EL HORROR EN
HOWTH HILL
Fragmento de
E-mail al Universo de Robert Anton Wilson
Traducción:
Mazzu
Fueron
las lluvias, lo juro – las interminables e indescriptibles lluvias irlandesas –
las que nos empujaron al vacío. Mi viejo castillo gótico, situado en lo alto de
la colina de Howth y mirando hacia la bahía de Dublín, no sólo era húmedo,
frio, y oscuro (debido a las nubes omnipresentes), sino que además rápidamente
iba volviéndose un lugar ominoso, ruidoso y fétido. De hecho, lucía como el
escenario de una película de Bela Lugosi – un escenario adecuado, pensé
después, para el terrible encuentro entre el profesor Timothy Finnegan y J.R.
“Bob” Dobbs.
La
lluvia era continua desde hacía dos meses, dotando a todas las cosas de una
mohosidad pegajosa y enervante. En la biblioteca las páginas de los libros
comenzaban a pegarse, incluyendo las de mi apreciada copia de la traducción al
alemán del prohibido Necronomicon (Das Verichteraraberbuch, Von Juntz,
1848) y del perturbador y cuestionable Teratologica
Ontologicum de De Selby.
Rancid,
el mayordomo, se emborrachaba todos los días y yo no podía culparlo. Las
criadas – la morena y sensual Immaculata, y la rubia y pechugona Concepción –
no sólo eran lesbianas, como sospeché desde un principio, sino también adictas al
speed. Pasaban todo el día en su
cuarto inyectándose y haciendo el 69, inyectándose y haciendo el 69. Habían
descuidado totalmente sus tareas y el castillo entero había comenzado a lucir
como el fondo de una caja donde una gata había parido a sus gatitos. Adam, el
anciano jardinero, había estado volándose los sesos con LSD desde la tercera
semana de lluvia, y los terrenos tenían el aspecto fantasmal e innombrable de los
pantanos de Yuggoth rediseñados por Salvador Dalí. Si el maldito aguacero no
terminaba pronto, yo temía que todos nos volviéramos locos. Creo que yo mismo
me habría hundido en el letargo y la desesperación existencial de no ser por
mis reservas de mescalina y XTC.
Y
lo peor de todo: se acercaba la maldita Noche de Walpurgis, y el profesor
Finnegan había venido nuevamente para su visita anual.
Personalmente,
siempre me cayó bien Finnegan, quien no es un mal tipo en absoluto – a su
extraña manera. Pero siempre está en medio no sólo de un torbellino de
controversia académica, sino en el epicentro de una verdadera telaraña de
operaciones clandestinas: donde pisa Tim Finnegan, es seguro que la CIA y la
KGB merodean tras sus pasos, y el IRA e incluso el PLO pueden llegar a mostrar
interés, por no mencionar a los Caballeros de Malta,
los Illuminati,
el Priorato de Sión,
la Cruzada del Campus por Cthulhu,
y otras sociedades y cultos secretos cuyas reputaciones son repugnantes y sus
metas son inescrutables para el común de la gente. Algunas de ellas están más
allá de la comprensión para el escuadrón de vicios de Los Angeles o para los
especialistas en psicología anormal en el Instituto Kinsey, lo juro.
Como
es habitual, Finnegan tiene una nueva obsesión este año. Está determinado a
descubrir la dimensión exacta del pene de un gorila ficticio. Cualquier
académico ordinario, aunque excéntrico, decidiría escribir un artículo sobre
las dimensiones de la chonga de un gorila real, vivo o muerto, pero el viejo y
querido Timothy quería descubrir la magnitud del pilín de un gorila que ni
siquiera ha tenido existencia real – King Kong, del famoso film de terror de
1933. Naturalmente, tratándose de Finnegan, tiene razones para esto que ninguna
persona normal puede entender.
Él dice que el año 1932 (cuando King Kong
estaba siendo producida) fue un pivote en la evolución, en cierto sentido
místico que sólo él comprende.
“En
1932” me estaba diciendo durante el desayuno esta mañana, “murió Alice
Pleasance Liddell , y también John Stanislaus Joyce”.
“¿Y
quién carajo eran esos dos?” pregunté irritado.
“Alice
P. Liddell,” dijo sombríamente, “fue la modelo para Alicia en el País de las Maravillas. Charles Dogson y/o Lewis
Carroll – la personalidad dual más exitosa del mundo – la amó... mmmh, eh, ‘no
sabiamente, pero muy bien’. Muy bien, de todos modos, para evitar las
especulaciones de los freudianos. Y John Stanislaus Joyce era el padre de James
Joyce ¿Ve la conexión?”
Admití
que el vínculo me evadía.
“Alice
Pleasance Liddell o APL,” dijo Finnegan simplemente, “es uno de los aspectos de
Anna Livia Plurabelle o ALP, la supermujer que contiene a todas las mujeres en
el Finnegans Wake de Joyce”
“Ah”
dije. Parecía ser el único comentario adecuado.
“Me
he preguntado” continuó, “si uno puede igualar APL con ALP, ya que ambos son
iguales a 111, ¿qué hay del PLA?
Pero decidí que era irrelevante. Lo importante es que en 1932 no sólo murieron
Alice P. Liddell y John S. Joyce, sino que se logró por primera vez la división
del átomo, y fue descubierto el nonagésimo segundo elemento químico – el último
elemento natural, como verás. Por primera vez en la historia, la humanidad tuvo
acceso a la energía de las estrellas y poseyó un catálogo completo de los
ladrillos básicos con que está construido el universo.
“Y,
por supuesto, Roosevelt II fue electo en EE.UU. y Hitler en Alemania ese mismo
año, 1932, cuya suma numerológica, incidentalmente, es 15, el número de la
carta del Diablo en el Tarot. King Kong, ya ves, tuvo que emerger del
inconsciente colectivo en ese punto exacto, especialmente dado a que Cary Grant
había cumplido 28 años el 18 de enero de ese año”.
