Lectura de
Illuminatus semana 21
Por Mazzu
Trilogía
Illuminatus
(Desde la página 236 a la 246)
George
Dorn, Robert Putney Drake y sus asociados examinan las estatuas atlantes en la
mansión de Drake; allí, George conoce a Tarantella Serpentina y tiene una
experiencia de ‘transmigración’ con Saul Goodman...
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George
Dorn, Robert Putney Drake, Don Federico Maldonado y Richard Jung discuten sobre
la organización a la cual George representa; Maldonado, más avispado que los
otros, reconoce los símbolos de los rivales de los Illuminati; sin embargo,
Drake, con su desconfianza natural, dice que “hay una sola organización en el
mundo que lo sabe todo sobre los Illuminati, y son los Illuminati mismos”,
prefigurando algo que veremos más adelante.
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En
The Illuminati Papers, Robert Anton
Wilson comenta que Illuminatus es,
entre otras cosas, “un manual preciso de técnicas eroto-neurológicas para la
expansión de la consciencia”. En lo que va de nuestra lectura ya vimos varias
técnicas de magiak sexual que hemos comentado en entradas anteriores; en el
segmento de esta semana vemos otra nueva técnica específica, en este caso, una
recomendada por el propio Aleister Crowley.
En
la página 240 George Dorn se encuentra totalmente extenuado:
George
se dio cuenta de que no había dormido nada, con la excepción de aquellos
desmayos en el auto camino al Golfo. Había estado bajo una presión física
increíble, y peor aún, bajo presión emocional. (...) Esa misma mañana había
estado en una playa del Golfo de México viendo a Mavis desnuda masturbándose. (...)
Me masturbé una vez, pensó, me la chuparon, y cogí con una manzana. (...) Estuvo
en la Atlántida. Y ahora descansaba sobre un colchón mullido en el hogar del
jefe de todo el crimen organizado de América. Temía que al abrir los ojos se
encontrara nuevamente en la prisión de Mad Dog.
Luego
conoce a Tarntella Serpentina, cuya especialidad es la de ‘resucitar’ a los
‘muertos’ – tal vez de ahí el nombre ‘Serpentina’: el poder de la serpiente, Kundalini; luego de una primera relación
sexual seguida de su correspondiente orgasmo, se suceden una serie de –
aproximadamente – ocho orgasmos más intercalados por cortas siestas, de las
cuales George es despertado por los estímulos sexuales que le proporciona
Tarantella (que incluyen todo tipo de técnicas: artes manuales, fellatios, sexo
anal y el uso de un vibrador).
Comparemos
esta sucesión de orgasmos y sueño que se desarrolla entre las páginas 241 y 242
de Illuminatus, con el texto del
capítulo XV del Liber CDXIV, también
conocido como De Arte Magica, de
Aleister Crowley:
De la Lucidez Erotocomatosa
El
Candidato es preparado para la Prueba mediante entrenamiento atlético general y
ceremoniales. El día señalado es atendido por dos o más asistentes experimentadas
cuya tarea es (a) extenuarlo sexualmente por cualquier medio conocido, (b)
excitarlo sexualmente por cualquier medio conocido.
Debe
emplearse cualquier instrumento y artificio de las cortesanas, así como
cualquier estimulante conocido por los médicos. Los asistentes no deberían
titubear ante el peligro, sino perseguir a su presa despiadadamente.
Finalmente
el Candidato caerá en un sueño de extrema extenuación, parecido al coma, y es
entonces cuando la delicadeza y la destreza deben ser exquisitas. Que sea
despertado de este sueño mediante una estimulación de tipo clara y
exclusivamente sexual. Aunque también puede ayudar, si hace falta, una música
sabiamente regulada.
Los
asistentes deben estar pendientes todo el tiempo de los signos del despertar.
Cuando estos se den, toda estimulación debe cesar inmediatamente, y se debe
dejar que el Candidato caiga otra vez en el sueño. Pero en cuanto esto suceda,
la práctica anterior debe ser retomada. Esta alternancia debe continuar
indefinidamente hasta que el Candidato se encuentre en un estado en que no esté
ni dormido ni despierto, y en el que su Espíritu, liberado por la extenuación
perfecta del cuerpo, y sin embargo impedido de entrar en la Ciudad del Sueño,
entre en comunicación con el Más Alto y el Más Sagrado Señor Dios de su ser,
creador del cielo y de la tierra.
La
Prueba termina mediante el fracaso —la llegada de un sueño invencible— o
mediante el éxito, en el cual el último despertar es seguido por una
realización final del acto sexual. Al Iniciado debe permitírsele entonces
dormir, o la práctica puede renovarse y continuar hasta que la muerte lo
termine todo. La muerte más favorable es la que ocurre durante el orgasmo, y es
llamada Mors Justi.
