PINTOR ENCARCELADO
POR COMETER
OBRAS MAESTRAS
POR ROBERT ANTON
WILSON, FRAGMENTO DE “DISPARADOR CÓSMICO III: MI VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE”
(1995)
“¡Lógica!” - gritó la rana.
“¡No hay lógica en
esto!”
-Mr. Arkadin
Puedo vivir sin
Dios.
No puedo vivir sin
pintar.
-Vincent y Theo
En agosto de 1968
el gobierno español encarceló a un hombre en la isla de Ibiza por haber creado
una larga serie de bocetos y pinturas - obras preciosas e intensamente líricas
que los Expertos en Arte habían
proclamado universalmente como obras maestras.
El encarcelamiento
de este creador de obras maestras no representó una censura en el sentido ordinario
- sobre lo erótico o lo religioso. Nadie llegó a acusar al artista de
incorrección política. Fue condenado por
una cuestión técnica - es decir, había firmado con el nombre equivocado en sus
obras... o varios nombres equivocados, de hecho. Nombres como Picasso, Van
Gogh, Modigliani y Matisse, por ejemplo.
No es que alguien
supiera por entonces, o sepa ahora, con qué nombre debería haber firmado el hombre. Generalmente, cuando el caso es
recordado, la gente se refiere al prisionero de Ibiza como El Myr o Elmyr de Hory,
pero ninguno de esos títulos tiene ninguna pretensión de eminencia especial
entre sus muchos alias. En su larga carrera, el pintor había utilizado estos
dos nombres, pero también había utilizado Baron Elmyr von
Houry, Elmyr Herzog, Louis Cassou, Baron Elmyr Hoffman, Joseph Dory, E. Raynal
, Joseph Dory - Boutin y varios más - tal vez hasta un centenar de seudónimos,
según Francois Reichenbach, un
supuesto Experto en este caso.
Un problema con
Reichenbach como Experto: él admite
haber comprado y vendido algunas de las falsificaciones de “Elmyr”. Otro problema:
que más tarde colaboró (con Orson Welles, nada menos) en un ftlm - F for Fake - que a la vez exponía
totalmente a “Elmyr” a la luz, o creaba toda una nueva serie de mitos sobre
“Elmyr”, dependiendo a cuales Expertos
decida uno creer.
(El propio Welles
ha dicho - en el documental de la BBC “Orson Welles: A Life in Film” – que
“Todo en esa película era falso”. Pero para el post-modernismo, todo el arte
constituye una falsificación o una máscara, en el sentido aristotélico de ser la
imitación o falsificación de algo más, y en un nuevo sentido no-aristotélico
vamos a explorar mientras avanzamos más profundamente en la oscuridad. Tenemos que
pensar detenidamente antes de decidir si Welles hablaba literal o
metafóricamente al describir a F for Fake
como una falsificación en sí misma.)
Cualesquiera sean
los hechos - si todavía nos atrevemos a hablar de “hechos” en esta edad de
situacionismo y deconstruccionismo – y como cuestión de conveniencia
tipográfica, nos referiremos de aquí en adelante al prisionero de Ibiza como
Elmyr sin comillas dudosas y sin ningún tipo de adivinanzas acerca de su
apellido - si es que tenía uno, al igual que los humanos ordinarios, y no llegó
aquí en una nave espacial... en sus últimos años él prefería “Elmyr”, y Elmyr
se le llamará. Y, para aquellos a quienes no les gusta ver en repetidas
ocasiones palabras que no saben cómo suenan, en húngaro, “Myr” rima con “deer”,
y “Elmyr” tiene aproximadamente el mismo ritmo de “cold beer” o “my ear”. Sólo
digan “cold beer, my ear, shake spear, Elmyr” y no tendrán más problemas con el
sonido de esa palabra mientras leen.
Elmyr cumplió sólo
dos meses en la cárcel y luego los españoles expresaron aún más el descontento por
su profesión elegida expulsándolo de su país durante un año, y porque además tenía
la reputación de ser un homosexual ostentoso, o en el argot pop, un hada
madrina devenida en años. Pero, mientras tanto, le había contado su historia a
un joven escritor americano, Cliff, que se convirtió en su biógrafo oficial.
