Fragmento de “Detonador Cósmico
III: Mi Vida Después de la Muerte” (Robert Anton Wilson)
Traducción: Mazzu Stardust
FUI ATROPELLADO EN LA SUPERAUTOPISTA DE
LA INFORMACIÓN
Éste no es un mundo normal.
--Batman
“Tal vez” es una caña muy débil
de la cual colgar toda tu vida, pero es todo lo que tenemos.
--Hannah
y sus hermanas
De acuerdo a fuentes confiables,
fallecí el 22 de Febrero - cumpleaños de George Washington - de 1994. No sentí
nada especial o chocante en ese momento, y creí estar todavía junto a mi
procesador de texto trabajando en una novela llamada La Novia de Illuminatus. Sin embargo, a la hora
del almuerzo, al revisar mi contestador automático, descubrí que Tim Leary y
otra docena de amigos habían estado llamando, intentando comunicarse conmigo, o
- si habían creído a las fuentes confiables - compartiendo sus pesares y
condolencias con mi desconsolada familia. Rápidamente descubrí que la noticia
de mi trágico final había aparecido en Internet, una de las redes informáticas más
populares, en la forma de un obituario de Los
Angeles Times:
“El célebre autor de
ciencia-ficción Robert Anton Wilson fue hallado muerto en su casa ayer,
aparentemente víctima de un paro cardíaco. El sr. Wilson, 63, fue encontrado
por su esposa, Arlen…
Wilson fue autor de numerosos
libros… fue famoso por sus puntos de vistas libertarios, su amor por la
tecnología y humor sarcástico. Tenía dos hijos… etc.”
Originalmente, esta necrológica
del L. A. Times fue ingresada a la red
por alguien en Cambridge. Inmediatamente pensé en los bromistas del M. I. T. -
los Gremlins del Ciberespacio, como alguien los bautizó -. Admiré la
verosimilitud artística del Gremlin que falsificó el obituario. Malinterpretó
mi obra (solamente 6 de mis 28 libros pueden ser clasificados como
ciencia-ficción, tal vez 3 como ciencia-facción). También, torpemente, le erró
a mi edad por un año y al número de mis hijos por uno. Pequeños toques de
incompetencia e ignorancia que ayudaron a crear la impresión de que se trataba
de un verdadero y sincero artículo del L.
A. Times -- como las sillas chirriantes, toses de fondo, diálogos
superpuestos, calidad de sonido escrupulosamente “mala” etc., que hicieron
parecer “verdaderos” a los noticieros artificiales de las dos mejores películas
de Orson Welles: Citizen Kane y F For
Fake. El falso obituario del L. A.
Times no podía competir con los engaños monumentales de Welles - por
ejemplo, con el show radiofónico prematuramente desconstruccionista “La Guerra de los Mundos”, donde
la música suave era interrumpida por noticieros ominosos confundiendo los
límites entre “arte” y “realidad” de toda una audiencia masiva -. Pero si bien
el artículo no tenía el peso de Welles, ciertamente contenía la mezcla
wellesiana entre arte y magia: en retrospectiva, incluso me recuerda un poco a
un show de arte surrealista de 1923, donde la audiencia se encontraba en el
jardín con un taxi - en cuyo interior llovía -, con un letrero que decía
gnómicamente:
DADA
NO HA MUERTO
VIGILEN
SUS SOBRETODOS
Siempre pensé que aquel doble
chapuzón de guerrilla ontológica (por Dalí y Bretón, respectivamente) condujo a
la audiencia más allá del surrealismo hasta el postmodernismo, es decir, al
Agnosticismo Total y/o a la desorientación terminal. Ciertamente, el arte y la
vida, y el arte y la magia nunca volvieron a ser desenredados con claridad para
satisfacción de los espectadores. En esta lucha por derrumbar la Cortina de Hierro entre
creatividad y “realidad”, tiendo a ver la farsa de los marcianos wellesianos
como el segundo paso más grande luego del surrealismo y, ejem, a veces,
inmodestamente, considero mi propio trabajo como un tercer paso. Pero el
Gremlin que me mató el 22 de Febrero, impulsó “la transformación de la mente y
todo aquello que se le parezca” (Bretón) un salto cuántico más allá de lo que
yo nunca había llegado. Provocó dolor y sorpresa verdaderos, si no, pánico
masivo wellesiano. Un amigo me contó que el primer artículo que vio, en
Compuserve, citaba la supuesta necrológica del Times y agregaba: “Esto es tan malo como cuando nos enteramos de la
muerte de Zappa. Voy a meditar en su memoria”. Otro cibernauta, una mujer, tecleó
todo un capítulo del Eclesiastés por mi memoria -- “Para todas las cosas hay