El
profesor Finnegan continuó en esa tesitura un largo rato, pero perdí el hilo de
su argumento – algo que les sucede muy a menudo a los lectores de sus libros,
según la queja de los críticos. Todo lo que pude recordar después es que Cary
Grant tenía 28 años cuando yo nací, y que el 28 es un número conectado con la
menstruación, la diosa de la Luna de los antiguos celtas, Bridget, y el vínculo
sincronístico que va desde la obsesión de Lewis Carroll por las niñas premenstruales
al hábito de Cary Grant de evitar las cenas de los Premios de la Academia para
quedarse en su casa, tomando LSD, y mirando la ceremonia del Oscar en la TV
mientras “reía incontrolablemente y saltaba sobre la cama”, de acuerdo al
testimonio de su tercer juicio de divorcio.
Eventualmente,
finalizamos nuestro pausado desayuno. Eran las diez treinta y los pubs ya
habían abierto, así que Timothy se puso su impermeable marrón (parece llevarlo
puesto desde 1904, creo) y salió en busca de inspiración irlandesa.
Yo
fui al estudio e intenté poner nuevamente manos a la obra con mi nueva novela
de ciencia ficción, El Amigo de Wigner,
que trata sobre un universo paralelo donde Moe Howard se hizo Papa y Adolf
Hitler emigró a los Estados Unidos y se transformó en un popular guionista de westerns. Como es usual en estos últimos tiempos, mi
creatividad se había humedecido con la lluvia deprimente, la ominosa y non
sancta risita similar a la de Peter Lorre del jardinero luego de que su dosis
diaria de LSD le hiciera efecto, y los extraños, fétidos, e innombrables hongos
que habían crecido en los muebles desde que las criadas se habían enganchado a
las metanfetaminas y habían dejado incluso de simular que estaban limpiando.
Rancid,
el mayordomo, entró tambaleando al estudio, se tropezó, derribó un jarrón Ming,
vomitó en la maceta del helecho, y me preguntó si yo necesitaba algo. Lo mandé
a su habitación sin rencor alguno. De cualquier manera estaba demasiado
borracho para comprender cualquier cosa que le dijera. Sin embargo, desearía
que no se pareciera tanto a Boris Karloff en su papel de mayordomo alcohólico
(y eventualmente homicida) en El Caserón
de las Sombras. La lluvia continuaba cayendo, y el cielo permanecía
encapotado y oscuro, llevando mis pensamientos hacia los temas más mórbidos
imaginables. En verdad me alegré cuando Finnegan retornó; lo hizo en un auto
conducido por un turista americano que había conocido en el Royal Howth, un tal
J.R. “Bob” Dobbs.
“Bob,
te presento a ‘Bob’” dijo con tono solemne. Pude ver que se había embuchado al
menos cinco o seis pintas de Guiness stout, y traté de no incomodarme o dejar
correr mi imaginación sobre el simple hecho de que “Bob” tenía una calcomanía
de la Cruzada del Campus por Cthulhu en el paragolpes de su Toyota. Los
estadounidenses suelen tener un sentido del humor extraño. Sin embargo,
mientras entrábamos al castillo, volví a mirar hacia el coche y me estremecí
involuntariamente al leer las palabras en el paragolpes:
¿Has abrazado hoy
a tu shoggoth?
Fuimos
a mi estudio, donde Finnegan, con su habitual y exuberante generosidad celta, abrió
una botella de mi mejor Tullamore Dew y le ofreció una saludable medida doble a
“Bob”. Me sentí complacido de que me ofreciera un poco a mí también.
“’Bob’
tiene algunos datos verdaderos sobre la chonga de Kong” dijo Finnegan de
repente, luego de finalizar el resto de la botella de un solo trago.
Levanté
una sola ceja inquisitiva, gesto que aprendí de las películas de Basil
Rathbone. “Bob” estuvo ocupado un momento volviendo a encender su pipa y luego
habló con un suave acento cansino de Texas.
“El
hombre promedio” dijo, “tiene una altura de entre 5.8 pies y 6 pies (1.70 m. y 1.80 m.), ¿cierto? Y una
erección humana promedio, al menos según mi esposa, ‘Connie’ – que es mucho más
experta que yo en lo que concierne a machos en celo – está entre las 5 y las 7
pulgadas (12 cm. y 17 cm.). Los tipos
que la tienen de nueve o doce pulgadas (22
y 30 cm.) que vemos ocasionalmente en las películas porno son fenómenos de
la naturaleza, como los watusis o los jugadores de básquetbol que pueden medir más
de dos metros de altura ¿me siguen? Así que el macho humano promedio,
estadísticamente, la tiene de unas 6 pulgadas (15 cm.) ¿Okay? Ahora, en el caso
de Kong, tenemos a un antropoide de unos 24 pies de altura (7 m.), como podemos
juzgar por la escena en el teatro. Eso significa que mide cuatro veces más que
un hombre de 6 pies de altura. Cuatro por seis es veinticuatro, así que a Kong
le mediría unas 24 pulgadas o 2 pies de largo (60 cm.)”.
“No
me sorprende que Fay Wray gritara tanto” dije. “Ella se hallaría en la misma
posición que la joven dama al pie del cañón del poema de T.S. Elliot”. Finnegan
alzó una ceja inquisidora (él también había visto un montón de películas de
Basil Rathbone) y cortésmente abrió otra de mis botellas de Tullamore Dew. Para
explicar mi acotación, recité las líneas inmortales de Miércoles de Ceniza:
A una joven dama al pie del cañón
Le gustaba que se la metieran hasta el riñón
Y un hombre con mucho resuello
Se la hizo llegar hasta el cuello
La tenía bien grande ¿no es así?
Finnegan
volvió a llenar nuestros vasos y se sentó en un sillón. Lucía preocupado.
“Bien”,
le dije alegremente, “su problema ha sido resuelto. No hay problemas con ‘Bob’
(there’s no prob with ‘Bob’)”.
“No
lo sé” replicó pensativo el sabio de Dalkey. “Tal vez estamos encarando el
asunto desde un ángulo totalmente erróneo. ‘Bob’ se refiere a Kong como una
criatura desde el punto de vista de la biología, cosa que enfáticamente es lo
que nuestro Gran Amigo no es en absoluto. Kong es una criatura mitológica, mmmh
eh... está en el inconsciente colectivo”.