Como
está escrito: ¡Dejadme morir la muerte del Justo, y que mi último momento sea
como el suyo!
Ciertamente
George no se duerme, sino que continúa “hasta que la muerte lo termina todo”;
en la página 242 leemos:
Iba
a ser un viaje. Su ego se fue a algún
otro lugar, era todo cuerpo, dejando que las cosas sucedieran. (...) Realmente
iba a ser el súper orgasmo que había descrito Hemingway. Comenzó a suceder. Era
electricidad pura. Sin fluido - pura energía saliendo como un relámpago a través
de el cetro mágico en el centro de su ser. No se habría sorprendido si sus
bolas y su verga se hubieran desintegrado en electrones bailarines. Gritó, y detrás
de sus parpados fuertemente cerrados, vio la cara sonriente de Mavis.
Aunque
la muerte que le sobreviene a George no es una muerte física, sino que expira
en el sentido budista de la palabra: alcanza el nirvana (que significa “exhalar”), suelta su ego, se deja ir. En
este punto de la ‘muerte del ego’ sucede una transmigración (si usamos el lenguaje
cristiano) y George Dorn pasa a ser Saul Goodman, o mejor dicho, Saul Goodman –
que había sido programado por los Illuminati para sufrir una psicosis –
descubre, gracias a la ayuda de los discordianos, que “Yo soy Saúl Goodman,
pero también soy todas las otras personas”. Mavis, su guía en esta ordalía, le
dice:
“Has
atravesado la pérdida del ego, y ahora estás comenzando a descubrir quién eres
realmente, pobre viejo Saúl. (...) Hay dos tipos de pérdida del ego, y los Illuminati
son expertos en ambas. Una es la esquizofrenia, la otra es la iluminación.
Ellos te dejaron en la primera, nosotros te cambiamos a la segunda. Tenías una
bomba de tiempo en la cabeza, nosotros la desactivamos”.
Podríamos
decir que George/Saul súbitamente comprendió lo que los budistas llaman la
doctrina de la ausencia de individualidad, anatman,
una de las tres ‘marcas de la existencia’ en las que se divide duhkha, le frustración, la primera de
las ‘cuatro nobles verdades’ del Buda; como dice Alan Watts al comienzo del
capítulo ‘El Camino Medio’ de su libro Budismo:
Desde
la perspectiva de los métodos y disciplinas orientales la sensación que solemos
tener de lo que somos y de nuestra existencia no es más que una alucinación.
Desde el punto de vista oriental, la sensación de ser un ego separado encerrado
en el interior de un saco de piel e independiente del resto del mundo no es más
que una alucinación. No somos ajenos a la Tierra, no hemos llegado a ella como
resultado de un capricho de la naturaleza, ni como espíritus extraños a ella.
Nuestro ser más íntimo es la energía misma del universo jugando el juego de ser
cada uno de nosotros. El juego fundamental del mundo es el escondite. Es como
si la colosal Realidad, la energía unitaria que es el universo, jugara a ser
muchos y se manifestara en forma de todas las particularidades que pueblan
nuestro mundo. Ésa es, en suma, la intuición fundamental propia del hinduismo,
del budismo, y del taoísmo.
George
y Saul alcanzan el nirvana
(extinguiendo al ego ilusorio e impermanente – compuesto por los cinco agregados budistas) tal vez
simultáneamente – uno mediante la magiak sexual, como ya describimos, y el otro
mediante drogas psicotrópicas y la ayuda de la metaprogramación discordiana –,
y alcanzan la primera fase de la cuarta noble verdad o noble camino óctuple, “la
visión correcta”; Alan Watts continúa explicando en Budismo:
La
primera fase del óctuple sendero de las “cuatro nobles verdades” está compuesta
de tres elementos, la visión correcta, la decisión correcta y el habla correcta.
La visión correcta – o samyak drishti
–, está relacionada con samyak darshan,
que significa “punto de vista” o “visión”.
(...)
