una de estas experiencias como un encuentro con un ángel o un OVNI…

 

Recordé el análisis de Crowley sobre Jesús, Buda, Mahoma, San Pablo y Moisés en el Libro Uno de Magiak. Jesús, señala Crowley, no dice nada sobre el origen de su Iluminación; Buda habla de ser tentado por varios demonios y después de ver la Luz Clara; San Pablo nos dice que fue “elevado al cielo y he visto y oído cosas de las que no es lícito hablar”; Mahoma afirma que fue visitado por el Arcángel Gabriel; y Moisés dice simplemente que “vio a Dios”. Crowley comenta:

 

Diversas afirmaciones como estas, a primera vista, concuerdan en anunciar una experiencia de la clase que hace cincuenta años se habría llamado sobrenatural; hoy puede ser llamada espiritual, y dentro de cincuenta años tendrá un nombre propio basado en la comprensión del fenómeno ocurrido.




 
¡FELIZ CROWLEYMAS!


 
 
Current 93 "Crowleymass" (Single, 1987)

jueves, 10 de octubre de 2013

TEORÍAS CONSPIRATIVAS - por Robert Anton Wilson (Introducción de 'Todo Está Bajo Control')


 
TEORÍAS CONSPIRATIVAS - por Robert Anton Wilson (Introducción de 'Todo Está Bajo Control' de Robert Anton Wilson con la colaboración de Miriam Joan Hill, 1998)
 
 Traducción: Mazzu
 
Que no seas paranoico no significa que no estén conspirando en tu contra.

- Proverbio popular de la década de 1990

 

 

Una encuesta telefónica aleatoria a 800 adultos estadounidenses en septiembre 1996 reveló que el 74 por ciento - casi tres de cada cuatro ciudadanos - cree que el gobierno de EE.UU. participa regularmente en operaciones conspirativas y clandestinas. Esto no indica necesariamente un aumento en el vuelo a la fantasía o que confundan la TV con la realidad: El mismo estudio reveló que sólo el 29 por ciento cree en la brujería, y sólo el 10 por ciento cree que Elvis Presley sigue vivo[1].

 

Si tres de cada cuatro de nuestros ciudadanos - una mayoría muy superior a cualquiera que haya elegido a un presidente de los EE.UU. en nuestra época – sospechan que el gobierno realiza actividades delictuosas y nefastas, significa que las personas comunes y corrientes ahora creen lo que antes sólo creían los amargados radicales de izquierda hace un siglo, en la década de 1890 (y que sólo los cínicos profesionales como H.L. Mencken creían todavía en 1920). Ahora, no sólo la extrema izquierda y los cínicos ven toda clase de doble juego en Washington: la extrema derecha tiene aún más sospechas terribles que todos los zafios de la República juntos. Hoy en día nadie en los EE.UU. tiene el tipo de fe ciega en nuestros gobernantes que nos enseñaron en la escuela primaria, y los ya mencionados tres de cada cuatro de nosotros casi no confían en ellos para nada.

 

Pero el gobierno no tiene el monopolio sobre la caída de la curva de confianza. Vivimos en una época en la que los seres humanos desconfían de los otros seres humanos más que nunca. Difícilmente se puede pensar en algún subgrupo de la especie homo sapiens que no se haya vuelto un objeto de sospecha incómoda a los ojos de algún otro subgrupo. Todas las profesiones pertenecen a las clases delictivas de acuerdo a esta opinión popular: los reparadores de televisores nos engañan con regularidad, y también lo hacen los mecánicos. Los médicos, los comerciantes, el clero y los supuestos “expertos” de todo tipo tienen una oscura niebla de sospecha similar flotando casi visiblemente a su alrededor. Todos sabemos que los “expertos” pueden ser contratados para dar testimonio a favor de cualquiera de las partes de un litigio. Otros grupos también parecen fungibles y nefastos para muchos.

 

Incluso los académicos tienen sus marcas propias de teoría conspirativa, o algo parecido. Las dos escuelas principales de arte/crítica, conocidas como deconstruccionismo y posmodernismo, se suman a la búsqueda, y por lo general, al hallazgo de segundas intenciones en el “modelo” o la “narrativa” de la situación humana de cualquier autor,  ya sea este “relato” la obra de un genio como Shakespeare o un programa de televisión, una novela, una película, un documental, una escultura, una gran ópera, o una pintura; o un presunto “descubrimiento” de las ciencias sociales, o incluso una ley en las ciencias duras; o una fe política o religiosa. Basando su método escéptico tanto en las mejores como en las peores tendencias zetéticas que van desde Freud hasta el budismo, los deconstruccionistas nos dejan una sensación de que no se puede confiar en que las comunicaciones digan lo que parecen decir. Los postmodernistas frecuentemente parecen negarse totalmente a la comunicación. (Lo digo sin malicia, porque yo mismo he sido llamado post- modernista.)

