HIPERSTICIÓN –
Una Entrevista con Francisco Jota-Pérez
Por
Mazzu
Francisco
Jota-Pérez
Hace
un tiempo que vengo leyendo sobre la “Hiperstición”: una ficción que se hace
realidad; si bien la noción al principio me pareció un tanto vaporosa e
inasible, a medida que fui leyendo más sobre el tema, más comenzó a interesarme
y empecé a verle cierto paralelismo con varias de las ideas que Robert Anton
Wilson trazó en sus libros.
Buscando
más información, me acerqué a la obra de Francisco Jota-Pérez. Francisco
(Barcelona, 1979) es escritor y guionista. Es autor de las antologías Dionisia Pop! (editorial Grupo AJEC,
2007) y Antifuente (Viaje a Bizancio
Ediciones, 2008), así como de las novelas Hierático
(AJEC, 2009), Cinco Canciones de Cuna,
Orígenes del Lodo, Ciencia Raíz (integrantes de su esencial
Tríptico Linde para la editorial
Aristas Martínez), Aceldama (Origami,
2014) y Pasaje a las Dehesas de Invierno
(editorial Esdrújula, 2015), y del ensayo metaficcional Polybius (Antipersona, 2016), colabora habitualmente en
publicaciones especializadas en literatura de género, teoría cultural y
narrativa experimental tales como Supersonic,
Láudano, Proyecto Hermético o Kokoro.
Primero
leí un par de notas sobre la hiperstición en el blog Magufo Apocalipsis; allí –
en una entrada titulada justamente Hiperstición – hay un link a un video de una
charla de Francisco Jota-Pérez donde explica el término y el concepto de manera
muy clara, y otro link a su blog, donde encontramos la siguiente definición:
Hiperstición:
la superación de la superstición, la profecía autocumplida por el ensalmo del hype, elementos de ficción que se abren
paso a la realidad factible…
El
último segmento, “los elementos de ficción que se abren paso a la realidad
factible”, me resonó fuertemente con el concepto de la Operación Jodementes
(OM, por Operation Mindfuck)
desarrollado por los discordianos a fines de la década de 1960. En 1967, Kerry
Thornley convencido – tal vez – de la inocencia de su amigo Harvey Lee Oswald,
se vio implicado como cómplice en la investigación del asesinato de JFK,
reabierta por el fiscal Jim Garrison. A manera de desquite – y luego de
averiguar que uno de los ayudantes de Garrison creía en los Illuminati –
Thornley y RAW idearon una estrategia de contraofensiva de guerrilla: esparcir
desinformación de manera deliberada mediante cartas anónimas, publicaciones under, panfletos, etc. acusando a los
Illuminati del magnicidio, y señalando a Garrison y a sus ayudantes (y a muchas
otras figuras más, ellos mismos incluidos) como parte del complot. Así nació la
OM, y el germen de lo que sería la novela más conocida de R.A. Wilson
(coescrita con Robert Shea) Illuminatus.
Luego, la OM se les iría de las manos: Thornley terminó creyendo que realmente había formado parte del complot del asesinato de JFK, y Wilson fue acusado
innumerables veces de ser un Illuminatus o de ser un agente de desinformación
de la CIA.
Hace
poco me puse en contacto con Francisco vía Facebook, y le propuse hacer una
entrevista para este blog con el tema de la hiperstición como eje central, y él
accedió gentilmente.
Mazzu: Francisco,
¿podrías aclararnos un poco más este concepto de las “ficciones que se hacen
reales”? ¿Dónde surge el concepto de hiperstición y cómo ha evolucionado en los
últimos tiempos?
Francisco: El mejor modo
de precisar, de buenas a primeras, lo que es la hiperstición, es tirar de
análisis semántico de la palabra misma. “Hiperstición” es un neologismo formado
por el prefjo “Hiper-”, que vendría a significar “más allá de” o “superior a” y
la palabra “Superstición”, que se definiría como un “conjunto de creencias
irracionales”; así pues, la hiperstición refiere al modo en que algo que en
origen es (o parece) irracional va más allá de sí mismo, asciende un peldaño en
una hipotética escala de verosimilitud, para racionalizarse.
