Iniciación
a través de la Pesadilla
El Horror Cósmico y La Capilla Peligrosa
Por
Matt Cardin
Traducción:
Mazzu
Cuando
se produjo el primero de mis ataques de parálisis del sueño a principios de la
década de 1990, yo no tenía ni idea de que era el inicio de un período que después
llegaría a reconocer o a caracterizar como una iniciación espontánea de tipo
chamánico a través de las pesadillas. Yo no sabía que aquello iba a hacer
añicos las hipótesis psicológicas, espirituales, ontológicas, metafísicas, e
interpersonales que habían sido el cimiento de mi visión del mundo y de mi
experiencia diaria durante tanto tiempo que había olvidado que eran supuestos
en vez de hechos. Terence McKenna, entre otros, ha argumentado que, de acuerdo
con el mismo principio que mantiene a un pez ajeno a la existencia de agua, la
perturbación de la conciencia es necesaria para que lleguemos a ser conscientes
de la realidad de la conciencia como tal. Para mí esto se confirmó con un
impacto duradero mediante la experiencia de despertar de un sueño muy profundo
y encontrar un contorno oscuramente luminoso con una vaga forma humana, un ser
situado sobre mí a los pies de la cama que brillaba con rayos chisporroteantes
de sombra, y que representaba un agujero negro atronador y sui generis - destinado exclusivamente para mí - de una
singularidad negativa, una presencia cuya sola razón de ser era chupar y
aniquilar mi esencia. A la manera de los sueños y los daemones, la experiencia
era tanto cognitiva y emocional, a la vez que perceptual. No había separación
entre estas categorías generalmente discretas. Tampoco había una separación
entre las categorías del yo y lo otro, entre “yo” y la presencia atacante. El
horror era, literalmente, todo lo que había, todo lo que existía, todo lo que
era real - no como una reacción a una experiencia, sino como una simetría
orgánica e inevitable del ser. Yo no estaba horrorizado. La experiencia era
pura y simplemente horror.
Cuando
descubrí que esto no era un episodio aislado, sino una crisis en curso que
abarcó un período de meses y años, y cuando los efectos psíquicos comenzaron a
filtrarse en el mundo diurno y a contaminar la vida cotidiana con un distinguible
fondo estático, ineludible, e insidioso de pesadilla, supe que había sucedido algo
terrible. Había cruzado una especie de umbral, y el vocabulario más adecuado
para pensar y hablar sobre ello era el vocabulario del horror cósmico, que
había sido inculcado en mí por los años de lectura obsesiva de Lovecraft, de la crítica lovecraftiana, y de las
obras de toda una serie de autores asociados. Como he explicado anteriormente,
uno de los resultados de esta confluencia fue mi novela corta de terror “Teeth”
(Dientes).
Había,
sin embargo, otro vocabulario que podría haber utilizado, y habría
complementado al del horror cósmico de manera mutuamente iluminadora. Era el
vocabulario del cambio de conciencia y de alta rareza paranormal codificado en
la idea de la Capilla Peligrosa explicada por Robert Anton Wilson. Pero esto no
se me ocurrió hasta mucho más tarde.
*
* *
Al
momento en que estas cosas sucedieron, ya hacía años que estaba fascinado por el
encanto de los libros, la onda, y la guerrilla ontológica de Wilson. Illuminatus, la Trilogía del Gato de Schrödinger, The Illuminati Papers, The
Historical Illuminatus Chronicles, El
Ascenso de Prometeo, La Nueva
Inquisición, Psicología Cuántica,
Disparador Cósmico, y varios más de
sus libros eran textos canónicos para mí. Así que estaba muy bien informado sobre
su concepto de la Capilla Peligrosa, que era un tema central, y tal vez el tema central, no sólo en sus
escritos, sino en su vida. Y sin embargo, de alguna manera, no logré hacer la conexión
obvia entre ella y la espiral de mi crisis existencial-espiritual.
En
el prólogo de Disparador Cósmico
(publicado en 1977), titulado “Pensar en lo Impensable”, Wilson, cuyo nombre ya
había llegado a ser asociado con la idea de conspiraciones ocultas mundiales
debido a su coautoría de la trilogía Illuminatus!