 

Tal vez los perros son los únicos que todavía confían en los seres humanos, y he observado que últimamente incluso algunos perros parecen dudar de nosotros.






Relatos Extraños

 

Cuando comencé a desarrollar el gusto por los libros (alrededor de los 8 o 9 años, supongo) uno de los primeros que leí tenía el título sobrecogedor de ¡Créase o No! y contenía cientos de hechos casi increíbles pero supuestamente reales acerca de las cosas más extrañas de este planeta. El autor, un popular dibujante de la época llamado Robert Ripley, iniciaba con una sección de rarezas de la religión, bajo el titular de aspecto clásico: “Extraño es el hombre cuando busca a sus dioses”. Incluso a esta edad, no sé si el señor Ripley inventó ese aforismo o lo encontró en algún clásico verdadero, pero quedó en mi memoria desde hace más de medio siglo.

 

En efecto, los hombres (y las mujeres) se vuelven extraños en la búsqueda de los dioses. Sin embargo, como se verá en la presente obra, se vuelven aún más extraños en la búsqueda de los demonios. Y los relatos que inventan tienen todo el encanto siniestro y misterioso de la poesía cursi de Bela Lugosi en sus mejores momentos. Casi parece que la mente humana funciona como una lupa gigante: si uno la apunta a los pensamientos positivos, se ampliarán y la positividad se multiplicará interminablemente, como hacen los científicos cristianos y discípulos del Rev. Norman Vincent Peale; pero si uno la enfoca en lo maligno, pronto nos mostrará que todo lo que más tememos está al acecho con mandíbulas babeantes y tentáculos verdes justo afuera de la puerta de casa.

 

Desde el apogeo de San Pablo y San Agustín que no hay tanta gente que se sienta obligada a mirar todo con una lupa maligna y aúlle con tanta desesperación contra el Mal amplificado que ven en este mundo “perdido”. Ni el gobierno ni la medicina ni el comercio tienen el monopolio de la ansiedad popular. La mayoría de los católicos de derecha teme a los masones, y la mayoría de los masones siente una ansiedad preocupante por el Vaticano y sus esbirros. Muchos ciudadanos euroamericanos se han mudado a las colinas (en Idaho y en otros lugares) debido a la creencia de que nuestros ciudadanos afroamericanos están decididos a exterminar a la raza blanca (ya sea en venganza por la esclavitud, o porque alguna otra conspiración aún más diabólica los ha engañado deliberadamente). Es probable que un porcentaje mucho mayor de ciudadanos afroamericanos crea que la clase dominante euroamericana tenga la intención de exterminarlos a ellos, véase El Estudio de la Sífilis de Tuskegee.

 

Helicópteros negros revolotean por encima de nuestras zonas rurales, y sólo los cabezas-de-porro piensan que son de la DEA (Administración para el Control de las Drogas) y que están buscando las hierbas tabú (así la multimillonaria industria farmacéutica puede seguir desplumándonos con medicamentos poco confiables a precios más altos, de acuerdo con la teoría más popular), mientras que otros tienen recelos más oscuros. Algunos creen que los helicópteros trabajan mano a mano con un consorcio satánico de mutiladores de ganado, abusadores de niños, maestros preescolares dementes y punk rockers; y muchos ciudadanos creen que estas aeronaves siniestras están al servicio de una supuesta Conspiración de las Naciones Unidas/el Nuevo Orden Mundial, que tiene la intención de invadirnos cualquier día de estos.

 

Y, por supuesto, nadie confía en los anuncios. Ni siquiera las personas que los escriben...

 

Tal vez esa inquietud generalizada sobre los otros miembros de nuestra propia especie se hizo inevitable después de Auschwitz e Hiroshima. De hecho, cualquier persona que no comparta un poco de la “misantropía” de Swift, Bierce, Twain, etc., debe haberse perdido la mayor parte de las noticias desde 1944, o antes. (Tanto Freud como Yeats, un gran psicólogo y un gran poeta, se volvieron cada vez más desconfiados de los seres humanos después de los horrores de la Primera Guerra Mundial, que ahora parecen escasos en comparación con atrocidades más recientes.)