Dicho
de manera algo más formal: la hipersitición sería el fenómeno por el cual un
agregado semiótico, un conjunto de creencias, representaciones y construcciones
narrativas supersticiosas, se hace real a sí mismo.
La
expresión esencial de la hiperstición es lo que llamamos “Objetos
Hipersticiosos”, todas aquellas ideas (a las que a me gusta referirme como
“ideas-software”), construcciones y elementos de ficción que dejan de ser
estrictamente ficticios para pasar a formar parte de la realidad consensuada a
través del modo en que nos acercamos a ellos, primero apropiándonoslos
(naturalizándolos), luego ritualizándolos y finalmente validándolos.
En
cuanto al origen del concepto... Todo el asunto parte del Cybernetic Culture
Research Unit (CCRU), un grupo de investigación del departamento de filosofía
de la Universidad de Warwick (UK) formado por gente como Nick Land, Iain
Hamilton Grant, Ray Brassier, Reza Negarestani, Mark Fisher o Anna Greenspan,
allá por los convulsos años noventa del siglo pasado.
El
CCRU eran un puñado de hombres y mujeres ciertamente brillantes,
extraordinariamente influenciados por Deleuze y Guattari, y cuyo principal
objetivo era darle un vuelco a la filosofía y al campo de los estudios
culturales académicos a base de usar la ficción experimental, la física
especulativa, la literatura de género (todos ellos estaban obsesionados con
H.P. Lovecraft, William Gibson, P.K. Dick y Williams Burroughs), las
manifestaciones contraculturales (la performance, las raves, el lenguaje panfletario
de los fanzines), los códigos de los videojuegos, la ética hacker y cualquier
cosa que se encontrase en los márgenes del hecho cultural occidental como arma
con la que herir, si no de muerte al menos con la suficiente gravedad, a esta
cultura moldeada por el totalitarismo y la coerción capitalistas que nos ha
tocado vivir.
Así,
a través de lo que llamaron “Tácticas-K”, que es el conjunto de técnicas
basadas en esas “armas” que acabo de apuntarte y con las que estudiar la
intuición primera de que efectivamente parece que eso que llamamos Realidad
está cosido a base de ficciones autorrealizadas, llegaron a estructurar toda
una teoría, la de la hiperstición, que a día de hoy sigue refinándose y
extendiéndose incluso a campos como la física y la teología.
Mazzu: Robert Anton
Wilson solía hablar de la “realidad” como algo plural, los túneles y los mapas
de la realidad, y que esos túneles y mapas pueden cambiar cuando entramos en la
Capilla Peligrosa: un hecho o una
circunstancia fortuita que no encaja con nuestro concepto de “realidad” y que
nos deja transitoriamente sin mapas ni referencias. Volviendo al tema de la
hiperstición ¿te parece que ese punto dramático que RAW llamaba la Capilla Peligrosa puede actuar como un
‘portal’ para que la ‘ficción’ se vuelva ‘realidad’?
Francisco: Por supuesto,
aunque ni siquiera es necesario que el portal se abra mediante algo que pueda
interpretarse como traumático. Según la teoría de la hiperstición, el Objeto
Hipersticioso es “conjurado” a la Realidad mediante el modo en que nos
acercamos a ello, y esto puede producirse de forma natural y suave, porque esa
ficción sea simplemente eso que conocemos como “síntoma de los tiempos”, de
forma artificial a través de un hype riguroso e interesado, o como resultado de
algún tipo de crisis severa (pensemos, por ejemplo, en cómo la ficción “Tierra
Prometida a los Israelíes” se torna realidad material tras el final de la
Segunda Guerra Mundial y las inversiones económica, políticas y culturales
realizadas para la afirmación de lo que ahora es una Verdad casi absoluta).
Si
bien desde la hiperstición también se afirma que el Objeto Hipersticioso
introduce en Lo Real una serie de ciclos de retroalimentación cultural
potencialmente apocalípticos, entendido este “apocalipsis” en su acepción más
literal, la palabra griega que se traduce como “revelación”, como la
manifestación de una corriente oculta (una corriente histórica, política,
fenomenológica o directamente sobrenatural); y esto, obviamente, siempre es
susceptible de causar un trauma.