- que él y Robert Shea escribieron con intención satírica épica - anunciaba “ya
no descreo en los Illuminati, pero tampoco creo en ellos”. A continuación
explicaba exactamente qué quería decir con esta afirmación extraña, y en el
proceso ofrece una definición o descripción de un estado particular de la mente
y el alma al que llama la Capilla Peligrosa, término que acuñó para referirse a
este estado, y ya es una parte regular del léxico de los buscadores espirituales
desde entonces:
En
la investigación de conspiraciones ocultas, finalmente uno se enfrenta a una
encrucijada de proporciones míticas (llamada la Capilla Peligrosa en el
ambiente). Uno sale de ella totalmente paranoico, o agnóstico; no hay un tercer
camino. Yo salí agnóstico.
La
Capilla Peligrosa, al igual que la misteriosa entidad llamada “Yo”, no puede
ser ubicada en el espacio-tiempo; es ingrávida, inodora, insípida e
indetectable por instrumentos ordinarios. De hecho, como el Ego, incluso es posible
negar su existencia. Y sin embargo, aún más similar al Ego, una vez que estás
dentro de ella, no parece haber ninguna salida hasta que pronto descubres que
ha sido traída a la existencia por el pensamiento y que no existe fuera del
pensamiento. Todo lo que uno teme está esperando con mandíbulas babeantes
dentro de la Capilla Peligrosa, pero si uno va armado con la vara de la
intuición, la copa de la simpatía, la espada de la razón y el pentáculo del valor,
encontrará allí (según las leyendas) la Medicina de los Metales, el Elixir de
la Vida, la Piedra Filosofal, la Verdadera Sabiduría y la Felicidad Perfecta.
Eso
es lo que siempre dicen las leyendas y el lenguaje del mito es poéticamente
preciso. Por ejemplo, si entras a ese reino sin la espada de la razón, perderás
la cordura, pero al mismo tiempo, si sólo tomas la espada de la razón sin la
copa de la simpatía, perderás el corazón. Incluso más notable, si te acercas
sin la vara de la intuición, puedes estar parado frente a la puerta durante décadas
y nunca darte cuenta que has llegado. Probablemente pensarás que sólo estás
esperando un autobús, o vagando de una habitación a otra buscando tus cigarrillos,
viendo un programa de televisión, o leyendo un libro críptico y ambiguo. La
Capilla Peligrosa es engañosa en esa forma.
Wikipedia
tiene un breve artículo sobre la Capilla Peligrosa que define el término en su
uso psicológico como “un término ocultista en referencia a un estado
psicológico en el que un individuo no puede tener la certeza de si es ayudado u
obstaculizado por una fuerza fuera de la esfera del mundo natural o si lo que
parecía ser la interferencia sobrenatural era un producto de su propia
imaginación”.
Hay
otra explicación en Maybe Logic, el
documental de 2003 sobre la vida y el pensamiento de Wilson, como se ve en este
fragmento esclarecedor:
En
el minuto 01:40, Wilson explica que
La
Capilla Peligrosa es una etapa en la búsqueda mágicka en la que los mapas
resultan ser totalmente inadecuados para el territorio, y uno está completamente
perdido. Y en ese punto obtienes un aliado que te ayuda a encontrar tu camino
de vuelta a algo que puedes entender. Y después de eso, durante el resto de tu
vida, te haces esta pregunta: ¿Ése aliado era un ayudante sobrenatural, o fue
sólo una parte de mi propia mente tratando de salvarme de volverme totalmente
loco con estas cosas? Entre las personas que conozco que han tenido este tipo
de experiencias, muy pocos de ellos han llegado a una conclusión absolutamente
certera sobre eso.
En
otro momento de la película, Wilson comparte algunos de los antecedentes
personales de su descubrimiento sobre la naturaleza ontológica y epistemológicamente
indeterminada de los encuentros con lo que parecen ser inteligencias y
entidades sobrenaturales y/o paranormales:
Alrededor
de 1973 estuve convencido durante un tiempo que estaba recibiendo mensajes
desde el espacio exterior. Pero entonces una lectora psíquica me dijo que en
realidad estaba canalizando a un antiguo filósofo chino, y otra lectora
psíquica me dijo que estaba canalizando a un bardo irlandés medieval. En ese
momento empecé a leer sobre neurología, y decidí que simplemente era mi cerebro
derecho hablando con mi cerebro izquierdo. Pero luego fui a Irlanda y me enteré
de que en realidad era un conejo blanco de 1,80 m de altura. Lo llaman el
Pooka, y los irlandeses saben todo al respecto.