“Seguro”
dijo “Bob” rápidamente. “Demonios, hijo, no existen los gorilas de veinticuatro
pies de altura en el mundo real. Pero si aceptamos eso en favor del argumento,
¿por qué carajos discutimos sobre Kong en primer lugar? ¿Cuáles son las
dimensiones de un mito, de un sueño, de un efecto especial? Contéstame eso”. Y
tomando el Tullamore Dew, empinó otro trago abundante. Pude ver que íbamos a
tener un día marchoso.
“Bien”
dijo Finnegan, “debemos buscar nuestra pistas en el mismo registro del
inconsciente colectivo. Kong es una Divinidad de la Naturaleza, por ponerlo de
alguna manera, y, considerando su concupiscencia – que en americano sería
calentura, ‘Bob’ -, específicamente, él es un Dios de la Fertilidad. Debemos
abordar el tema desde la perspectiva de la patapsicología”.
“¿Qué
quiere decir?” pregunté incómodo. A la distancia ladró un perro y, aún más
lejos, se escuchó el rumor ominoso de un trueno.
“Sabemos
una cosa sobre los Dioses de la Fertilidad” dijo Finnegan. “Los antropólogos
los llaman itifálicos y no sin razón.
Hacen que los sementales de las películas porno se vean diminutos en
comparación. Osiris es retratado en el arte egipcio con una pinga tres veces
mayor a la que uno esperaría ver en un hombre o en un dios de su tamaño. En
Grecia, Hermes usualmente era representado con una herramienta casi del tamaño
de su cuerpo – por lo que sus estatuas parecen una cómoda con el cajón del
medio bien salido hacia afuera. Y en lo que respecta a Finn Mac Cool, algunos
de los versos más poderosos de la épica feniana – las líneas más bellas de
nuestra tradición galesa, a pesar de que usualmente son eliminadas de la
traducción inglesa – lo describen virtualmente como un saltador de garrocha, pero
con la garrocha incorporada”.
“Demonios,
hijo” dijo “Bob” riendo, “esa es tal vez la leyenda más persistente de todas.
Cuando yo era joven, todo el mundo en los Estados Unidos creía que Dillinger la
tenía de veintitrés pulgadas (casi 60 cm.),y que había sido preservada en
alcohol en el museo Smithsoniano luego de su muerte. Más tarde, el mito le fue
adjudicado a un actor llamado Errol Flynn. A los crullers alargados, el tipo que ustedes aquí llaman berlinés, les decían Errol Flynns”.
“Entonces...”
interrumpí, afectado por la extravagancia, “cuando John Fitzgerald Kennedy fue
a Alemania y dijo ‘Ich bin ein Berliner’
¿simplemente estaba siendo diplomático, o estaba alardeando?”
Me ignoraron. “Dillinger y el Sr. Flynn se han
vuelto semidivinos en el folklore,” dijo el profesor empinando otro trago de
Tullamore Dew, “y por lo tanto, se espera que tengan atributos semidivinos, dos
o tres veces más grandes que lo normal. Los seres verdaderamente divinos tienen
más, mucho más. Considerando a Osiris y Hermes, diría que una divinidad la
tendría de un tamaño seis veces mayor al normal, como mínimo. Como espíritu de
la fertilidad, Kong no debería estar dotado con los 60 cm. que tendría un
verdadero gorila de siete metros de altura, sino que la tendría de unos tres
metros y medio”.
“Eso
concuerda con los libros de antropología que he leído” convine. “La teoría
primitiva dice que cuanto más grande la polla, más grande es la divinidad que la
ostenta”.
Pausamos
para considerar las ramificaciones patapsicológicas de nuestras teorías. Un
trueno retumbó cerca de mi castillo y los perros comenzaron a aullar con
ansiedad.
“¿Saben,
amigos?” dijo Dobbs, llenando su pipa nuevamente – comencé a reconocer el aroma
de lo que estaba fumando y comprendí por qué siempre tenía esa sonrisa de
satisfacción – “vengo de Texas, donde tenemos casi tantos católicos como hay
aquí en Irlanda. Hay un gran jaleo en la iglesia católica en estos días porque
algunas monjas se han vuelto feministas y están reclamando el derecho a dar
misa. El Papa se reúsa de plano. Dice que uno definitivamente debe tener pito
para realizar el sacramento”.
Finnegan
estaba hurgando en mi bar buscando más Tullamore y, al no encontrar ninguno,
abrió una botella de Jameson. “¿Por qué un sacerdote debe tener pito en la
liturgia católica?” dijo suavemente. “El sacerdote representa a Dios, que tiene
la Pinga más grande de todas – incluso más grande que la de Kong”.
“¿Qué
pasó?” objeté. “Hubo un salto cuántico o algo por el estilo aquí. Repita eso
para mí”.
“Usted
mismo lo ha dicho” replicó Finnegan. “Cuanto más grande la polla, más grande es
la divinidad que la ostenta. Y Yahweh, el dios judío que se transformó en el
dios del cristianismo, siempre afirmó ser más grande y mejor que los otros
dioses de medio oriente que competían con él. Debía estar dotado con un cipote
que haría que Osiris o Dionisos, por decir, se vieran impotentes en
comparación”.
“¿Cuán
grande sería?” pregunté desafiante. Si Finnegan y “Bob” con sólo dos botellas de
whisky pudieron deducir el tamaño de la chonga de Kong, yo estaba seguro que
con otra botella podrían hacer lo mismo con la de YHVH
“Bien,”
dijo Finnegan, “el mismo Yahweh no puede ser mucho más grande que Kong. Él
recorría el Edén al ocaso – sin aplastar los árboles y sin provocar ningún
desastre notable del tipo que Godzilla hubiera dejado a su paso. Le mostró su
trasero a Moisés y nadie en Grecia o Babilonia vio ese espectáculo cósmico.
“Yo
diría que no podría tener una estatura superior a los doce o quince metros de
alto. Biológicamente, eso nos daría de un metro a un metro y medio de verga.