Mazzu: y hablando de
‘portales’ y de las cosas extrañas que los atraviesan, he visto que relacionas
a los Mitos de Cthulhu y la ficción lovecraftiana con el concepto de
hiperstición; ¿podrías explicarnos ese vínculo?
Francisco: Como te he
comentado, los padres de la cosa, la gente del CCRU, estaban obsesionados con
Lovecraft.
Una
de las características esenciales del Objeto Hipersticioso es que,
literalmente, funciona como un dispositivo de “llamada a los Primigenios”; la
hipestición pretende devolver la figura del “monstruo” a la filosofía y el
pensamiento en general, siendo este monstruo, al mismo tiempo, una expresión de
la futilidad antropocéntrica, de la absoluta contingencia del hombre en un
universo que en esencia es irracional e inmanente, una expresión de nuestra
incapacidad para acceder al conocimiento y de nuestra inevitable extinción, y
una bestia incognoscible situada al final de la línea histórica del Homo Sapiens Sapiens y que se alimenta
de tiempo y caos y retro-deposita desde el futuro, a lo largo de la misma línea
en cuyo extremo último se encuentra él, gérmenes extraños que percibimos como
“conciencia”, “progreso” e incluso “Historia” para que nunca le falte algo que
echarse a las fauces.
Y
el modo más eficiente hasta la fecha de simbolizar todos estos aspectos de la
criatura, tanto los psicológicos como los metafísicos y los metafóricos, es
mediante esas abominaciones cósmicas insondables y posthumanistas creadas por
el de Providence.
Mazzu: si comprendo
bien la noción, desde el punto de vista de la hiperstición, la propia
‘realidad’ podría ser considerada como una ficción o un conjunto de ficciones
consensuadas (algo muy similar a la perspectiva que Robert Anton Wilson plantea
en casi toda su obra, como decíamos antes) ¿consideras que el hype borronea los límites de la realidad
consensuada para ‘dejar entrar’ ideas que antes se consideraban inverosímiles?
O, preguntándolo de una manera más clara: ¿la hiperstición amplía esos límites
consensuados, o esa realidad consensuada absorbe a la ‘nueva idea’ asimilándola
y ‘normalizándola’ como un elemento más dentro de sus propias fronteras?
Francisco: La
hiperstición plantea, grosso modo,
que existe una esfera Ideal aparte de la esfera Real, y que los Objetos
Hipersticiosos no hacen otra cosa que desdibujar (como efectivamente afirmas,
mediante el hype) los límites entre
ambas. El corolario a esto, claro, lleva a plantear si acaso esa esfera de Lo
Real no será más que un súper conjunto de Objetos Hipersticiosos caídos desde
Lo Ideal, precipitados (entendido en
su acepción química, como ideas que cristalizan a causa de su densidad para
cambiar de estado).
Mazzu: cada tanto me
pongo al día con las teorías conspirativas en boga; algo que se nota a buenas y
primera en estos relatos es la desconfianza en el “relato oficial”, la creencia
de que las noticias (desde la noticia de un atentado hasta la inauguración de
los Juegos Olímpicos) son una fabricación destinada a engañar a la gente y/o
crear miedo para así tener controlada a la población, o que los grandes medios
son una herramienta del Poder para ‘programar’ la ‘realidad consensuada’ que la
mayoría de la gente acepta como la ‘única realidad verdadera’. Si bien no puedo
decir que creo en las teorías conspirativas en sí, no puedo negar que los
medios contienen un sesgo profundo que polariza a la opinión pública de manera
marcada, hypeando el ‘relato oficial’
y aplastando a los ‘relatos alternativos’; ¿podría decirse que los medios
masivos de comunicación (incluyendo a Internet, obviamente) son los principales
creadores de hiperstición en la actualidad?