sazón, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su tiempo: Tiempo de
nacer, y tiempo de morir;” etc. -- y luego añadió “¡Ahora salgan y ENFIÉSTENSE
COMO A ÉL LE HUBIERA GUSTADO!”. Un boletín de “La Casa de los Apóstoles de
Eris, San Francisco” decía que “los intentos de contactar a Robert Anton Wilson
han sido infructuosos” -- ¿Mmmmh? -- no obstante, afirmaba que “RAW está vivo y
ocupado en trabajos religiosos” Creo que el autor de ese artículo intentaba
sonar poco convincente, especialmente para los iniciados en mis Novelas
Clásicas (los “trabajos religiosos” erisianos consisten en operaciones
jode-mentes y “shocks” en el estricto sentido masónico de la palabra) Él (o ella)
proyectó una sospecha contagiosa sobre otras negaciones posteadas en la net por
varios amigos que habían podido comunicarse conmigo. Ciertamente, los
conspiranoicos que habían seguido mi carrera desde Illuminatus, no creerían en
un reporte que admite, sospechosamente, que nadie pudo contactarme… Muchas de
las contribuciones a la controversia de muerto-o-vivo
parecían dudar en que si yo había muerto (o no) en Los Angeles o en San
Francisco. La más graciosa de todas afirmaba que yo estaba vivo, pero en Howt
(Condado de Dublin, Irlanda) – donde viví la mayor parte de los 80s:
“Contactado en su hogar en el Castillo
de Howth, Wilson dijo ‘los reportes sobre mi muerte han sido un tanto
exagerados. Aún puedo tambalearme un poco e incluso gastar alguna bromilla
ocasional’.”
A lo que algunos astutos,
reconociendo la chanza joyceana, respondieron: “¿No será el Castillo de Howth y sus alrededores?” La leyenda de Howth continuó circulando por la
red, y pronto incluyó la noticia de que yo había asumido la presidencia del
Comité para la Investigación Surrealista de las Afirmaciones de lo Normal
(CISAN) luego de la muerte de su fundador, el Profesor Timothy F.X. Finnegan, de la Universidad de Trinity – Dublin, y que el
CISAN todavía ofrecía $ 100.000 a cualquier “normalista” que pudiese presentar “una
persona, lugar, o cosa perfectamente normal – o incluso un ocaso ordinario. O
un día común”. Claro: Finnegan y el CISAN existen en cierto sentido, al igual que el Castillo de Howth, como ya sabrán
los lectores de mis obras – no en el mismo sentido en que existe la Estatua de
la Libertad, pero tampoco en el sentido enteramente metafórico en que existe la
Deuda Nacional o la Santísima Trinidad. Pero el resultado de todo esto fue que
comencé a preguntarme si no será que sólo existo de alguna manera semiótica o
metafórica, como una versión masculina y anciana de la Virgen. Digo, ¿Existo de
la misma manera en que existe el Castillo de Howth en Dublin, o en la manera en
que existe el Castillo de Howth y sus alrededores en Finnegans Wake? Recuerdo un
tratado espiritista que leí una vez (hojeo todo tipo de literatura extraña, con
eso evito creer totalmente en lo que los medios masivos nos dicen que es la
Verdad Oficial). Aquel tomo fantasmagórico afirmaba que los pobres espectros a
menudo no nos enteramos que hemos muerto hasta que algún médium nos “contacta” y
nos explica por qué la gente nos trata de manera tan ruda últimamente – es decir,
por qué incluso nuestras esposas e hijos nos ignoran categóricamente a menos que sacudamos
lámparas o golpeemos en código sobre la mesa. También había leído la hilarante “guerra
panfletaria” que mantuvo Jonathan Swift
con el astrólogo Patridge, donde discutían si Patridge había muerto o no
el día predicho por un astrólogo rival, Isaac Bickerstaff (“Bickerstaff” suena
mucho al propio Swift operando tras una máscara como era usual, como también
Lemuel Gulliver, el científico trotamundos, sonaba curiosamente parecido a
Swift; con esta cuestión aprenderemos mucho sobre la Realidad y las Máscaras) A
pesar de que Patridge insistía vehementemente en la continuidad de su vitalidad,
el argumento de Swift, un modelo de la sutileza celta, sostenía que el hecho de
que un hombre afirmara que no había muerto y que incluso así lo creyera, no
implica, lógicamente, que nosotros debamos dar crédito a su testimonio sin
pruebas que lo corroboren. Aquello dejó sin palabras al pobre Patridge (nunca
discutas con un intelectual dublinés) – y ahora yo también me sentía así.