Mitológicamente, si hubiera sido un dios de la fertilidad ordinario como Hermes
o Finn, tendría que haber tenido seis veces más que eso, es decir de siete a nueve
metros. Pero tratándose del Señor de los señores, el Rey de reyes, etc. debería
al menos doblar nuestras expectativas. Debería tenerla de unos quince metros.
Erecto, él sería simétrico, quince metros verticales de estatura, y quince
metros horizontales de verga, como una especie de F gigante sin el trazo
superior”.
“Comienzo
a sentir por la Virgen María el mismo tipo de simpatía que sentí antes por Fay
Wray” dije, apurando mi vaso de Jameson. Pero entonces me asaltó otra idea.
“Yahweh pudo haber tenido ese tamaño en los tiempos bíblicos. Las escrituras
están repletas de otras referencias que lo muestran con la misma altura que
Finn Mac Cool o Zeus, digamos. Pero él ha crecido durante la era científica.
Cada nuevo avance de la astronomía ha obligado a la tradición judeocristiana a
hacerlo más grande y, uh eh, más gaseoso de lo que era. Para la época de
Newton, debió tener al menos un tamaño de millones de millas para haber creado
el universo conocido. Y desde que hemos descubierto otras galaxias a partir de
la década de 1920, habrá crecido billones y billones de años luz – como
mínimo”.
“Si”
dijo “Bob” reflexivamente. “Para ser consistente con la cosmología actual, el
dios judeocristiano tendría que ser morrocotudo, por decirlo de alguna manera.
Y el tamaño de su chonga --- la mente se marea al considerarlo”.
“Sin
embargo, si aceptamos al cristianismo en cualquier sentido, incluso en el
metafórico como el Sr. T.S. Eliot,” murmuró Finnegan pensativamente, “esa
metáfora demanda una verga proporcional para su divinidad. Billones y
quintillones de parsecs desde el glande hasta la base. La única salida a esta
lógica es el sendero feminista. Castrar a la divinidad. Ya no tiene chonga. Él
ya no es un ‘él’. Un eunuco cósmico”.
“Bien,
también está el sendero feminista radical,” sugerí yo. “Él es ella”.
“Señor,
señor” dijo “Bob” confusamente, apurando un poco más de Jameson. “Ahora
tendremos que tratar de visualizar una vagina de quintillones de parsecs de
profundidad”.
Fue
en este punto, lamentablemente, que el whisky se me subió a la cabeza y comencé
a cabecear en mi silla. Amablemente, ni el profesor Finnegan ni “Bob”
intentaron despertarme, razonando que yo necesitaba descansar, y procedieron a
hurgar entre mis mejores coñacs, ahora que se había terminado el Jameson. En
ese estado hipnopómpico a medio camino entre la borrachera y el coma, yo era
semiconsciente, o soñaba que era semiconsciente, de la continuidad de la
conversación.
De
alguna manera, Finnegan y “Bob” divagaron desde la elevada contemplación de las
chongas divinas hasta volver nuevamente a King Kong, y estaban de acuerdo en
condenar las remakes baratas
producidas por algunos estudios japoneses y la caricatura abominable de De
Laurentiis. Es más: ambos pensaban que era tiempo de hacer una remake “sincera”, y rápidamente
esbozaron la idea de un filme que yo, en mi delirio, pude ver tan claramente
como si ya lo hubiesen filmado.
Esta
vez, Ann Darrow sería interpretada por Marilyn Chambers, sobre la base de que Detrás de la Puerta Verde, considerada psicoanalíticamente,
ya era parte de los mitos de Kong. Al igual que Fay Wray en la original, en la Puerta Verde Marilyn es raptada y
obligada a copular con un Espíritu de la Fertilidad divinamente dotado. “Bob” y
Finnegan concordaban completamente en que el super-semental negro de la Puerta Verde, con su mastodóntica
herramienta (y el hueso de “salvaje” en su nariz) representaba la misma fuerza
generativa primitiva que Kong. “La Pornografía” escuché que “Bob” decía con
profundidad, “sólo hace explícito lo que está implícito en el arte folklórico,
como Kong”.
En
la nueva King Kong, Marilyn Chambers
junto a un productor de porno, interpretado por Al Pacino, viajan a la Isla
Calavera para realizar el máximo filme húmedo épico. Kong aparece con su polla
de dos metros claramente visible en cada toma “¡Nada de hojas de higuera!”
exclamó “Bob” con énfasis. Dinosaurios gigantes y otros monstruos corren fuera
de control, como en la original, creando un gran caos para el equipo de
filmación, y Marilyn es rescatada por un miembro diferente del grupo cada vez
que está en peligro de caer presa de Kong o de alguno de los reptiles; y ella
expresa su gratitud en la manera tradicional de Chambers, para placer de la
mayoría voyeur.
En
el climax, cuando Kong corre salvajemente por New York buscando a su pareja,
Marilyn, su herramienta gigante horroriza a Andrea Dworkin, quien hace de ella
misma. Ella rápidamente reúne un grupo de quinientas señoras gordas de los
circos, que dominan al Gran Amigo y lo bajan sin necesidad de aeroplanos. Luego
lo emasculan sangrienta y detalladamente, en pantalla ancha a pleno
Technicolor.
Luego,
al órgano ofensivo le adosan un bloque de plomo y es arrojado al Río East para
que no vuelva a aparecer.
Mientras
Dworkin lidera una horda de feministas radicales en la celebración de la
victoria, hay un corte; pasamos a la sala de conferencias de una universidad y
el filme cambia a un estilo documental. Varios voceros principales del Comité
para la Investigación Científica de las Afirmaciones de lo Paranormal – p. ej. Carl
Sagan, Martin Gardner, James Randi, y Herr
Professor Sheissenhosen – están repartiendo su tiempo entre persuadir a la
audiencia de que los gorilas nunca crecen hasta los 7 metros de altura, y que
la película que acaban de ver ha sido una fantasía y por lo tanto es nefasta.
Sheissenhosen
toma el micrófono en primer lugar, pero su charla pronto degenera en desvaríos
incoherentes sobre el abuso de la cocaína en Hollywood, los complots de la CIA,
el “eje Vaticano/Mafia”, etc., y es persuadido gentilmente a ceder el podio.