Consideremos, con el fin de ilustrar la visión correcta, la constelación de la
Osa Mayor. Cuando contemplamos el espacio desde nuestro punto de vista concreto
y terráqueo, parecería que las estrellas que la configuran debieran conformarla
siempre asumiendo naturalmente la misma forma y que eso siempre será así. Pero
qué ocurriría si la contempláramos desde algún otro punto del espacio ¿Acaso
seguirían entonces asumiendo la misma forma? ¿Cuál es, pues, la verdadera
relación existente entre esas estrellas? ¿O es que no existe ninguna relación
entre ellas? Tal vez pudiéramos decir que la verdadera visión de esas estrellas
sería la que aparecería ante nosotros en caso de que pudiéramos observarlas
desde todos los puntos de vista a la vez. Ésta sería la verdad. Pero la verdad
no es algo que tenga una existencia independiente de los testigos que la
contemplan. A fin de cuentas, su existencia depende de la relación entre el
mundo y sus espectadores. Así pues, si en este mundo no hubiera ojos, el sol no
daría luz alguna, ni tampoco lo harían las estrellas. Lo que existe, existe en
relación (...)
En
el budismo se enseña que todo lo que existe en este universo depende de todo lo
demás, una noción a la que se denomina “doctrina de interdependencia mutua”
(...) una idea que se expresa mediante el símbolo de la red de Indra. Imagínese
una telaraña multidimensional cubierta de gotas de rocío, cada una de las
cuales contiene el reflejo de todas las demás y que, en cada uno de esos
reflejos, también se hallan los reflejos de todas las demás gotas, y así ad infinitum. Ésa es la imagen más clara
de la concepción budista del universo (...) la ausencia de separación.
Esta
última metáfora de la red de Indra era una de las preferidas de Bob Wilson
(que, dicho sea de paso, era amigo de Alan Watts y de su esposa Juno), y la
repitió en varios de sus libros – ahora me viene a la memoria Cosmic Trigger II donde incluso hay un
capítulo llamado Red de Joyas donde
la describe cambiando solamente unas palabras: “una red ilimitada de joyas cada
una de las cuales refleja y contiene la reflexión de cada una de las otras”;
aquí, al percatarse de la ausencia de la individualidad entre George/Saul,
parece producirse empíricamente la ‘apertura del Ojo’ sobre la cual George
venía escribiendo de manera bastante precognitiva y teórica en su diario desde
antes de caer preso en la Cárcel de Mad Dog (pág. 63):
…
el universo es un adentro sin afuera. El sonido hecho por un ojo que se abre. (...)
Mejor dicho, hay muchos multiversos, cada uno con sus propias dimensiones,
tiempos, espacios, leyes y excentricidades. Vagamos en medio y entremedio de
estos multiversos, tratando de convencer a otros y a nosotros mismos de que
caminamos juntos en un único universo compartido. El hecho de negar éste axioma
lleva a la llamada esquizofrenia. (...) Pero todos los multiversos están
tratando de emerger para crear un universo verdadero como el que solamente
habíamos imaginado previamente.
Esto
nos recuerda también a la iniciación con ácido de Joe Malik que discutimos en
la entrada anterior, donde el editor de Confrontación
se funde con Josefina Malik, su otro yo del universo alterno de La Trilogía del Gato de Schrödinger.
Algo
más sobre lo del ego como una ilusión; en Cosmic
Trigger I (pág. 65) RAW comenta que mientras trabajaba junto a Shea en Illuminatus, había comenzado sus
primeros experimentos con las técnicas de alteración de la consciencia de
Crowley.
En
un experimento, excluí el uso de la palabra “Yo” de mi conversación durante una
semana. El loco Aleister recomienda lo que Skinner más tarde llamó “refuerzo
negativo” en casos de recaída; él se hacía un corte violento en el brazo con una
navaja cada vez que se olvidaba y decía “Yo”. Este narrador, menos recio, lo
sustituyó por un control menos heroico: me mordía fuertemente el pulgar por
cada desliz que cometía. Al cuarto día, tenía un pulgar muy adolorido y un ego
aún más apesadumbrado. La subjetividad y el egocentrismo de la conciencia
humana normal eran horriblemente obvios para mí. Al séptimo día entré en un
estado alterado de conciencia y veía al
ego como una especie de ficción incómoda.
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En
el sentido cabalístico, la lucha o agonía de George/Saul en su batalla por
aferrarse al ego, es un aspecto puramente de Geburah: el Poder, la lucha por el
territorio y las posesiones (en este caso la posesión del ego), la división. La
‘muerte’ final en la fusión de ambos personajes, la unión, la exhalación, o nirvana que alcanzan luego de este ‘rito
de pasaje’, parece ser la prefiguración del paso a la siguiente séfira,
Tiphareth, la Belleza, la unión de lo femenino y masculino y de lo destructivo
y lo constructivo. George y Saul son iniciados y aprenden a soltar el control,
el Poder (Geburah) y entran en el nirvana,
el alivio, la belleza, y el equilibrio (Tiphareth); como dijimos en una entrada
anterior, Geburah es el principio divisor y destructivo, pero, paradójicamente,
también es el prerrequisito para la Creación, ya que sólo se puede crear a
partir de la división; al dejar ir el apego a esa división, se logra disolver
la ilusión de la individualidad.