 

Encontrar a los Culpables

 

En este “Diccionario Demoníaco” nos ocuparemos sólo de las teorías que proclaman que algunas personas o grupos, que el teórico puede especificar a menudo con nombres y direcciones, merecen ser señaladas como los culpables por los horrores que nos aquejan a todos – desde el desequilibrio ecológico a las dificultades económicas, desde la guerra a la pobreza, desde los carteles de la droga al hecho de que no se pueda conseguir un plomero los fines de semana. Quienes quieren culparnos a todos por igual no tienen una teoría conspirativa, sino una teoría del Pecado Original.

 

En la Teoría de la Conspiración los subconjuntos malignos de la humanidad casi siempre aparecerán como fungibles u homogéneos. Cuando una teoría conspirativa postula que no todos los miembros de una Conspiración son igualmente conscientes del mal que provocan sus líderes, dicha teoría se convierte en algo más sofisticado y bastante más realista que la mayoría de las teorías del “chivo expiatorio”. Por ejemplo, en el Canto 52, Ezra Pound escribe:

 

El pecado dibuja venganza, los yitts pobres pagan por los

----------

pagan por unos pocos judíos grandes la venganza de los goyim[2]

 

(El ---------- representa a los “Rothschild”, un nombre eliminado por el editor de Pound por consejo de un abogado. Pound insistió en dejar el ---------- como prueba de que su texto había sido objeto de expurgación).

 

Más allá de lo que uno piense sobre el uso de Pound del lenguaje vernáculo, sus palabras representan una de las pocas teorías conspirativas no fungibles. Unos pocos judíos grandes (es decir, ricos) merecen toda la culpa, dice, y los judíos pobres pagan injustamente por ello. Este tipo de teorías, que contienen una pizca de racionalidad, no suelen durar mucho tiempo en los círculos conspirológicos, o incluso en la mente de los cazadores de conspiraciones individuales. Unos pocos años después de escribir esas líneas, Pound comenzó a delirar y a despotricar en la radio de Roma sobre “los Judíos” como un grupo homogéneo responsable de todos los males económicos. Una dinámica similar se observa en la evolución de casi todos los teóricos de las conspiraciones (exceptuándome a mí y a mis amigos, y, por supuesto, a los lectores de este libro).

 

Los grupos fungibles temidos por los conspirólogos ardientes no pueden existir en la realidad, claro, ya que todos los grupos están formados por individuos, y cada uno de ellos difiere en algunos aspectos de todos los demás. (No hay dos cerebros totalmente iguales, como no hay dos huellas dactilares idénticas.) Sin embargo, la mayoría de las teorías conspirativas tienden a moverse hacia la hipótesis de la fungibilidad del grupo demonizado, y esto parece el resultado tanto del estilo “paranoico” (o “el Señor Fiscal de Distrito”) de la mente del cazador de conspiraciones y de la estructura de nuestro lenguaje, que hace que sea fácil hablar de los judíos, los católicos, los profesionales del derecho, la profesión médica, los banqueros, los masones, los políticos, los machos de nuestra especie, etc., como un mal fungible y uniforme.

 

Como señaló Nietzsche, cuando la humanidad se cansó de decir “esta hoja”, “aquella hoja” y “esa otra hoja”, etc., inventamos la categoría gramatical/mística “la hoja”, en la cual participan todas las hojas individuales específicas. Sin embargo, “la hoja” no existe fuera de la gramática y la filosofía platónica - y por ende nuestro lenguaje tiende a promover el neoplatonismo al poblar el mundo con abstracciones gramaticales. Cualquier teoría conspirativa que se mueve hacia la fungibilidad evoluciona también hacia el idealismo platónico. Esta “hipnosis lingüística” parece tan generalizada que el conde Alfred Korzybski inventó la ciencia de la semántica general como un intento de cura para esto[3].

 

En otras palabras, ya que podemos decir “los judíos” o “el Nuevo Orden Mundial” o “el patriarcado”, podemos creer, o casi creer, que estas abstracciones gramaticales tienen el mismo tipo de realidad que las pelotas de baloncesto, los perros ladrando, y los frijoles horneados. El individuo, con su pelo, uñas, ideales, ilusiones y aromas distintivos, desaparece - por así decirlo - y el mundo se convierte en un lugar embrujado por los sustantivos colectivos.