Randi comienza denunciando a todos los que no están de acuerdo con él, diciendo
que son un fraude, que son malhechores y abusadores de niños.
Martin
Gardner le quita el micrófono y argumenta que todo el daño sufrido en el centro
de Manhattan no prueba la existencia de los monos gigantescos y que puede ser
“explicado mejor de manera científica y económica” suponiendo la caída de de un
meteoro gigante. Entonces el Dr. Sagan se acerca al podio y urge a todo el
mundo a tener cuidado de las ideas locas y fantásticas. Comienza a irse por las
ramas en una exposición lírica sobre los “billones y billones” de galaxias con billones y billones de estrellas, y se
dispone a seguir en esa tesitura cuando súbitamente una ENORME MANO NEGRA traspasa el piso y lo agarra de
los testículos.
En
este punto, caí en un sueño más profundo. Al rato, sin embargo, o bien desperté
totalmente o tuve la peor pesadilla de mi vida – nunca estuve muy seguro de
ninguna de las dos opciones -, pero me pareció que Finnegan había retomado el
tema de las dimensiones de las vergas de las divinidades, y argumentaba que el
catolicismo es el último sobreviviente de los antiguos cultos itifálicos del
Mediterráneo.
No
solamente uno debe tener pito para ser un sacerdote, decía, sino que el Papa
continúa insistiendo sobre eso porque la orden interna dentro de la iglesia –
creo que se refería a los Caballeros de Malta – todavía mantienen la creencia
antediluviana de que cuanto más grande la pinga, más grande es la divinidad que
posee, o posee más magnetismo animal, o más magiak, o algo por el estilo. Él
propuso una teoría totalmente nueva y chocante sobre la manera en que el
Colegio de Cardenales elige a los Papas y por qué este procedimiento siempre es
ocultado al público tras puertas cerradas sin revelar nunca los detalles.
Evidentemente,
él estaba sugiriendo seriamente que, al igual de que se requiere de un pito
para transformar un trozo de pan en el cuerpo de un judío muerto, se requiere
de la verga más grande del planeta para ungir a otros y pasar el poder para
realizar esta sorprendente transformación alquímica.
Mientras
lidiaba con este pensamiento, imaginando los cónclaves secretos de la Curia
como si fueran sesiones de casting para el papel principal masculino de una
porno, y preguntándome por qué Kong no había sido designado al menos como Papa
Honorario, el mayordomo Rancid súbitamente irrumpió en el cuarto empuñando una
ametralladora Thompson.
“¡Esto
ha ido demasiado lejos!” gritó con los ojos vidriosos y echando un poco de
espuma por la boca.
“Vamos,
vamos, viejo...” comencé a decir gentilmente, como debe uno proceder con los
borrachos.
“No
me vengas con lo de ‘viejo’, unitario pervertido” gritó histéricamente. La
ametralladora, que antes apuntaba a todos en general, ahora apuntaba
directamente a mis entrañas. “Yo no soy ningún maldito mayordomo. Soy el
Cardenal Luigi Mozzarella, de la Santa Oficina de la Doctrina de la Fe, y Gran
Maestro de la Soberana Orden Militar de Malta”.
Se
hizo un silencio “embarazoso”, o forzoso, o siniestro, mientras todos
digeríamos eso.
“Nosotros
no tenemos el Halcón Maltés, en serio” dijo “Bob” débilmente.
“A
la mierda con ese maldito pájaro” espetó el Cardenal Mozzarella. “Hemos perdido
ochocientos años buscándolo, y ochocientos años es más que suficiente para dar
por perdido un proyecto. Soy uno de los treinta y dos agentes asignados para
monitorear a los herejes, Finnegan, y esto es lo que temíamos. Ustedes
adivinaron los secretos internos de nuestra Santa Orden y deberán ser eliminados.
Todos ustedes”.
Levantó
la ametralladora y sentí la abrumadora sensación que Chandler, creo, definió
como ‘tener aguda consciencia de que uno no es a prueba de balas’.
“¡Bueno,
Luigi, suelta el arma!”
Todos
giramos para mirar hacia la puerta donde estaba Adam, el anciano jardinero,
aunque ya no lucía como un anciano. Se había quitado la peluca blanca y había
abandonado su postura encorvada. Era un hombre joven y peligroso, y sostenía un
rifle automático.
El
Cardenal Mozzarella soltó la ametralladora, estupefacto. Finnegan se abalanzó
hacia ella y la recogió.
“Permítanme
presentarme” dijo el extraño que antes había sido mi jardinero. “Soy Adam
Weishaupt IX, primus Illuminatus, y Gran Maestro de la Ordo Templi Orientus,
del Rito Escocés, el Rito de York, el Rito Egipcio, y del Rito de Menfis y
Mizraim. Resumiendo” resumió, “controlo todas las conspiraciones masónicas del
planeta. Hemos estado vigilándolo y protegiéndolo desde hace rato, profesor
Finnegan, ya que sabíamos que los Caballeros de Malta eventualmente atentarían
contra su vida”.
Finnegan
colocó con cuidado la ametralladora sobre el escritorio del rincón. De manera
distraída noté que “Bob” se dirigió en esa dirección y se sentó casualmente en
el borde del escritorio, reencendiendo su pipa. Justo en ese momento estallaron
las ventanas y las criadas, Immaculata y Concepción, irrumpieron en el salón
cargando sendas bazucas. “Suelta ese rifle, perro Illuminati” vociferó
Immaculata. “Ahora nosotras estamos al mando aquí”.
“¿Quién
demonios son ustedes?” resolló el Cardenal Mozzarella, obviamente descreyendo
que hubiese tantas conspiraciones congregadas en un solo castillo gótico.
“Somos
Altas Sacerdotisas de la Paratheo-Anametamística-Hermandad de Eris Esotérica, o
POEE”. (POEE fue pronunciado “púi”, al menos en su dialecto)
“¿Eris?”
chilló el primus Illuminatus.