De
nuevo, en Disparador Cósmico Wilson
escribió que cuando entras en este estado, cuando cruzas el umbral de la
Capilla Peligrosa y descubres que a pesar de que innegablemente están sucediendo
todo tipo de cosas extrañas y aparentemente imposibles, eres completamente
incapaz de decidir si son objetivamente reales o puramente imaginarias, “uno
sale de ella totalmente paranoico, o agnóstico; no hay un tercer camino”.
En
cierto sentido, sin embargo, nadie sale realmente de la Capilla Peligrosa. El
recuerdo de ella se convierte en una parte viva y presente de tu experiencia
cotidiana. Cuando Wilson dice que él personalmente salió siendo agnóstico, está
diciendo que salió con una comprensión y un sentido de las cosas permanentemente
alterados. La mayoría de las personas que se dicen agnósticas en realidad sólo son
racionalistas hedonistas, materialistas científicos, filisteos filosóficamente
sordos, y/o intelectualmente perezosos. Su supuesto agnosticismo es un fenómeno
puramente cerebral, a veces sincero, a veces simplemente frívolo, y en cualquier
caso no llega a sus núcleos. El agnosticismo de Wilson, por el contrario, era
existencial.
No
me daba cuenta en ese momento, pero mis experiencias de ataques aparentemente
sobrenaturales/demoníacos representaban una especie de sacudón epistemológico
que estaba calibrado para dar lugar exactamente a la misma comprensión de la indeterminación
ontológica, metafísica, y cosmológica. Y no fue hasta que realmente comencé a entender
y dominar este hecho, algunos años más tarde, gracias a estudios y lecturas de
amplio rango combinadas con varias conversaciones e interacciones en línea y en
persona, que descubrí que había una contracultura espiritual y filosófica existente
- gran parte de ella directamente asociada con el flamante movimiento del
neo-chamanismo, como vibrando en concordancia profunda con el renacido
movimiento psicodélico - cuyos miembros ya sabían todo acerca de este tipo de
cosas. Yo resulté ser el último en enterarse.
*
* *
El
término “Capilla Peligrosa” viene de Le
Morte d'Arthur de Sir Thomas Malory, que contiene un episodio en el que Sir
Lancelot visita dicha capilla y se resiste exitosamente a los intentos de
seducción de una hechicera llamada Hellawes. Aunque la historia de Malory es
aparentemente el primer lugar donde la Capilla Peligrosa es llamada así explícitamente,
este tipo de escenario - una capilla misteriosa donde un héroe se somete a una prueba
o tentación, mientras cumple con una misión sagrada - ya era un elemento básico
de las leyendas del Grial en la época en que Malory escribió y compiló su colección
ya clásica de cuentos del rey Arturo en el siglo XV.
En
1922 T.S. Eliot incorporó la Capilla Peligrosa al apocalíptico páramo cósmico
de La Tierra Baldía y, en las notas
que acompañan al poema, de forma explícita refiere al lector a otro libro para
explicar y comentar su uso central del motivo del Grial. “No sólo el título,”
escribió, “sino también el plan y una buena parte del simbolismo incidental del
poema fue sugerido por el libro de la señorita Jessie L. Weston sobre la
leyenda del Grial: From Ritual to Romance”.
Publicado
en 1920, From Ritual to Romance es
una obra emblemática de la erudición antropológica y mitológica en el que la
señora Weston, una investigadora y folclorista independiente especializada en
textos medievales artúricos, revela ostensiblemente vínculos entre los diversos
componentes de las leyendas del Grial y los mitos, creencias y rituales de los antiguos
cultos mistéricos pre-cristianos de Europa. Ella se centra especialmente en el
cuento del Rey Pescador, que en su forma primigenia/arquetípica implica a un
rey cuyo reino queda desolado cuando él mismo cae gravemente enfermo o se
vuelve impotente, y por eso envía un valiente caballero - Percival en algunas
versiones, Gawain en otros, o a veces algún otro - para encontrar el Santo
Grial, que restaurará la salud a todos. Hacia el final de la misión, el
caballero tropieza con la pesadilla Capilla Peligrosa (que, como se señaló
anteriormente, no siempre se llamó así, y a veces no es una capilla, sino un
Cementerio Peligroso), donde se somete a una prueba severa para finalmente
resurgir y traer a casa el Grial.