 

Los estadounidenses parecen sentir una pasión particular por las teorías que explican que todo lo malo es el resultado de las maquinaciones de un grupo malévolo con menos moral que los de SPECTRE en las novelas de James Bond. Tal vez, en lugar de dividir a los ciudadanos entre los que creen en las teorías conspirativas y los que no, tendríamos que dividirnos entre los que culpan a alguna de las conspiraciones más conocida – la CIA, los Protocolos de los Sabios de Sión, los francmasones - y los que han apostado su fe y lealtad a teorías más recónditas, culpando a grupos secretos y clandestinos de los cuales la mayoría de la gente común nunca oído hablar, como los Gnomos de Zurich, los Caballeros de Malta, o los Insiders.

 

Quienes niegan toda posibilidad de conspiración deben finalmente resolver, como Voltaire, que el grado de estupidez humana es aproximadamente igual a lo que contemplan  los matemáticos cuando hablan de lo infinito. Otros, que no pueden creer la estupidez alcance proporciones tan trascendentes, por fuerza creen en algún tipo de conspiración, o conspiraciones, al menos parte del tiempo. Mayormente creemos que la estupidez no puede explicar todo lo que anda mal en este planeta...

 

En efecto, quienes piensan que las “teorías conspirativas” no contienen nada más que fantasía paranoica deben recordar que nuestro propio gobierno y todos los gobiernos avanzados creen en las conspiraciones y tienen leyes contra ellas. Divisiones especiales de la fuerza pública tienen la tarea de investigar posibles conspiraciones en diferentes áreas - la SEC busca estafas bancarias, la Brigada Roja de todo departamento de policía busca ideas subversivas, los fiscales de distrito buscan libros tan malignos que no están protegidos por la Primera Enmienda (que ciertos radicales como el difunto juez Brennan creían que estaba destinada a proteger a todos los libros), incluso la CIA (cuando puede hacerse un tiempo fuera de su rentable negocio de la cocaína) busca conspiraciones externas, etc. Si nosotros (o tres de cada cuatro de nosotros) no confiamos en las personas que nos gobiernan, ellos tampoco confían en nosotros.

 

Y ningún otro país carece de algunas leyes contra la conspiración criminal u organismos encargados de detectarlas y procesarlas. Esto, por ejemplo, explica cómo fue que el gobierno italiano descubrió en la década de 1980 la conspiración de la P2, que había colocado a más de 950 de sus agentes en los puestos más altos del Estado. Del mismo modo, el gobierno de los EE.UU. recientemente ha hallado evidencias de una conspiración fraudulenta por parte de la industria tabacalera. Estos hechos nos deben alertar a no desestimar todas las teorías conspirativas como meros pasatiempos de simplones y chiflados.

 

Sin embargo, ninguno de los organismos de investigación encargados de proporcionar evidencia firme a la corte ha encontrado huellas de ninguna de las conspiraciones realmente grandes en las que creen la mayoría de los “amantes de las conspiraciones”. Esto, por supuesto, sólo demuestra una cosa para el verdadero conspirólogo: las grandes conspiraciones realmente tienen un poder casi universal, porque los propios organismos de investigación “son parte del encubrimiento”. Según ese tipo de lógica, los propios dioses luchan en vano.

 

Pero, claro, una conspiración verdaderamente poderosa y verdaderamente inteligente nunca podría ser “expuesta” o incluso sospechada, como dice Mel Gibson en la famosa película Conspiración.

 

Por lo tanto nadie puede refutar completamente ninguna teoría conspirativa verdaderamente loca porque todas esas teorías contienen un Bucle Extraño en su construcción. Cualquier evidencia en contra de ellas también funciona como prueba a su favor, si quieren verlo de esa manera. Consecuentemente, al igual que su prima la teología, la demonología pop de la teoría conspirativa sobrevive a todas las críticas. La gente no cree en los modelos teológicos o demonológicos del mundo por razones lógicas o científicas, sino por razones “artísticas” o al menos emocionales. Estos modelos o narrativas brindan explicaciones armoniosas, coherentes y crudamente sencillas sobre acontecimientos que de otra manera parecen caóticos y más allá de la comprensión humana. Es por eso que yo mismo creo en muchos de ellos.