“Eris,
diosa del caos, la discordia, la burocracia y las relaciones internacionales”
explicó Immaculata. “Nuestro eslogan es ‘la Desobediencia fue la Virtud
Original de la Mujer’. El mundo ha sido manejado durante mucho tiempo por
conspiraciones masculinas. Nosotras somos la primer conspiración totalmente
femenina”.
“Herejesssssss”
siseó venenosamente el Cardenal.
“El
inevitable balance yin a nuestras energías yang” murmuró pensativamente el
Illuminatus.
“¿Van
a matarnos?” pregunté, siendo práctico en lo referente a la situación.
“No,
claro que no” dijo Immaculata. “El Caos es el oficio natural de nuestra Señora.
Vinimos a evitar que se maten entre ustedes. Los queremos vivos a todos, así
pueden seguir esparciendo la disputa y la confusión, y el Caos siempre se
incrementará de manera constante. Salve Eris. Oh Salve Discordia”.
“Así
que vamos a pedirles” dijo Concepción “que muevan las armas hacia el centro de
la sala – con sus pies, por favor. Luego cada uno se retirará por puertas
separadas. Vayan en paz” añadió piadosamente, “y continúen predicando sus
falsas doctrinas”.
“Aguarden
un minuto, señoras,” dijo Finnegan. “Tengo que hacer una breve declaración. El
profesor Finnegan murió pacíficamente mientras dormía hace más de diez años. Yo
he estado personificándolo desde entonces. Soy un viajero del tiempo, en
vuestros términos. Nací en Damasco hace más de mil años. Mi nombre era Abdul
Alhazred y fui el primero en aprender el arte de la reencarnación positrónica.
En términos profanos, cuando un cerebro se desgasta por la edad, yo simplemente
muevo mi energía cuántica hacia otro cerebro. Me apoderé de Finnegan mientras
agonizaba y sencillamente continué la Gran Obra a la que ha estado consagrada
la Orden de los Hashishim durante un milenio – el retorno de los Grandes
Primigenios Superiores, o GPS, como los llamamos nosotros”.
“¿GPS?”
exclamó Immaculata sorprendida.
“Bueno,
es que están por todas partes” admitió Abdul, “pero son más poderosos que
vuestra Eris, o que ese tal Yahweh de la otra pandilla, o que cualquier otro de
esos dioses recientes y advenedizos. Y ahora que tengo a los líderes de todos
estos cultos menores reunidos en un solo lugar, invocaré al Gran Cthulhu para
que devore vuestras almas”. Entonces comenzó a entonar una letanía en una
lengua antigua y horrenda:
“¡Iä, Shub-Niggurath! ¡Cthulhu fhtagn!
¡Yog Sothoth neblod zin! ¡Iä! ¡Iö! ¡Nov shmoz ka pop! ¡Ph’nglui mglw’ nafl
nagcopaleen Baile atha Cliath wgah’nagl fhtagn Tsog!
Mientras
entonaba esta blasfema y espantosa invocación, el árabe loco comenzó a
metamorfosearse ante nuestros ojos, creciendo, hinchándose, transformándose en
un enorme tazón de yogurt verde, cambiando a un aguaviva con un millón de ojos
inyectados en sangre, luego en un pitbull con SIDA, después en un Procurador
General republicano, en un hombre lobo, y en cada una de las horribles
criaturas de pesadilla imaginables por un cerebro enloquecido por el hachís,
porque todas estas visiones horripilantes eran, ahora entiendo, aspectos
individuales de la monstruosidad múltiple que era Cthulhu, el Banquero
Interestelar, fuente de todo mal y de toda conspiración, inventor del punk
rock, y Devorador de Almas – ¡la Cosa en el Centro del Pentágono!!!.
Entonces
“Bob”, tan borracho que no recordaba quién estaba al mando, intentó patear la
ametralladora hacia el centro de la sala como habían exigido las Erisianas, y
el arma comenzó a disparar en todas direcciones. Me zambullí por la ventana y
rodé mareado sobre el césped, con mi cerebro trastornado por las trerribles
visiones que acababa de atestiguar.
Me
dijeron que los vecinos me encontraron vagando sin rumbo bajo la lluvia,
balbuceando de manera incoherente. Ellos llamaron a la ambulancia. Hace dos
semanas que estoy en la Clínica para alcohólicos St. John of God. Creen que los
horrores que yo murmuraba cuando me trajeron aquí indican un consumo desmedido
de whisky irlandés, y prefiero dejarlos pensar así. No me atrevo a contarles a
las buenas monjas de aquí cómo son elegidos los Papas, ni por qué es necesario
tener pito para realizar la transubstanciación de las moléculas durante la
eucaristía... o que, en el último momento de consciencia antes de que “Bob”
disparara la ametralladora accidentalmente, vi el rostro de Cthulhu, el amo de
este Universo de Muerte y reconocí que era mi propio rostro... porque la
transformación positrónica ha sido nuevamente consumada. Si, Abdul Alhazred
vive otra vez, porque yo soy él, y ahora sé que estaba equivocado durante mi
juventud al creer que el bien era mejor que el mal porque generalmente es más
agradable. Ahora sé, gracias a la memoria de muchas vidas a lo largo de mil
años, que el mal es mejor que el bien ya que al final siempre gana... ¡Iä!
¡Shrug-Yrsh’idrs! ¡Notary sojac! ¡Sinn fein amhain!
Finnegan
fue el filósofo irlandés más controvertido de mediados del siglo XX. Para
detalles biográficos, ver Dalkley
Archives, de O’Brien, Picador Books, Londres, 1976, y/o The Widow’s Son, de Wilson, New Falcon
Publications, 2004. Podrán encontrar lo más destacado del furor sobre Finnegan
en The Finnegan Code de Conneghen,
Ediciones de la Sociedad Antropológica Royal Sir Myles na gCopaleen, Dalkley,
1937; Teratological Evolution, de
Flahive, Ediciones del Instituto Bioquímico Royal Sir Myles na gCopaleen,
Dalkley, 1972; Finnegan: De onbekende
filosoof, de De Kosmos, Amsterdam, 1951; Finnegan – l’Enigme de l’Occident, de La Foumier, Universidad de
París, 1933; Finnegan Du Jhing, de
Han Tui Po, Universidad de Beijing, 1972; Finnegan:
Homme ou Dieu? de La Toumier (no confundir con La Foumier), Ediciones J’ai
Lu, París, 1904; Finneganismus und
Dummheit (6 vol.), de Sheissenhosen, Universidad de Heidelberg, 1942-52; La Estupidez de Sheissenhosen, de La
Puta, Universidad de Madrid, 1975; Ist Finnegan eine Droge oder haben wir sie
nur falsch verstanden? de Turn-und-Taxis, Sphinx Verlag, Basel, 1922; A Chara,
na caith tabac, de O’Broichnan, Ediciones del Instituto Zoológico Royal Sir
Myles na gCopaleen, Dalkley, 1992.