Los
comentarios y análisis de la señora Weston en de estas cuestiones son
oscuramente evocativos. Ella dedica sus energías a desarrollar la idea de que
las antiguas raíces de la leyenda del Grial en general, y la experiencia de la Capilla
Peligrosa en particular, residen en las historias más antiguas sobre una
iniciación terrible que implica una zambullida en el otro mundo, con consecuencias
posiblemente terribles que se extienden al reino físico:
Esta
es la historia de una iniciación (o quizás sería más correcto decir la prueba
de aptitud para una iniciación) llevada a cabo en el plano astral, que
reacciona con resultados fatales sobre el [plano] físico. (...) El ritual del Misterio
estaba compuesto por una iniciación doble, la más baja, a los misterios de la
generación, es decir, de la vida física; la más alta, a la Vida Espiritual Divina,
donde el hombre se hace uno con Dios. (...) La prueba para la iniciación
primaria, aquella iniciación a las fuentes de la vida física, probablemente
consistiera en un contacto con los horrores de la muerte física, de allí que la
tradición de la Capilla Peligrosa, que sobrevive en los romances del Grial en forma
confusa y contaminada, fuera una reminiscencia de la prueba para esta
iniciación inferior.
En
un momento ella reprende a algunos de sus colegas académicos por centrarse
exclusivamente en las supuestas raíces celtas de la tradición en cuestión, y
argumenta que tiene un pedigrí mucho más profundo y más amplio, tanto histórica
como espiritualmente, de lo que muchos estaban acostumbrados a imaginar:
Las
visitas al Otro Mundo no siempre son derivaciones del folclore celta. Si no me
equivoco la raíz de este tema está mucho más profundamente enterrada que en las
arenas movedizas de los cuentos populares y las leyendas de hadas. Yo creo que
es esencialmente una tradición de los Misterios; el Otro Mundo no es un mito,
sino una realidad, y en todas las épocas ha habido almas que han estado
dispuestas a enfrentar a la gran aventura y a arriesgarlo todo por la
oportunidad de traer de vuelta con ellos cierta seguridad para la vida futura.
Naturalmente tales aventuras pasaron a la tradición junto con los hombres que las
realizaron. Las primeras razas de los hombres se convirtieron en semimíticas,
sus creencias y sus experiencias fueron relegadas a una tierra brumosa, donde
sus figuras asumieron contornos fantásticos, y el registro de sus obras se fue
separando cada vez más y más de la precisión histórica.
Los
poetas y soñadores tejieron sus redes mágicas, y un mundo separado del mundo de
la experiencia real vino a la vida. Pero no era todo mito, ni todo fantasía; había una base de verdad y realidad
en los cimientos del desarrollo místico y la verdadera crítica no se contentará
con vagar en estas tierras encantadas, y con considerar todo lo que se reúne
como el resultado de la imaginación humana (...) Los romances del Grial reposan
finalmente, no en la imaginación de un poeta, sino sobre las ruinas de un
antiguo y augusto ritual, un ritual que en otras épocas era el guardián
acreditado de los secretos más profundos de la Vida. Expulsado de su alto estatus
por la fuerza implacable de la evolución religiosa - después de todo Adonis,
Attis y sus congéneres, no eran más que ‘semidioses’ que debieron ceder el
lugar cuando ‘los Dioses’ mismos arribaron – se negó a desaparecer; abiertamente,
en la práctica popular, dondequiera que el bienestar de la tierra pueda ser
asegurado; en secreto, en lo impenetrable de una cueva o montaña, o en el
aislamiento de una isla, donde los que ansían un contacto más razonable (no
necesariamente sensual) con las invisibles fuerzas Espirituales de la Vida que
el que ofrece el desarrollo ortodoxo del cristianismo, pudo - y así lo hizo -
encontrar satisfacción.
Toda
la leyenda del Grial, entonces, al menos de acuerdo a este análisis, puede leerse
como una historia codificada sobre una iniciación a veces terrible a realidades
sobrenaturales, con implicaciones que se extienden a lo físico, y la Capilla
Peligrosa es el lugar simbólico primario de este momento decisivo de prueba y
de transición.