Francisco: Los medios de
comunicación de masas, especialmente en estos tiempos, son una enorme pieza
básica para el funcionamiento (para la existencia misma, en realidad) del hecho
cultural, por lo que, obvio, son los principales conductores de objetos
hipersticiosos, especialmente aquellos que retroalimentan a otras grandes
hipersticiones como el Objeto Hipersticioso “Occidente Civilizado” (tan en boga
últimamente por su uso como opositor al Objeto “Oriente Bárbaro”) o, siguiendo
con lo sugerido en la respuesta a la anterior pregunta, el mismísimo Objeto
“Hecho Cultural”.
Y
es que, por lo general, un Objeto Hipersticioso no impacta en Lo Real por sí
solo, sino que al cristalizar, por su propia naturaleza de agregado
retroalimentado y acelerador de coincidencias consigo mismo, produce Objetos
más pequeños o derivados del Objeto principal que sirven para aposentarlo.
Por
ejemplo, y siguiendo agarrados a uno de los objetos hipersticiosos más grandes
y evidentes que podamos encontrarnos: el dinero es un pequeño Objeto
Hipersticioso (algo cuyo valor es meramente simbólico hasta que no es
consensuado y mayoritariamente aceptado), como lo son la bolsa de valores (un
sistema especulativo que dicta el valor del dinero), la ética del trabajo
protestante (una construcción ficticia que ha reformulado los ciclos vitales
humanos, cambiando su anterior condición agrícola por la condición industrial),
el biovalor (una ficcionalización de lo humano como sólo un conjunto de
síntomas, algo somático a lo que asociar un producto) o la necropolítica (otra
ficcionalización, ésta para entender lo humano como apenas un producto en sí
mismo), y todos ellos derivan a la vez que dinamizan y se nutren del gran
Objeto “Capitalismo de Libre Mercado”.
Clarísimamente,
los medios de comunicación contemporáneos, liberados de la necesidad de
“hypear” al Gran Objeto ya sobradamente instalado en Lo Real (hasta no hace
demasiado, la misma palabra “Capitalismo” era usada en los medios de forma
insistente y en modo explicativo, aunque sólo fuese en sus últimos días de uso
geralizado, como antónimo deseable del comunismo... Ahora ya no; últimamente se
evita a toda costa, e incluso se la menosprecia como término proveniente de
“otras épocas”...), sirven de vehículo para todos estos objetos hipersticiosos
“nutrientes” y derivados, facilitando que el ciclo de feedback y coincidencia
no se interrumpa o, por la misma esencia última del Objeto que hemos usado de
ejemplo, no desacelere ni deje de implementarse hasta su colapso
definitivo.
Mazzu: al ser un
espacio liminal constituido por personajes reales y ficticios, hechos y
ficciones, supersticiones, leyendas urbanas, etc. ¿consideras al mundo de las
teorías de conspiración como un terreno fértil para la hiperstición? Y ¿hay
algún o algunos ejemplos de ello?
Francisco:
Acogiéndome a la terminología que estoy usando, diría que las teorías de la
conspiración son de momento poco más que supersticiones, construcciones y
agregados semióticos irracionales que aún deben recorrer un trecho para
convertirse en hipersticiones. A pesar de lo que parezca a primera vista, creo
que la conspiranoia aún no ha sido lo suficientemente naturalizada como para
incidir de forma importante en la cultura.
Pero
estamos en ello. Como escritor, me interesan muchísimo las teorías de la
conspiración en forma de herramienta narrativa y suelo incorporar sus
mecanismos a mis novelas y relatos, despojándolos del “acto de fe” o de
“resistencia de fe” en ellos para tratar de racionalizarlos (por contradictorio
que esto pueda parecer) como lo que son, ficciones, y además ficciones con un
potencial vastísimo, susceptibles de ser adoptadas y ritualizadas para volverse
ciertas.
Algo
a tener en cuenta a la hora de establecer si algo es una hiperstición o no es
la cantidad de creencia o descreencia que se le asocia, ya que el Objeto
Hipersticioso se mueve fuera de esos parámetros. Una idea que se hace real a sí
misma es aquella que no necesita que creamos o dejemos de creer en ella, ya que
es competente por sí misma y se realiza más allá de los caprichos de nuestra
fe.