Los
Caballeros de Malta – o más propiamente la Soberana Orden Militar de Malta
(SOMM) -, con sus ochocientos años de antigüedad, son la “policía secreta” o
“buró de asuntos sucios” del Vaticano. Según el Covert Action Information
Bulletin #25, invierno de 1986, algunos de los miembros notables más recientes
de la SOMM son: el Dr. Otto von Hapsburg (uno de los principales organizadores
del infame grupo Bilderberg), Franz von Papen (el hombre que persuadió al
presidente von Hindenburg a dimitir y designó a Hitler como canciller de Alemania),
William Casey (el jefe de la CIA que murió de manera misteriosa durante las
audiencias del caso Irán-Contra), el General Mayor Reinhard Gehlen, el General
Alexander Haig, Roberto Calvi, Michele Sindona y Licio Gelli. En El Legado Mesiánico (Henry Holt, New
York, 1987), Biagent, Lincoln y Leigh han añadido a la listas de miembros de la
SOMM a Alexandre de Marenches, ex jefe de inteligencia de Francia, y afirman
que existen vínculos misteriosos entre la SOMM y el Priorato de Sión. Gordon
Thomas y Max Wittman, en El Año del
Armagedón (Corgi, Londres, 1984), aseveran que los miembros de la SOMM
actúan como correo entre el Vaticano y la CIA. La mayoría de los investigadores
disienten vehementemente de la acusación mal documentada de Hanfkops que alega
que De Selby, Flahive, La Toumier, Finnegan, y el oscuro La Foumier eran o son
miembros de la SOMM.
Los
Illuminati, orden fundada en Baviera en 1776, era (o es) una sociedad secreta
dentro de otra sociedad secreta, ya que todos los miembros eran francmasones
antes de ser invitados a formar parte de los Illuminati. Ver Revolución Mundial, de Nesta Webster,
Christian Back Club of America, Hawthorne, California, n.d.; El Camino de la Serpiente, de “Inquire
Within”, Christian Back Club of America, Hawthorne, California, n.d.; y Disparador Cósmico de Wilson, Falcon
Press, Santa Monica, 1987. La técnica Illuminati de formar una sociedad secreta
dentro de otra sociedad secreta fue imitada más tarde por los Molly Maguires,
un grupo revolucionario irlandés infiltrado dentro de la Antigua Orden de los
Hibernios, y por la P2 que reclutó sus miembros dentro de la Gran Logia de
Oriente de la francmasonería egipcia en Italia – a pesar de ser comandada, como
señalamos arriba, por tres miembros del servicio secreto del Vaticano, la SOMM.
El profesor Flahive pasó por grandes momentos de stress personal cuando comenzó
su campaña para convencer a la comunidad erudita de que Hanfkopf en realidad
era el líder de una conspiración Illuminati contra Finnegan.
Según
Paoli (Les Dessous d’une ambition
politique, Hurhaus Verlag, Basel, 1973), el Priorato de Sion es una
conspiración política seria de aristócratas franceses francmasones que intentan
restaurar la monarquía en Francia. Según De Sede (La Race Fabuleuse, Editions J’ai Lu, París, 1973), el Priorato
desciende de supehumanos nacidos del apareamiento entre antiguas tribus hebreas
y extraterrestres de Sirio. Según Biagent, Lincoln y Leigh (El Enigma Sagrado, Delacorte, 1982), el
Priorato desciende de la línea real de Jesús y María Magdalena. Según Michael
Lame (Jules Verne, Initiate et initiateur,
J’ai Lu, París, 1985), el Priorato es una fachada de los Illuminati, y las
novelas de “ficción científica” de Verne son sutiles manuales de reclutamiento
Illuminati. Finnegan afirma (Omni qua
sunt, Ediciones de la Sociedad Filosófica Real Sir Myles na gCopaleen,
Dalkley, 1957) que el eje Illuminati/Priorato es un intento de esparcir la
iluminación eléctrica por todo el mundo, para hacer desaparecer las “moléculas
teratológicas” que se mueven hacia atrás en el tiempo y generan Caos, pero esto
debe ser considerado como uno de los más imaginativos vuelos del sabio de
Dalkey.
La Cruzada
del Campus por Cthulhu ha sido señalada como responsable por la reciente ola de
asesinato de niños y mutilación de ganado atribuida anteriormente a los
satanistas; ver El Culto a Cthulhu, los
Banqueros Interestelares, y el Punk Rock, del Rev. Jedidiah Blather, True
Christian Book Club of America, Tulsa, 1987. Aunque muy pocos dan crédito a
esta loca acusación, la CCC es definitivamente responsable de las calcomanías
para paragolpes que dicen cosas como ME HA ENCONTRADO; ABDUL ALHAZRED NO ESTABA
LOCO; YOG SOTHOTH NEBLOD ZIN; etc. Los intentos de Von Hanfkopf de vincular al
profesor La Puta con el CCC pueden ser descritos como flojos y (como dijo
Ferguson) “torpes intentos desesperados”. Fue luego de que Ferguson emitiera
esta opinión en la BBC que la policía de su pueblo natal, Loch Pookah, recibió
unas cartas que afirmaban que él, Ferguson, era el destripador de Yorkshire.
Dichas cartas estaban escritas en un inglés burdo (“como el de los Katzenjammer
Kids”, según lo dicho por el inspector MacAndrew, quien llevaba adelante la
investigación) y tenían estampillas de Heidelberg.