Pero
- y esto es crucial - ¿es la Capilla Peligrosa necesariamente un lugar al que
vas, o quizás puede ser algo que viene a
ti? En Realidad Daimónica,
Patrick Harpur escribe provocativamente sobre varios tipos de iniciación a
realidades daimónicas/liminales /sobrenaturales, incluyendo no sólo las
habituales (pero demoledoras) experiencias chamánicas de muerte-y-renacimiento,
sino también el poder de la iniciación espontánea de los sueños, que está abierto a todo el mundo. Entonces, de repente pasa
a considerar un tipo separado de iniciación, que es cualitativamente distinta
del resto, y que ilustra haciendo referencia a la vida y obra de John Keel,
autor de The Mothman Prophecies y
muchos otros. Las palabras de Harpur, y lo que señalan, son impresionantes:
Consideraré
otra forma de iniciación. Cuesta describirla, y de hecho puede que no sea nada
apropiado llamarla “iniciación”, puesto que aparentemente no implica la experiencia
de muerte y renacimiento de los viajes chamánicos subterráneos y celestes. Pero
implica un cambio, en ocasiones dramático, en el receptor, a menudo en forma de
un desarrollado sentido del Otro Mundo y un mayor grado de sabiduría a la hora
de relacionarse con él.
A
diferencia de la experiencia chamánica del Otro Mundo como un reino daimónico
penetrado durante estados alterados de conciencia, este otro tipo de iniciación
sucede a la inversa: el Otro Mundo penetra en este mundo. Nuestra realidad
cotidiana es realzada, repleta de sincronicidades extraordinarias, trascendencias
y sucesos paranormales. Las personas que investigan lo daimónico son
particularmente proclives a ella, aunque puede ocurrirle a cualquiera que se dedique
a la persecución de algún tipo de conocimiento o verdad (¡todos los estudiosos
saben, por ejemplo, que el libro que necesitan puede caer a sus pies desde la
estantería!).
Termina
con una declaración que resuena y resuena con las leyendas del Grial con su terrible escenario iniciático daimónico
de la Capilla Peligrosa: “En otras palabras, es un tipo de iniciación orientada
hacia un objetivo y, como tal, podría decirse que es una búsqueda”.
Esto
es fascinante. Esto es revolucionario. Sin embargo, basado en mi propia
experiencia, y también en la de un puñado de amigos y conocidos, así como en el
testimonio de la ficción del horror cósmico con su vibrante y venerable tropo
de los inesperados y desagradables descorrimientos y rasgamientos del velo de
la realidad (ver Los Sauces y El Wendigo de Blackwood, La llamada de Cthulhu y La música de Erich Zann de Lovecraft La Secta del Idiota y Nethescurial de Ligotti, Los Sucesos en la Granja de Poroth y El Negro del Cuerno, de Klein) - sobre
la base de todo esto, me pregunto si el tipo de iniciación que Harpur describe,
en la que el Otro Mundo irrumpe en éste, podría no suceder porque alguien la
busca sino simplemente porque aquello
quiere suceder: espontáneamente, de forma inesperada, inevitablemente, e
irremediablemente.
Tengo
que preguntarme si sucede no como el resultado de una búsqueda, no porque uno lo
ha estado buscando, sino porque aquello
lo persigue a uno.
*
* *
Como
dice en esta grabación, Terence McKenna, al hablar de la socavación y
transmutación psicodélica de la experiencia de la realidad de una persona (tal
era la misión de toda su vida), brinda una explicación realmente idónea
de la Capilla Peligrosa:
Robert
Anton Wilson (...) acuñó el término Capilla Peligrosa. Esto es cuando sucede algo
en tu vida y todo comienza a encajar y a tener sentido, demasiado sentido, ya
que parece venir desde el exterior y parece querer decir que o estás perdiendo
tu cordura o de alguna manera eres el foco central de una conspiración
universal que está llevándote hacia algún avance inimaginable. En el camino al
misterio pasas por etapas de amar a todo el mundo, campos geométricos coloridos
en movimiento, vidas pasadas, lo que sea. Pero estos son sólo hitos en el camino.
Cuando finalmente llegas a “la cosa”, la forma en que sabes que has llegado es
que te quedas mudo de asombro. Vas a decir: “¡Dios mío, esto es imposible. Esto
es inherentemente imposible. Si la palabra imposible se inventó por algo es por
esto. Esto no puede ser!”. Ahí nos encontramos en la cancha. Estamos en
presencia de la verdadera coincidentia
oppositorum.