De
nuevo, un ejemplo: parte de mi ensayo Homo
Tenuis está construido alrededor de la tesis de que el SlenderMan es un
Objeto Hipersticioso de pleno derecho, una leyenda urbana (por tanto, una superstición)
convertida en algo real por asimilación, a partir del intento de asesinato por parte de dos niñas que pretendían ofrendarle la vida de una compañera a la
criatura. No defiendo esto porque las niñas creyesen que el SlenderMan era
real, sino porque el incidente aceleró las coincidencias con las
características esenciales del mito. El SlenderMan mítico se define
principalmente por acosar a menores y lavarles la mente, “secuestrarlos”
simbólicamente, y por aterrorizar a los adultos ejerciendo conceptualmente de
contenedor de todos los miedos asociados a algo que la mayoría no acaba de
entender del todo como es Internet, los nuevos usos comunicativos y la
velocidad a la que se mueve la información; lo que pasó con aquellas dos niñas,
pues, hizo que ese mito se materializase en la forma de un ente que tanto las
secuestró a ambas como provocó una reacción de pánico en la opinión pública, un
temor irracional causado por las dudas al respecto de cómo estaban asimilando
los niños los modos expresivos de la Red, que llevó incluso a que asociaciones
de padres denunciasen al autor de la foto retocada que inauguró el mito. Unas y
otros, pues, validaron el mito e, insisto, lo naturalizaron mediante
ritualización (la repulsa explícita y la admiración, la denuncia y la
aplicación de regulaciones no son sino formas rituales modernas) hasta hacerlo,
prácticamente sin querer, algo muy, muy real.
Mazzu: haciendo un
loop hacia el comienzo de la entrevista, esta idea del “Objeto Hipersticioso”
me trae muchísimas imágenes a la cabeza: primero (obviamente, ya que
influenciaron a la gente del CCRU) el concepto del ‘rizoma’ al que refieren
Deleuze y Guattari en Mil Mesetas,
pero también la idea de la Supermente y la aceleración hacia el Objeto
Trascendental al Fin de los Tiempos de Terence McKenna, el concepto de VALIS de
Philip K. Dick (que amplía en su póstuma Exégesis),
la ‘realidad daimónica’ de Patrick Harpur, la teoría paraufológica de Jacques
Vallèe del fenómeno OVNI como un sistema de control, una especie de termostato
regulado por el inconsciente colectivo, y hasta incluso la idea de Charles H.
Fort de que las ideas ‘están en el aire’ y se manifiestan a sí mismas;
¿podríamos trazar un paralelismo entre estas nociones y la teoría de la
hiperstición?
Francisco: Por supuesto.
Una parte especialmente interesante de la teoría de la Hiperstición es cómo
postula una figura denominada Régimen Cultural Especulativo Contemporáneo
(RCEC), un meta-órgano regulador teórico de la viabilidad de una construcción
supersticiosa para hacerse Objeto Hipersticioso. Al ser el RCEC algo
esencialmente incognoscible, que va mucho más allá de nuestra limitada
capacidad de acceder a ello o entenderlo directamente, éste sólo puede
teorizarse a base de metáforas (como la del Monstruo en el final de la Historia
del que ya te he hablado, o el Inconsciente Colectivo junguiano), y tanto la
Onda Temporal Cero como VALIS como la “mecánica daimónica” son modelos
metafóricos del todo válidos para aproximarnos conceptualmente a lo que diablos
sea eso que, de algún modo, “supervisa” o valida la hiperstición, otras formas
de acercarse a lo mismo con otras palabras.
Mazzu: Aleister
Crowley, al comienzo de su Liber O,
postulaba: “En este libro se habla de las Sephiroth y de los Senderos; de
Espíritus y Conjuros; de Dioses, Esferas, Planos y muchas otras cosas que
pueden o no existir. Es irrelevante si existen o no. Haciendo ciertas cosas, se
obtienen ciertos resultados; los estudiantes quedan severamente advertidos
antes de atribuirle realidad objetiva o filosófica a cualquiera de ellos”. Esto
me suena muy parecido a lo que tú decías sobre la hiperstición: “una idea que
se hace real a sí misma, y que no necesita que creamos o dejemos de creer en
ella, ya que es competente por sí misma y se realiza más allá de los caprichos
de nuestra fe”.