Según Fake!, la deliberadamente
escandalosa biografía inventada por Cliff y Elmyr, este hombre de nombres de
variables, de género tambaleante, y múltiples estilos había cometido muchas más
obras maestras que las que lo habían llevado a prisión.
De hecho, Fake! dice que Elmyr habría pintado más de mil clásicos del arte moderno.
Cada vez que uno recorre un museo y ve un Picasso o un Matisse que le gusta de
manera especial, debe detenerse y preguntarse: “Bien ¿Esto lo hizo Picasso o
Matisse, o lo hizo Elmyr?”.
Esto cambia toda
nuestra visión de lo que los críticos llaman “el canon”, ¿no es así?
El canon - un término
tomado de los teólogos (lo cual nos debe parecer sospechoso a buenas y primeras:
¿podemos tomar prestado algo de valor a una corporación ampliamente sospechada
de más de 200 años de bancarrota intelectual?) - designa aquellas obras de arte
y literarias que han logrado el rango de obras maestras. ¿Cuándo una obra
alcanza este nivel canónico? Cuando los Expertos
dicen que lo ha alcanzado, por supuesto. Pero el caso Elmyr, mucho más que
filosofía deconstruccionista, indica que los Expertos a veces no saben una mierda.
Por supuesto, no
todo el mundo cree que Elmyr haya hecho la cantidad de obras arte que él
confiesa alegremente en la biografía. Muchos Expertos afirman que Fake!
(¡Falso!, un título para reflexionar,
y meditar de nuevo) rezuma de jactancia descarada y exageración para hacer parecer
a Elmyr más listo de lo que garantizan los hechos.
Desafortunadamente,
estos Expertos - muchos de ellos –
habían autentificado algunas de las falsificaciones que, sin duda, había
pintado Elmyr. Como dice Cliff, el coautor de Elmyr, estos Expertos no quieren quedar al descubierto - no quieren que sepamos
cuán a menudo y con qué facilidad han sido engañados por Elmyr y otros falsificadores
calificados.
Según Cliff, todos los Expertos operan en gran
medida mediante el faroleo. Algunos de los Expertos, sin embargo, han contraatacado sugiriendo que este
supuesto “coautor”, Cliff, pudo haber funcionado más como un co-conspirador.
Y, en efecto, el
mismo coautor, Clifford Irving para darle su nombre completo, posteriormente se
hizo aún más famoso y mucho más infame al persuadir a un editor de Nueva York a
que le diera un adelanto de $ 750,000 por una biografía autorizada de Howard Hughes, es decir, una biografía en la que el
propio Hughes hablaría, para que conste, sobre todos los escándalos financieros,
políticos, conspirativos[1] y
sexuales de su faustiana carrera. 750.000 dólares tenían un valor, en 1969, de
alrededor de $ 5 millones en la actualidad, pero los editores los desembolsaron
felizmente. Irving les había mostrado un contrato y varias notas en puño y letra de Hughes...
Como ven, a pesar
de que Cliff Irving ya había escrito Fake!,
un manual sobre la falsificación, incluyendo detalles encantadores sobre la
adulteración de firmas así como de pinturas, tenía un trato infantilmente
sincero y una personalidad perversamente brillante. Al igual que todos buenos
estafadores.
Él y Hughes se
habían reunido en una pirámide en México, dijo Irving con cara de póker[2].
En la oscuridad de la noche, por supuesto... (Sería una pintura surrealista
maravillosa, si Elmyr alguna vez hizo un Dalí: el ambicioso y joven Irving
junto al rico viejo lunático con cabello enmarañado y uñas -o garras - como Pie Grande... firmando
un contrato sobre una pirámide... bajo una luna llena, supongo...)
Más tarde los Expertos en caligrafía declararon ante
el tribunal, después de que la veracidad de Irving fuera puesta bajo sospecha.
Dijeron absolutamente sin dudas que el mismísimo Howard Hughes, y nadie más,
había hecho la firma y las notas presentadas por Irving. En este punto, por
desgracia, muchas personas comenzaron a compartir la opinión negativa que
Irving (y Elmyr) tenía de los Expertos,
y pronto la biografía de Hughes fue cancelada.