En
julio de 2012 fue revelado, a través de una lectura pública de un fragmento del
libro de las memorias de Dennis McKenna de próxima publicación, The Brotherhood of the Screaming Abyss: My
Life with Terence McKenna, que su hermano Terence sufrió una horrible
experiencia durante un viaje de hongos psicodélicos en 1988 o 1989, el cual resultó
ser tan traumático que lo hizo abandonar las drogas psicodélicas, a excepción
de pequeñas dosis en ocasiones poco frecuentes, por el resto de su vida. Esto
cayó como una bomba en la considerable comunidad que presta atención a este
tipo de cosas, ya que Terence fue conocido por defender dosis “heroicas” de
psicodélicos durante muchos años después en sus libros y charlas, y dado a que
Dennis afirmara en el extracto del libro que muchas de las cosas que Terence
continuó patrocinando en sus últimos años, incluyendo la mayor parte de sus
especulaciones más locas sobre el 2012, la Onda de Tiempo Cero, las
inteligencias alienígenas del hipermundo psicodélico, y la organización
espontánea futura de la inteligencia orgánica a través de la Internet global -
en otras palabras, las cosas por las que era más popular – eran sólo parte de un
show, simplemente una performance filosófica que le servían para pagar las
cuentas. El extracto fue leído en voz alta por Bruce Damer a una audiencia en
el Instituto Esalen, en un evento organizado por Damer y Lorenzo Hagerty
(anfitrión y creador del podcast Psychedelic
Salon) y titulado “Un Chapuzón Profundo en la Mente de Terence McKenna”.
Pero entonces, sorprendentemente, fue sacado de la página Web del podcast, y
Lorenzo puso una nota explicando que “a petición de Dennis McKenna y la familia
McKenna este podcast permanecerá fuera de línea de forma indefinida. También
han solicitado que los comentarios sean borrados... Por desgracia, dicho material
de su próximo libro era parte de un primer borrador y no será incluido en la
edición publicada del libro”.
Así
es como Dennis McKenna, en ese pasaje ahora perdido de The Brotherhood of the Screaming Abyss - que al menos alguien
astuto ha conservado en la forma de una transcripción parcial - describe la
horrible ordalía que cambió la vida de su hermano:
La
crisis fundamental y existencial de Terence llegó abruptamente, en algún
momento de 1988 u ‘89. Todo lo que pasó después de ese evento fueron efectos
colaterales. No sé exactamente cuándo sucedió, ni exactamente qué fue lo que
sucedió; Estoy reconstruyéndolo a través de lo que Kat [su esposa en aquél
momento] me ha dicho, pero ella me ha ofrecido pocos detalles, y yo me resisto
a sondear.
Sucedió
mientras vivían en la Isla Mayor (Hawái), y fue durante un viaje de hongos que compartieron
que fue absolutamente aterrador para Terence. Fue aterrador porque, por alguna
razón, el hongo se volvió en su contra. El espíritu gentil, sabio, y humorístico
del hongo que él había llegado a conocer y en el que confiaba como un aliado y un
maestro se arrancó la careta para revelar un abismo de desesperación
existencial absoluta. Terence repetía, al menos por lo que Kat me dijo, que se
trataba de “una ausencia de todo sentido, una ausencia de todo sentido”. Y esto
indujo pánico en Terence, y probablemente, especulo, la sensación de que se
estaba volviéndose loco. No pudo manejarlo. Los esfuerzos de Kat para
tranquilizarlo fueron infructuosos. Después de esa experiencia, él nunca volvió
a tomar hongos, y tomó otras drogas psicodélicas, como DMT y ayahuasca, sólo en
raras ocasiones y con gran renuencia.
Sea
cual sea el contenido específico de aquella experiencia psicodélica, debió
provocar el colapso cognitivo de la visión del mundo de Terence y precipitó su
crisis existencial, y lo más notable fue que él no lo vio venir. No lo vio venir.