La
controversia Finnegan/CSICON originalmente hizo erupción en forma de una manía
política luego de que el profesor Sheissenhosen (ver su Werke, vol. XXIII, pp. 506-666ff.) realizara la acusación de que
parte del dinero malversado del Banco Ambrosiano de Milán a principio de los
80s (maniobra realizada por el presidente del banco, Roberto Calvi, y sus
asociados en la conspiración de la P2) había sido “lavado” a través de una
cuenta bancaria de Dublín que Finnegan supuestamente usaba para financiar al
terrorismo del IRA en Irlanda del Norte. A pesar de que esta acusación no
estaba corroborada, el profesor Flahive la refutó de manera extensa (Procedimientos del Real Instituto de
Relaciones Exteriores Sir Myles na gCopaleen, vol. LVI, pp. 309-417) y fue
después de esto que la División Especial de la Gardia (la policía de la
República de Irlanda) comenzó a recibir cartas con estampillas de Heidelberg (y
en un inglés pésimo) acusando al mismo Flahive del tráfico de armas para el
IRA. Esto fue inmediatamente luego del desafortunado y muy debatido incidente
que involucraba al profesor Flahive y a la Niña Exploradora de catorce años de
Sallynoggin, y el angustiado erudito - un devoto católico y conservador –
comenzó a lanzar acusaciones locas sobre “complots intencionales” y que “le
habían tendido una trampa”, cosa que triste y eventualmente degeneró en las
mismas tácticas utilizadas por Sheissenhosen, afirmando que el filósofo de
Heidelberg había estado asociado al apparat
de la Gehlen y a la rama “rusa” de la CIA – el grupo que bajo el comando del General
Mayor Reinhard Gehlen (Caballero de Malta y ex jefe de inteligencia del
ejército de Hitler) llevó a cabo tareas de espionaje dentro de la misma Unión
Soviética. Claro que la tosca (e inefectiva) carta-bomba enviada en este punto
el profesor Flahive, a pesar de tener el matasellos de Langley, Virginia, pudo
haber sido enviada por cualquiera (y uno asume que la CIA al menos es lo
suficientemente espabilada como para no mandar por correo un artefacto de ese
tipo desde una ciudad universalmente conocida por ser su cuartel
internacional); pero luego de que Roberto Calvi, presidente del Banco
Ambrosiano, fuera encontrado colgando del puente Blackfriars en Londres esa
misma semana, y su secretaria, la Srta. Graziella cayera (o fuera empujada)
desde una ventana de la oficina del banco en Milán, la paranoia pura descendió
sobre aquellos cercanos a Finnegan o incluso en los que estaban involucrados en
las discusiones matemáticas abstractas sobre el “tiempo plenuminar” y las
“moléculas teratológicas” de Finnegan. Como remarcó La Puta incisivamente “todo
el furor sobre Finnegan ha degenerado en el peor follón académico desde la
locura sobre Bacon-Shakespeare”
“PLA” es
el término jergal dublinés para el Portlaois Lunatic Asylum, la institución
psiquiátrica que, según afirman muchos detractores de Finnegan, será su último
destino. Como escribió La Foumier (Finnegan
– l’Enigme de l’Occident, p. 23) “mientras muchas cosas referidas al sabio
de Dalkey permanecen en disputa, nadie ha negado que él ha tenido un número mucho
mayor de ideas sorprendentemente originales que cualquier filósofo en la
historia que no haya residido en una celda de paredes acolchadas”. La
afirmación de Sheissenhosen de que Le Fournier era una máscara, una minucia,
una ficción, un pretexto detrás del cual Finnegan escribía comentarios sobre sí
mismo - en francés, nada menos -, no ha sido verificada de manera conclusiva, y
La Puta asevera haber refutado enteramente esta teoría en La Estupidez..., op. cit. Luego de que esta obra fuera publicada,
la policía española comenzó a recibir cartas, con el matasellos de Heidelberg,
alegando en un mal español que La Puta era el principal traficante de opio en
Madrid y un agente de la KGB. Los intentos del profesor Hamburger de vincular a
La Puta con los Illuminati (Procedimientos
de la Sociedad Musicológica de Londres, vol. XXIII, pp. 7-133), sin
embargo, parecen estar bien documentados y poseen cierto mérito, a pesar de que
el argumento de Hamburger de que era La Puta, no Finnegan, el que lavaba dinero
de la cocaína para la P2 está lejos de ser convincente. Como documentó Penny Lernoux
en su libro Esos Bancos en los que
Confiamos (Anchor Press/Doubleday, Garden City, New York, 1984), la mayor
parte del dinero de la cocaína pasaba a través de la Corporación Financiera
Mundial en Miami y la Banca Cisalpina Exterior en las Bahamas, propiedad del
finado Roberto Calvi y del Arzobispo Marcinkus. El argumento de Yallop (¿Por Voluntad de Dios?, Bantam, New
York, 1984) de que Calvi y Marcinkus colaboraron en el asesinato del Papa Juan
Pablo I es, por supuesto, altamente especulativo.
Mas tarde,
a menudo he pensado que esta fue la conversación que inspiró el ensayo más
controvertido de Finnegan “¿Puede la Diosa Crear una Piedra Tan Pesada Que Ni
Ella Pueda Levantar?”, que él de manera optimista envió a varios periódicos
feministas radicales en San Francisco. Luego de esto, el grupo WITCH (Women’s
International Terrorist Conspiracy from Hell) comenzó a realizar piquetes
frente a la casa de Finnegan en Dalkey. Desafortunadamente, Flahive, en su afán
de de defender a Finnegan contra sus detractores, intentó demostrar que el
grupo WITCH era una “fachada” de los Caballeros de Malta. Si Flahive no hubiera
sido un ex agente de la CIA que, al igual que Kerfooey, coincidentemente había
estado presente en la Plaza Dealey el 22 de noviembre de 1963, ni siquiera el
intempestivo Hamburger hubiera afirmado que había evidencia de juego sucio en
la subsecuente y trágica muerte de Flahive debida a un accidente de caza con el
profesor La Puta.