El propio Hughes mediante
una llamada telefónica (nunca salió de aislamiento...) denunció a Irving como
un fraude; pero, claro, algunos dijeron que la voz era la de un Hughes virtual
– un doble que lo había suplantado durante años. La mafia se había despachado
al verdadero Hughes muchos años atrás, afirman estos fanáticos de las
conspiraciones. ¿Había Irving falsificó una reunión con un hombre ya muerto y había
sido “desenmascarado” por otro impostor haciéndose pasar por el muerto? Como
Swift le demostró a Partridge, no podemos decidir asuntos de vida y muerte
mediante la mera alegación.
Welles y Elmyr
Pero vamos a
tratar con ese tipo de conspiraciones más tarde. Ahora sólo nos enfrentaremos
al problema del “canon” en sí mismo como
una especie de conspiración.
Simplemente no
sabemos hasta qué punto Elmyr ha entrado en el canon. Tal vez el 2 por ciento
de las obras maestras en los museos modernos emanaron del pincel de este
hechicero, como ahora admite prácticamente todo el mundo. Tal vez la suma (al
menos para el post- impresionismo, el fauvismo y el cubismo temprano, las
especialidades de Elmyr) se eleve hasta un 25 o un 50 por ciento... Una obra de
“más de mil” pinturas podría ser significativa en ese rango de porcentaje de
obras clásicas canónicas del siglo XX. Estas implicaciones aparecen fuertemente
sugeridas en Fake! de Irving y aún
más en la película de Welles y Reichenbach...
Bien, entonces
debemos reexaminar el canon del arte con tanto escepticismo como el que se
utilizó en los siglos XVIII y XIX para reexaminar la religión. El canon
religioso sobrevivió (en Occidente) sólo mientras el Papa calificaba como el
único Experto mundial. Cuando otros Expertos alzaron la voz con sus propios
cultos, el canon religioso se volvió ambiguo y controvertido ¿Qué pasa cuando
los Expertos en arte se enfrentan a
un reto similar?
Algunas radicales feministas
han comenzado ya una “herejía protestante” similar, y han arrojado del pedestal
a los Finados Varones Blancos Europeos (Dead
White European Males, DWEMs, en la jerga de moda) tales como Dante,
Beethoven, Shakespeare, Miguel Ángel, etc. reemplazándolos por un nuevo canon formado
por una gran cantidad de mujeres olvidadas cuyas obras, francamente, me parecen
terriblemente inferiores, cosa que también opina la mayoría de los críticos de
arte.
Por ejemplo, a
Susan McClary le parece que la Novena Sinfonía de Beethoven es un himno a la
violación, lo que sin dudas la sorprenderá a todos aquellos con oídos menos androfóbicos,
que oyen algo muy diferente en ella, algo de grandeza cósmica... Dice McClary,
“el punto de recapitulación en el primer movimiento de la Novena es uno de los
momentos más horripilantes de la música... que finalmente explota en la furia estranguladora
y asesina de un violador...” Suena casi a algo como La Masacre de Texas, ¿no es así?
A pesar de que
escribo mucho en tono de sátira, esto no es un invento mío. Pueden encontrar el
análisis de McClary en el Minnesota
Composers’ Forum Newsletter de enero de 1987. Asimismo, a ella tampoco le
gusta la música clásica occidental en general debido a su “violencia fálica” y
su “machaque pélvico”. Insisto: yo no inventé a McClary ni sus desvaríos. Se
los juro por Dios. Algunos femigogos simplemente suenan a sátira cuando se los
cita textualmente.
En cuanto a las
obras maestras femeninas contrapuestas a la del viejo Ludwig, sólo parecen inferiores, dicen los
revisionistas feministas, porque las percepciones de todos nosotros han sido deformadas
por el “lavado de cerebro patriarcal” de nuestra cultura “falocéntrica”
(“todos” incluye a muchas críticas de arte, como Camille Paglia, quien dice con
enojo que este argumento ha cruzado la línea hacia una caricatura idiota del
feminismo)
Tal vez todos
necesitamos un tiempo de desprogramación en un campo de reeducación Feminista.