- De Dennis McKenna, The Brotherhood of the Screaming Abyss: My Life with Terence McKenna,
fragmento ahora extirpado
Esto
me pareció extraordinariamente fascinante, no sólo porque es una mirada
reveladora a un lado hasta ahora desconocido de Terence McKenna, cuya vida y
sabiduría se han vuelto muy importantes para mí en los últimos años, sino
porque encaja con una especie de perfección irritante con lo que describí en mi
novela Teeth como el efecto psicológico/espiritual
ampliamente envolvente que experimenta el narrador cuando se inicia a la fuerza
en una experiencia de terror cósmico sobrenatural. Varios días después del
evento desencadenante, que ocurre cuando el narrador observa un mandala y lo ve
como una apertura hacia un abismo infernal de dientes devoradores, él se hace
consciente de un cambio catastrófico en su psique:
¿Cómo
había llegado a esto en tan poco tiempo? Poco menos de dos semanas antes, había
estado llevando una vida bastante satisfactoria con un futuro brillante en el mundo
académico. Hallaba placer en mi trabajo y en mi modesta vida social, incluyendo
romances ocasionales. Había poseído una intensidad intelectual y emocional
brillante que granjeaba elogios de mis profesores. Y sin embargo, todo eso se
había torcido y socavado en un tiempo sorprendentemente corto. Cuando intenté
considerar mi futuro no vi nada, excepto un túnel negro interminable orlado de experiencias
dolorosas y sin sentido. El futuro era un camino oscuro y vacío que serpenteaba
a través de un paisaje maldito hacia las ruinas de una ciudad muerta. El viaje
era una pesadilla y el destino un infierno. Mis antiguas metas y placeres
cubrían mi psique como los cadáveres secos de mis seres queridos, y no quería
nada más que hundirme en el olvido, no importaba si era el sueño o la muerte.
¿Todo
esto era realmente cierto? ¿Era mi vida, era la existencia misma, de verdad lo
que ahora percibía?: nada más que un breve interludio en una serie ininterrumpida de horror, un sueño a veces entretenido
pero en última instancia vano que estaba destinado a terminar con un terrible
despertar a la permanente realidad del caos, de la locura, de la pesadilla,
de...
-
Matt Cardin, Teeth
Que
esto describiera esencialmente el estado interno de mi propio mundo real cuando
lo escribí - un estado que había evolucionado inexorablemente de aquellos ataques
nocturnos y (aparentemente) sobrenaturales que drenaban mi alma - y que hoy,
unos diecisiete años después de que escribiera esa historia, se haga manifiesto
que Terence McKenna, representante del recientemente maduro y prometedor
renacimiento psicodélico, y una figura cada vez más importante en mi propio
panteón intelectual, puede haber tenido un encuentro transformador con
semejante vacío succionador de almas de la total y horrible ausencia de sentido
mientras estaba en comunión con su amada planta maestra - que todo esto sea
cierto no sólo me alarma, sino que refuerza la sospecha que ha crecido en mí a
través del tiempo, a pesar de que he encontrado mi manera de salir de ese infierno
mental-emocional-filosófico:
Todos
estamos jugando con fuego, aquellos que perturbamos activamente la conciencia, y
también aquellos que experimentamos este tipo de perturbaciones inducidas por poderes
externos a nuestro conocimiento y control. En palabras de la narración de
cierre de una clásica serie de terror semanal de TV, el aspecto pesadillesco de
la realidad daimónica, el aspecto al que los grandes escritores de ficción de horror
cósmico han accedido e ilustrado en sus obras “siempre está ahí, esperando a
que entremos en él, y a la espera para entrar en nosotros”. Esto no es una mera
expresión poética, ni es mero entretenimiento estético o intelectual para
aquellos atraídos por el lado oscuro de la ficción, el cine, la filosofía y la
espiritualidad. Esta es mortalmente real.
Wilson
habló de la Capilla Peligrosa en cuanto a la percepción de la llegada de un
aliado espiritual que nos ayuda a atravesar una crisis. Pero hay otro pasillo
de la Capilla donde los aspectos del aliado son decididamente más oscuros, y
dónde es terriblemente difícil de verlo y entenderlo como un aliado. El hecho
de que el aliado clásico en las tradiciones esotéricas y ocultistas
occidentales sea nuestro propio demonio, genio, o Santo Ángel Guardián, hace
que este aspecto oscuro de la experiencia sea aún más preocupante; este “yo
superior”, es un demonio o daimón que, de acuerdo con la antigua comprensión
occidental, representa el plan y diseño divino para nuestra vida - y que, en el
contexto de hoy en día podemos metaforizar como la “mente inconsciente”, sobre
todo en sentido junguiano – entonces: ¿qué significa cuando ésta, la más íntima y personal de todas
las posibles realidades psicológicas/espirituales aparece en la forma de una
presencia demoníaca para agredirte?