Crepúsculo de los Cultos

 

Las teorías conspirativas brotan en lugares y épocas de ansiedad e incertidumbre; pero florecen plenamente en los momentos en que también el gobierno teme a las conspiraciones, es decir, no confía en la gente. Aquí entramos en una zona verdaderamente turbia, donde muchas personas actualmente están siendo vigiladas precisamente porque una vez pensaron y dijeron que el gobierno podría estar espiándolos. “Si el gobierno no confía en el pueblo, ¿por qué no lo disuelve y elige a un pueblo nuevo?” preguntó una vez el dramaturgo Bert Brecht. Un gobierno que teme a su pueblo no puede “disolverlo” tan fácilmente, o reemplazarlo con un pueblo cautivo importado de otra parte, por lo que simplemente espía a la gente y sondea en su intimidad más que de costumbre.

 

“Las supersticiones, como los murciélagos, vuelan más en el crepúsculo”, escribió Sir Francis Bacon. Del mismo modo, después de estudiar el tema durante casi 30 años, creo que he descubierto que las teorías conspirativas extravagantes y el folclore moderno en general prosperan mejor en un ambiente de incertidumbre y ansiedad. Cuando la gente no sabe qué va a pasar a continuación, cualquier cuento loco viajará muy rápidamente a través de la población; parece que los seres humanos necesitan algún relato, aunque sea un disparate, en lugar de no tener una explicación sobre su situación. Y la esencia de cualquier buena historia es, como en la teoría conspirativa, la trama.

 

Si el pueblo no confía en el gobierno, el gobierno no confía en el pueblo. Si el gobierno no confía en el pueblo, el pueblo no confía en el gobierno. Esta calesita es casi una máquina de movimiento perpetuo.

 

En un país donde ni siquiera nuestra orina es privada, donde la Elite del Poder envía a sus espías para requisar hasta tus entrañas - la vejiga, nada menos - ¿Quién puede sentirse libre o seguro?

 

Por lo tanto, las personas se vuelven cada vez más hostiles y “paranoicas” con respecto al gobierno, y el gobierno, teniendo en cuenta esto, se pone cada vez más nervioso por las “milicias”, “cultos”, “hippies”, “extremistas” o alguna otra minoría anti-gubernamental que pudiera existir en cualquier lugar y pudiera estar tramando cualquier cosa en secreto. Entonces contrata a más espías, instala más escuchas y espía a las personas con mayor vigor. Este Bucle Extraño rápidamente se convierte en un Círculo Vicioso, ya que la paranoia del gobierno hacia el pueblo y la paranoia del pueblo hacia el gobierno se refuerzan entre sí.
 

Este ciclo continúa hasta que el sistema colapsa, hasta que la financiación se agota, o hasta que, debido a la intervención divina, vuelve a aparecer la cordura. En el interludio florecen teorías conspirativas interminables y laberínticas, tanto en el gobierno como entre los gobernados, mientras cada uno siente cada vez más más miedo del otro.

 

La Guerra Fría nos ha dejado tal legado de espionaje, recelo, y paranoia que las funciones racionales ya no sirven (si es que alguna vez lo hicieron). Esto continúa incluso después del fin de la guerra fría porque la política, como dice la mecánica newtoniana, tiene una Ley de Inercia mediante la cual una cruzada política en movimiento tiende a seguir moviéndose en la misma dirección hasta que alguna fuerza externa la interrumpe. Ninguna fuerza externa ha frenado todavía nuestra tendencia general hacia un mundo kafkiano–orwelliano donde las peores fantasías parecen cada vez más plausible para más y más gente.

 

Otro factor que tiende multiplicar las teorías conspirativas más allá de lo necesario radica en el hecho de que todos los organismos de inteligencia tienen dos funciones, a saber:

 

1. La recopilación de información precisa.

2. La siembra y la difusión de información inexacta.

 

Una agencia de inteligencia, en otras palabras, tiene que saber “qué carajos está pasando en realidad” por la misma razón que un banco o una tienda de comestibles o usted y yo necesitamos ese tipo información factual. De ahí el enorme presupuesto gastado en el punto 1 anterior.

 

Las agencias de inteligencia, sin embargo, también tienen que mantenerse por delante de sus competidores, los organismos de inteligencia rivales de los gobiernos foráneos y por ende, pérfidos. Entonces realizan esfuerzos frenéticos para difundir información falsa, “desinformación” (un eufemismo para lo primero), “historias para despistar”, “encubrimientos”, etc. Con el fin de engañar a quien funcione como “el enemigo” en ese momento, estas fantasías deben tener varios datos reales mezclados en ellas, y una verosimilitud general suficiente para engañar a muchos otros que aún no han sido definidos como “enemigos”. Siempre deben engañar a las personas de inteligencia y  educación media o simplemente no funcionan. La mejor desinformación también debe engañar a las personas con inteligencia y conocimientos técnicos superiores a los del promedio, al menos por un tiempo.