Entonces nos daremos cuenta de que Hildegarde de Bingen no sólo superó a
Beethoven, sino que escribió más música de primer nivel que Mozart, Bach y
Scott Joplin juntos, y sin ningún tipo de fantasías de violación implícita.
Los revisionistas
del tercer mundo han planteado objeciones similares a la centralidad canónica
de los DWEMs. Nos preguntan, no muy gentilmente, ¿realmente creemos que todo el
gran arte de la humanidad salió de un subcontinente, y fue creado solamente por
hombres blancos? ¿Hmmm?
¿Confiamos en
estos revisionistas o confiamos en nuestras propias sensibilidades?
Después de Elmyr,
¿nos atrevemos a confiar en alguien?
Como un famoso
bardo escribió,
Se puso de pie en sus calcetines y se
preguntó, se preguntó
Se puso de pie en sus calcetines y se
preguntó
Los posmodernistas
van más allá incluso que las feministas y los multiculturalistas, echando dudas
relativistas, no sólo sobre los cánones oficiales, sino sobre todas las supuestas
“verdades eternas” - artísticas, religiosas, filosóficas, científicas o lo que
sea. Peor aún, algunos Expertos me
han identificado como un posmoderno. Por ejemplo, Post-Modern Fiction: a Bio-Bibliografical Guide de Larry McCaffrey,
me incluye a mí como novelista líder del posmodernismo, “en la tradición” de
Pynchon, Burroughs, y Vonnegut. Tengo que reconocer que hay algo de verdad en
esta acusación, ya que Pynchon, Burroughs y Vonnegut ciertamente encabezan mi
lista de escritores contemporáneos favoritos, y por lo tanto, sin duda, han
influido en mí. (James Joyce y Orson Welles, mis artistas preferidos de este
siglo, tienen el sospechoso aspecto de postmodernistas prematuros). El
sociólogo Alfonso Montuori también me incluye entre los posmodernos en su Evolutionary Competence, aunque dice que
soy menos triste y pesimista que otros novelistas posmos, y me alegra que
alguien se haya dado cuenta. Siempre y cuando posmoderno signifique “post-
dogmático”, con vergüenza debo decir que pertenezco a este grupo desagradable;
pero cuando posmoderno se transforme en un nuevo dogma, me separaré de ellos.
Al final de F For Fake, de Welles, después de haber
sufrido la prolongada duda de no saber cuántos Picassos debe quedar reclasificado
como Elmyrs, un personaje grita apasionadamente “¡quiero creer, al menos, que el arte es verdadero!” - un
pensamiento noble con el que yo podría finalizar este capítulo...
Pero esta voz de
la Fe y la Tradición pertenece a otro falsificador de arte, quien presuntamente
falsificó más obras maestras canónicas del Renacimiento que Elmyr del canón
moderno. No podemos tener fe en la fe de este farsante...
Referencias:
Fake!
de Clifford Irving, McGraw-Hill, New York, 1969- aquí hay material básico sobre
Elmyr.
F
For Fake, dirigida y producida por Orson Welles
y Francois Reichenbach, Sati Tehran Films, 1974 – más sobre Elmyr, la biografía
de Howard Hughes y algunas de sus teorías conspirativas.
The Yankee and Cowboy War, de Carl Oglesby, Berkeley Medallion
Books, 1968 – sobre el vínculo Hughes/Mafia/Watergate.
The
Gemstone File, editado por Jim Keith, Illuminet
Press, 1992 – una crestomatía de las teorías conspirativas Hughes/Mafia.
[1]
Hughes creía que la familia Rockefeller
había “comprado” a todos los legisladores y los tribunales al este del
Mississippi y él mismo compró tantos políticos como pudo para “protegerse”,
comenzando desde el oeste. También le dio $ 1.000.000 al hermano de Nixon, y la
unidad de “fontaneros” de Nixon hicieron una irrupción ilegal para Hughes
personalmente. Ver The Yankee
and the Cowboy War de Carl Oglesby.
[2]
Nótese que todos los agentes del IRS que
afirman que les debemos del 20 por
ciento al 80 por ciento de todo lo que siempre ganamos (sólo porque nos nacimos
aquí) también se las arreglan para mantener una cara de póker.