Obviamente mi testimonio en el asunto no habría convencido a Swift, cuando
decidió hacer el papel de científico escéptico, y me pregunto si convencería al
CSICOP – el grupo opuesto al CISAN. El CSICOP (Comité para la Investigación
Científica de las Afirmaciones de lo Paranormal) cree que lo “normal” realmente
existe en algún lugar, y no sólo en un mundo espectral platónico. Aseveran que
existe en todos lados, y que no existe ninguna otra cosa. (Si vemos alguna de
las 10100 cosas no-normales de este mundo, ellos afirmarán que hemos tenido una
alucinación) Como escribió un famoso bardo:
Pensó ver un
cajero de banco descendiendo del bus
Miró de nuevo y
vio un hipopótamo
Recuerdo una
novela de Phil Dick, Ubik, sobre un
montón de personas muertas que no sabían que habían muerto, y que pensaban que
el universo había comenzado lentamente a transformarse en mierda. Si eso es lo
que me sucedió, no podría saberlo - por definición. Ese tipo de pensamientos
realmente pueden perturbar nuestra arquitectura mental, especialmente si uno
derrochó gran parte de su vida en la filosofía epistemológica y en extractos de
cannabis. Yo me he entregado a ambos vicios en muchas ocasiones, y temo haberme
convertido en un ejemplo horrible de Existencialismo Agravado. Peor aún:
también he escuchado a Albert Rosenfeld, un médico distinguido, dando una
conferencia sobre “muerte clínica”, diciendo “hemos avanzado mucho desde aquellos
días en que Marshall Dillon levantaba la sábana y decía ‘si, está muerto’. Ahora se
necesita un comité para decidirlo”. Pero estas dudas ontológicas se hicieron a
un lado cuando la CIA entró en el Viaje,
haciendo el papel de los Demonios Iracundos de éste bardo. Alguien (que firmó
como “Anon.”) ingresó lo siguiente en varias páginas de noticias de internet:
“LA CIA ASESINÓ
A ROBERT ANTON WILSON”
“Wilson no
murió por causas naturales. Fue asesinado. Temprano, ese mismo día, una
inyección con un veneno de efecto retardado basado en toxinas de mariscos le
fue suministrada a Wilson por agentes especiales del ESCUADRÓN SÚPER SECRETO DE
OPERATIVOS NEGROS de la CIA, utilizando una aguja especial hecha de un plástico
que se disuelve en el cuerpo sin dejar rastros. El cuerpo de Wilson fue
trasladado y cremado inmediatamente, salteando el paso habitual de la autopsia
POR ÓRDENES DE ARRIBA.
“Es claro por
qué los podere$ querían muerto a Wilson. Era un elemento peligroso; el gobierno
sólo puede gobernar si la mayoría no cuestiona el sistema (no importa quién sea
el que “mande”). Las minorías problemáticas pueden silenciarse discretamente,
mediante la ACCIÓN EJECUTIVA (asesinato), como sucedió con Wilson…”
“Antes, las
mismas agencias (CIA, NRO, DEA y el GOBIERNO FANTASMA BOLCHEVIQUE de
CFR/TLC/Bilderberger) neutralizaron al defensor del LSD, Timothy Leary, con una
neurotoxina que DESTRUYE LA MENTE e INDUCE ARTIFICIALMENTE A UN ESTADO SIMILAR
A LA SENILIDAD…”
“Se alienta la
diseminación de esta información. HAGA 30 COPIAS”
Bello como rata
de cloaca, pensé al leer esto. Ahora, cuando Tim le diga a la gente que yo no
he muerto, funcionaría como una nueva evidencia de su “senilidad”. Por supuesto, también
disfruté de la idea de que alguien, en algún lugar, me considerase tan
importante como para aterrorizar a la CIA y hacerles llamar a su ESCUADRÓN
SÚPER SECRETO DE OPERATIVOS NEGROS para eliminarme. (…)
Otros se
pusieron más bizarros:
“Tal vez el
gobierno instaló un RAW VIRTUAL en su lugar para apaciguar los miedos de la
gente. Ah, seguro, puede responder lo que quiera, pero yo sé que no es el
VERDADERO RAW.”
Pero mi
favorita entre todas estas contribuciones a los Mitos de Wilson fue agregada
por alguien con el apodo The Green One:
“No hay ninguna
toxina. No hay ninguna aguja. No has escuchado nada sobre una toxina. No has
escuchado nada sobre una aguja. No eran herramientas de la conspiración. No hay
ninguna conspiración. La toxina y la aguja, que no existen, no forman parte de
la conspiración, que tampoco existe. Fnord. Repite conmigo. No hay ninguna
toxina…”
Que puedo
agregar a este fragmento de guerrilla ontológica, excepto “¿Fnord?”