La
noción de un Objeto Hipersticioso que genera objetos hipersticiosos más
pequeños que a su vez lo retroalimentan y generan coincidencias me remonta a
los conceptos de la magia(k) crowleyana pero también a la sincronicidad
junguiana. Quienes hemos practicado diferentes formas de alteración de la
consciencia (meditación, magia ritual, utilización de sustancias psicoactivas,
etc.), hemos podido percatarnos que dichos métodos y las sincronicidades están
íntimamente unidas (al menos desde la experiencia personal); desde un tiempo a
esta parte vengo haciéndome una pregunta retórica (dada la naturaleza esquiva y
subjetiva de ambas): ¿la magia(k) genera las sincronicidades (que en realidad,
o mejor dicho, según Jung, son “acausales”) o simplemente amplía nuestra
conciencia de manera tal que nos hace capaces de percibir lo que ya estaba ahí?
Podría decirse que la magia(k) y las sincronicidades son un Gestalt o un
conjunto sinérgico imposible de desenredar, y volvemos a la idea de la profecía
autocumplida: ¿crees que este Gestalt es un ‘precipitador’ de hipersticiones (o
al menos de hipersticiones a nivel personal y subjetivo)? Y en todo caso, ¿hay
tales ‘niveles de hiperstición’ – personal, grupal, y colectivo?
Francisco: Personalmente,
no le presto ninguna atención a si hay o no niveles, o algún tipo de grado,
dentro la hiperstición como fenómeno. Por supuesto, hay Objetos Hipersticiosos
con mayor impacto sobre Lo Real que otros, Grandes Objetos que han llevado
incluso a cambiar la morfología del planeta y otros que se producen sólo en la
intimidad del hogar, entre grupos de amigos o dentro las dinámicas familiares,
pero me resisto a establecer una jerarquía porque aún considero que
prácticamente todo es importante (o prácticamente nada lo es, depende del
día...), de algún modo, por cuanto sirve para coser el tejido contextual en el
que debemos movernos a diario.
En
cuanto a lo que decías sobre la magia, soy muy aficionado a soltar cada vez que
tengo oportunidad mi definición favorita de esta, dada por el mismo Crowley,
aquella fórmula que reza que la magia es “la ciencia y arte de causar cambio en
conformidad con la Voluntad”; la clave ahí estriba en que esa Voluntad, con V
mayúscula, está atravesada de muchísimos procesos (de las sincronicidades a las
peculiaridades psicológicas, pasando por un montón de supersticiones, varias
hipersticiones en las que inevitablemente nos hallamos inmersos, condicionantes
físicos, condicionantes esotéricos, cosas que escapan a nuestra comprensión, daimones
susurrándonos al oído y un larguísimo etcétera), efectivemente casi imposibles
de desenredar.
Mazzu: hemos visto en
Facebook que estás realizando charlas y presentando tu nuevo libro Homo Tenuis;
¿Cuáles son tus proyectos actuales?
Francisco: Ahora mismo
estoy centrado en la presentación de los dos libros que han visto la luz este
año, Polybius (que publicó el pasado
febrero la editorial Antipersona) y Homo
Tenuis (que saldrá el próximo 12 de octubre en la colección Pop Kills de la
editorial GasMask), ambos ejercicios de teoría-ficción alrededor de la
hiperstición y el terrorismo ontológico, y también en la promoción de Nuestra amiga la luna, el cortometraje
irreal-ocultista que he co-escrito con el cineasta César Velasco Broca, y a la
espera de que se pongan a la venta un par de antologías en las que he
colaborado con dos nuevos relatos y de que se concrete el plan editorial para
mi última novela, que me gustaría que apareciese el año que viene.
Mazzu: ¡Mil gracias
por tu tiempo Francisco! Y ¡Salve Discordia!
Francisco: Gracias a ti.
Ha sido un gustazo responder a tus preguntas. ¡Hail Eris!
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Mazzu, 04 octubre 2016
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