 

Resumiendo, las funciones de trabajo de la policía secreta moderna son muy parecidas al póker. Todos los jugadores tratan de enviar señales falsas al menos parte del tiempo, y todos los jugadores tratan de detectar “la verdad” detrás de las señales falsas enviadas por los otros[4]. En un mundo donde las naciones se relacionan entre sí de esta manera, los modelos conspirativos florecen como las bacterias en el sistema de alcantarillas. Como supuestamente dijo Henry Kissinger: “si alguien está en Washington y no es paranoico, debe estar loco”. De hecho, cualquier ciudadano de un mundo manejado de esa manera que no tenga algunas sospechas “paranoicas”, debe haber sufrido daños cerebrales en la infancia.

 

Cuando el gobierno se dedica al espionaje (bien publicitado) de los ciudadanos, esta paranoia aumenta rápidamente. Donde quiera que exista una agencia de policía secreta de cualquier tipo, en cualquier nación, las personas pronto aprenden a sospechar de quienes sospechan de ellas. Concretamente, muchos estadounidenses temen que algún sector del gobierno o incluso que alguna organización no admitida oficialmente por el gobierno, pueda funcionar como una tapadera de la CIA, el FBI, la BATF, la NSA o grupos aún más esotéricos y manipuladores.

 

Entonces, cuanto más omnipresente es el “control” del gobierno, más desconfiado e incómodo se pone el pueblo. Y cuantas más personas indican una falta de fe en dicho gobierno, más necesitará espiarlas dicho gobierno para sentirse absolutamente seguro de que no se han alienado demasiado  como para no ver una rebelión en ciernes o prevenir más atentados con bombas caseras de la variedad de la de Oklahoma City. El gobierno por lo tanto, aumentará su espionaje y la gente se volverá más “cuidadosa”. Como una especie de encuesta en crudo, le he preguntado al público en centenares de conferencias y seminarios, si alguno de ellos siempre le cuenta de buen grado toda la verdad sobre cualquier cosa a un funcionario del gobierno. Nunca nadie ha levantado la mano afirmando tal grado de fe y docilidad.

 

Ningún hombre o mujer en los Estados Unidos hoy en día quiere que los federales sepan demasiado acerca de lo que él o ella están haciendo. Puesto que el Gobierno hace mucho ya pasó del punto de “todo lo que no está prohibido es obligatorio” y ahora también desea lograr que “todo lo que no sea obligatorio está prohibido”, sospechamos al menos que todos somos técnicamente delincuentes, aunque como el héroe de Kafka nunca estamos realmente seguros de qué ley o estatuto hemos infringido.

 

Llegamos así a una situación que en el ejército es llamada SNEBJ Óptimo. A los de arriba nunca se les dice que los informantes son castigados y los de abajo mantienen su boca cerrada acerca de más y más cosas que ven, oyen, huelen, gustan, o perciben de alguna otra manera a su alrededor. A largo plazo, la gente en el tope de la pirámide trata de regular cosas sobre las que no saben nada, basados en los informes que han sido inventados por mentirosos y aduladores para evitar el uso de sus terribles poderes de manera demasiado destructiva.

 

Pero si la mayoría de la gente siempre se miente un poco al tratar con el Estado, el Estado debe tener una idea muy extraña e inexacta de lo que es el pueblo y de lo que realmente piensa y quiere. Por lo tanto, las leyes serán dictadas para dirigir a una ciudadanía ficticia, no al pueblo que realmente somos. Por esto las leyes tienen cada vez menos sentido para la gente que tiene que soportarlas, y la hostilidad hacia el gobierno aumenta.

 

Todos estos ciclos constituyen un conjunto de Bucles Extraños y Círculos Viciosos de los que aparentemente en la actualidad no hay salida. A menos que, como se sugirió antes, el presupuesto se agote o que ocurra una intervención divina, las teorías conspirativas florecerán tanto entre la ciudadanía cada vez más ansiosa como entre los políticos y los burócratas que tratan de gobernarlos. Y todo individuo que trata o pretende decir la verdad en esta situación esquizoide inmediatamente cae bajo la sospecha de ser otro posible embustero y manipulador cuyo relato tiene que ser considerado de manera tan crítica como cualquier postmodernista vería a la Declaración de la Independencia o la Segunda Ley de la Termodinámica.