Este
equilibrio también concuerda con el sendero sefirótico que une a Geburah con
Tiphareth: está ilustrado por el Arcano Mayor del Tarot La Justicia y por el
signo astrológico de Libra. Ambas imágenes de balanzas nos retrotraen a otro
rito de pasaje y a otra muerte: la descrita por el Libro Egipcio de los Muertos, donde el finado debe ‘pesar’ su
corazón en la balanza de la Ley (Maat, la Pluma) para poder acceder al reino
celeste de Osiris, el Arau.
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“He
asesinado hombres. Los he enviado a la silla eléctrica. Diecisiete veces.
Diecisiete suicidios. Los salvajes que cortan dedos u orejas en sacrificio a
sus dioses son más sensatos. Nosotros cortamos egos enteros, pensando que ellos
están separados de nosotros. Dios, Dios, Dios”
En
1976, cuando el director de teatro Ken Campbell estrenó la versión teatral de Illuminatus en Inglaterra, algo extraño
ocurrió con esta escena donde Saul toma consciencia de la ilusión de la
individualidad y piensa en la gente que mandó a la silla eléctrica. Robert
Anton Wilson, en su elogio a la obra, comenta lo que sucedió con esa escena en
particular.
“No sé qué pensarán otros espectadores, pero
para mí el momento más sobrecogedor y poderoso de la obra es cuando Saul
Goodman toma consciencia de su sentimiento de culpa por haber enviado gente a
la silla eléctrica, y la forma en que lo interpretaron - dos veces: una sin
emoción, y otra con emoción. Sucedió por accidente. La fotocopiadora sacó dos
copias de esa página y los actores se encontraron repitiendo la misma escena
dos veces, pero Campbell dijo ‘Esperen, ¡esto queda bien!’. Así concibieron la
idea de hacerla dos veces: una sin emoción, y la otra muy emotiva. Creo que es
una escena tremendamente poderosa. Y es una intervención directa de la Diosa.
Ella siempre actúa de esa manera. Cada vez que sucede algo caótico e
inesperado, los discordianos decimos ¡Salve Eris! (…)”
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Varias
voces (además de la de Epiceno Wildeblood, jeje) han criticado a Illuminatus por la supuesta falta de
desarrollo o de profundidad de los personajes femeninos, y por un cierto
sexismo en el concepto de los mismos, como que sólo fueran “máquinas sexuales”
y no tuvieran tridimensionalidad; tal vez esto tenga que ver un poco con el zeitgeist de la época (finales de los
60) y al hecho de que los autores trabajaban en Playboy; sin embargo, en el fragmento de esta semana, Mavis aparece
como una pieza clave en la ‘desprogramación’ de Saul, y no como una compañera
sexual, sino como una guía espiritual.
Mavis
lo arrulló al oído. “Debemos aprender a abandonar nuestros sacrificios, no nuestros
placeres. Nos han enseñado a abandonar todo, excepto nuestros sacrificios, y
eso es lo que debemos abandonar. Debemos sacrificar nuestros sacrificios”.
“Lo
más gracioso de todo,” dijo Saúl, sonriendo mientras algunas lágrimas aún caían
de sus ojos, “es que no estoy avergonzado. Hace dos días hubiera preferido
morir antes que alguien me viera llorar - especialmente
una mujer”.
“Si”
dijo Mavis, “especialmente una mujer”.
“Eso
es - ¿No?” Saúl sollozó. “Ese es el truco de ellos. No puedo verte sin ver a
una mujer. No puedo ver a ese editor,
Jackson, sin ver a un negro. No puedo
ver a nadie sin ver la etiqueta adherida y su clasificación”.
“Así
es como nos mantienen separados” dijo Mavis apaciblemente. “Y así es como nos entrenan
para que no nos quitemos nuestras máscaras. El amor fue el vínculo que más les costó
aplastar, así que tuvieron que crear el patriarcado, la supremacía masculina, y
toda esa basura - y el resultado fue la ‘protesta masculina’ y la ‘envidia del
pene’ en las mujeres – así que ni siquiera los amantes pueden mirarse el uno al
otro sin verse en categorías separadas”.
Además se nos devela un poco de su historia: Mavis había sido una Illuminatus – de ahí el tatuaje en su pecho –, una de los cinco que manejaban los EEUU, y que luego su lugar había sido ocupado por Atlanta Hope.