 

Todos somos deconstruccionistas ahora, hayamos oído esa palabra antes o no.





La Era de la Incertidumbre

 

En caso de que alguien piense que la imagen de arriba es exagerada o simplemente satírica, vamos a señalar que dos encuestas recientes muestran que la confianza pública en los medios de comunicación, que supuestamente nos “informan”, ha caído a lo que debe ser un mínimo histórico. Una encuesta de Wall Street Journal/NBC reveló que sólo el 21 por ciento de los encuestados califica a los medios de comunicación como “muy” o “bastante” honestos. Esto significa que casi el 80 por ciento de la población ya no confía tanto en los medios (TV, radio, prensa) como solíamos hacerlo. Del mismo modo, una encuesta de Gallup mostró que sólo el 29 por ciento de los lectores expresa una “gran” confianza específicamente en los periódicos. Casi siete de cada diez personas, entonces, han desarrollado dudas y sospechas sobre el medio al que alguna vez recurríamos pera encontrar la verdad más allá de los bytes de sonido incoherentes de la radio y las “noticias” de la TV[5].

 

Pero como la mayoría de las personas necesita algún relato o un modelo para explicar el mundo, si no confían en los medios de comunicación, ¿en quién pueden confiar? En nadie. Entonces ¿cómo pueden tomar decisiones? En reacción, se asume de manera cada vez más patente que la realidad es precisamente lo contrario a todo lo que dice la Voz de la Autoridad.

 

Personalmente, veo todo esto desde un punto de vista único. Las circunstancias se han combinado para ponerme en una posición bastante singular en el espectro de la literatura conspirativa. Entre 1969/1971 , escribí ¡Illuminatus! junto al fallecido Robert Shea. Este libro parodiaba las teorías conspirativas populares de los años 60, pero de una manera deliberadamente descentrada: la perspectiva era “Post-Joyce”, en la que el lector no era obligado a creer lo relatado por el Narrador Omnisciente de las ficciones tradicionales, sino que se le dejaba decidir por sí mismo/a con cuánta seriedad podía tomar los modelos del mundo (o “relatos”) ofrecidos por los diferentes narradores a veces salvajemente contradictorios y a veces directamente locos. (La teoría del Principio de Incertidumbre de Joyce es mucho más recóndita y laberíntica de lo que se explica en esta breve nota, pero en general, cuando utilizo ese término me refiero a la clase de libros, al igual que Ulises, que no se presenta como un rompecabezas resuelto, sino como un rompecabezas sobre el que hay que trabajar).

 

¡Illuminatus! ha permanecido en catálogo 23 años después de su primera aparición en 1975. Ha sido traducido a varios idiomas y representado como una obra de teatro en Liverpool, Londres, Amsterdam, en la Universidad Cambridge, en Frankfurt, Seattle, y Washington. Como resultado de ello, nunca dejé de recibir cartas o recortes de prensa de personas que tienen toda variedad de opiniones extrañas sobre mí. Algunos piensan que yo creo que todas las conspiraciones que figuran en ese libro salvaje y loco realmente existen y quiero mantenerme informado sobre las últimas intrigas. Algunos piensan que no creo en ninguna de ellas y que solamente escribo sátiras sobre personas no convencionales (y que por lo tanto soy un astuto defensor del Establishment), y me quieren poner en mi lugar.

 

Muchos creen que estoy comprometido en confundir deliberadamente (o, como dicen los portavoces de la Generación X, “atornillarles las cabezas”) a los teóricos conspirativos más serios, o más solemnes; varios han llevado esto hasta el punto de identificar (para su propia satisfacción) la conspiración para la cual realmente trabajo. Muchos piensan que es la CIA, pero Lyndon LaRouche cree que trabajo para los Illuminati originales. La fallecida Mae Brussel, de manera más original, afirmó que yo trabajaba para los Rockefeller. Yo confesé en broma que esto último era cierto, y agregué que David Rockefeller personalmente venía una vez al mes para entregarme el vil metal en barras de oro, que sigo apilando en el sótano de casa. Pensé que esto sólo podría mejorar mi rango crediticio pero, evidentemente, solamente Mae se lo creyó.

 

Verán, yo nunca he negado ninguno de estos cargos, ya que la plena negación no convence a nadie con una mente verdaderamente desconfiada. Son libres de creer lo que sea. Citando a The X Files, la Biblia de Los Que Dudan, No confíen en nadie. Tal vez si soy un Illuminatus judeo-masónico-fumón-homosexual-satanista del Planeta X, después de todo.

 

Investigando para el presente libro he renovado mi fe en el poder de lo que William Blake llamó imaginación poética. (los psiquiatras a veces lo llaman fuga de la realidad.) Realicé muchas investigaciones similares al coescribir ¡Illuminatus!, y me pareció que la mayor parte de este libro consistiría en volver a visitar un terreno familiar. Para mi asombro y deleite, mi colaboradora/socia en la investigación, Miriam Joan Hill, encontró más teorías conspirativas de lo que jamás soñé que fuera posible. Si no parábamos y entregábamos este manuscrito al editor, al parecer podríamos haber seguido durante años y producir una obra con tantos volúmenes como la Enciclopedia Británica. Uno simplemente no puede inventar una teoría conspirativa tan ridícula y tan obviamente satírica que nadie la crea: siempre habrá alguien en algún lugar que ya creía en ella. Para aquellos que se quejan de que su conspiración favorita no está aquí, sólo puedo declarar que el espacio y el tiempo no son infinitos, sobre todo a mi edad. Pero adelante, quéjense de todos modos. Tal vez consiga un contrato para escribir una secuela.

 

“¡Oh, tiempo, dinero, arte y paciencia!”, como escribió Melville .

 

Una última palabra: Me he dado cuenta de que nadie puede sumergirse profundamente en estas aguas infestadas sin tener por lo menos de vez en cuando algunos destellos de verdadera paranoia – y no me refiero sólo a la idea de que algunas de las teorías más plausibles aquí presentadas pueda ser cierta, sino a preocuparse incluso por las más tontas de ellas. Por ejemplo, Mike Reynolds, un escritor que conocí en la década de 1970, después de haber sido contratado para hacer un artículo sobre las “mutilaciones de ganado” para una revista para hombres, sufrió un saqueo en su casa justo antes de enviar su borrador final. Vino a verme para hablar de sus temores, y les puedo asegurar que él era una persona muy cuerda y escéptica. No obstante, se sufrido de un ataque de ansiedad por la incertidumbre que sólo puedo llamar Síndrome de la Coincidencia Conspirativa: cuando uno investiga bastante sobre este tipo de material, cualquier contratiempo que le sucede - no sólo un robo, que perturbaría a cualquiera porque nos recuerda de nuestra vulnerabilidad, sino incluso las cosas “pequeñas”: ruidos telefónicos extraños, cartas dañadas (¿fueron abiertas?), u hombres de negro que merodean en la esquina pueden hacer que te preguntes: ¿Todo esto será realmente cierto, después de todo? ¿Me están probando o preparan un ataque preventivo? ¿Qué es ese sonido en el patio trasero?

 

No dejen que eso los moleste. Nos pasa a todos. Además, si dejan que eso los moleste, se volverán tan paranoicos como la mayor parte de los investigadores de conspiraciones de tiempo completo que he conocido.

 

Pero, claro, si yo soy un agente de la CIA o de los Rockefeller o alguien así, trataría de evitar que se alarmen demasiado por todo esto, ¿no cierto?

 

Que no seas paranoico no significa que no estén conspirando en tu contra.

 

¿Ya lo había citado?

 

Bueno, vale la pena recordarlo…

 



 



[1] Encuesta publicada por la revista George (noviembre de 1996), citada en Fortean Times, febrero 1997, p. 21.
[2] The Cantos of Ezra Pound, New Directions, 1975, p. 257.
[3] Los estudiantes de la escuela de semántica de Korzybski aprenden a decir hoja1, hoja2, etc., judío1, judío2, etc., en lugar de “la hoja” o “los judíos”. La mayoría de las teorías conspirativas no podrían sobrevivir a esta reforma. Imaginen una edición de MS. Magazine en la que no aparezca “los hombres”, sino sólo hombre1, hombre2, etc.
[4] Un análisis detallado de este Bucle Extraño aparece en Teoría de los Juegos y el Comportamiento Económico, de John von Neumann y Oskar Morgenstern, Princeton University Press, 1948.
[5] Ambos estudios son citados en Christian Science Monitor, 16 abril de 1997.