John Joyce (Saul
Goodman) y Prunella Gee (Mavis)
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“¡Gruad,
el Cara Gris!” gritó Saúl, llorando, dando puñetazos a la almohada, mientras Mavis
sostenía su cabeza y acariciaba su pelo. “¡Gruad, el maldito! He estado siendo
su sirviente, su marioneta, sacrificando mis yoes en sus altares eléctricos
como ofrendas quemadas” (pág. 243).
Aquí
los autores hacen referencia a un fragmento del Principia Discordia llamado, precisamente:
CARAGRIS
En
el año de 1166 A.C., a un infeliz descerebrado llamado Caragris, se le metió en
la cabeza que el universo era tan falto de sentido del humor como él, y empezó
a predicar que jugar era pecado porque iba en contra de las maneras del Orden
Serio. “Mira todo el orden a tu alrededor” dijo. Y con eso, sedujo a hombres
honestos para que creyeran que la realidad era una camisa de fuerza y no un
feliz romance, tal como los hombres pensaban.
En
el presente, aún no se entiende por qué los hombres fueron tan crédulos en ese
momento específico, pues ninguno de ellos, en absoluto, pensó en observar todo
el desorden a su alrededor y concluir justamente lo contrario. Pero de todas
formas, Caragris y sus seguidores se tomaron el juego de jugar a la vida más
seriamente que la vida misma, y fueron conocidos por destruir a otros seres
vivientes cuyas formas de vivir diferían de las de ellos.
El
infortunado resultado de esto es que la humanidad ha sufrido, desde entonces,
de un desbalance psicológico y espiritual. Desbalance causado por la
frustración, y la frustración causa miedo. Y el miedo hace que tengas un mal
viaje. El hombre ha vivido en un mal viaje durante un lago periodo de tiempo.
Esto
es conocido como LA MALDICIÓN DE CARAGRIS.
(Principia Discordia 00042, Traducción de
Camilo Ríos)
Wilson
y Shea, en este fragmento, amalgaman al Caragrís original del discordianismo
con Gruad, que es propio de los Mitos de
Illuminatus. Gruad – según los Mitos – fue el ‘primer Illuminatus’, el
creador de la primera religión y – como veremos más adelante – el causante de
la destrucción de la Atlántida; aquí los autores corren la cronología dada en el
Principia – del “año 1166 A.C.” –
llevándola a 30.000 más atrás, identificando así a Caragrís con Gruad, creador
de la primera religión restrictiva, la idea del pecado y la culpa, y propulsor
del patriarcado.
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El
segmento que estamos analizando contiene muchas referencias lovecraftianas. Primero,
en la mención a una entidad a la que Saúl se refiere como “Él”, que supuestamente estaría encerrada en el Pentágono de los
EEUU, el cual precisamente tendría esa forma para que, a manera de una especie
de cárcel mágicka, dicha entidad no pudiera escapar (pág. 245). Este oscuro ser
tiene sed de sangre, y es alimentado con el sacrificio de seres humanos “Por
eso es que treinta mil americanos desaparecen cada año, sin dejar huellas, y
sus casos terminan archivados y sin resolver”, dice Mavis, “Él debe ser alimentado”.
Esta
idea funciona al menos en dos niveles; como dice Tom Jackson en
RAWIllumination.net puede funcionar como “una metáfora del Estado de Seguridad
Nacional y el complejo militar-industrial de Estados Unidos, y la forma en que
éstos exigen el sacrificio de miles de personas, independientemente de quién
gane las elecciones. En el momento en que Illuminatus
fue escrito, EE.UU. estaba involucrado en la guerra de Vietnam, que tenía poco
que ver con la seguridad nacional en un sentido tradicional. Nadie creía que
los vietnamitas estuvieran a punto de invadir Hawaii o California”. Y, al mismo
tiempo, es utilizada por los autores para vincular la leyenda de la Atlántida a
los Mitos de Cthulhu, la historia de
los rituales sangrientos de los aztecas y los nazis, y los Mitos de Illuminatus.
La
frase “un harapo, un hueso y un mechón de pelo” (pág. 245) pertenece al poema
de Rudyard Kipling El Vampiro:
Un idiota había
que rezaba
(igual que tú y
yo)
a un trapo y a
un hueso y a un mechón de pelo
(le llamábamos
la mujer despreocupada)
pero el idiota
te llamaba su dama perfecta-
(igual que tú y
yo)
Si
bien no es una referencia lovecraftiana, sí refiere (al menos el título del
poema) a una entidad sobrenatural que vive de la sangre humana, el vampiro, de
manera similar a la que la entidad que los Illuminati mantienen encerrada en el
Pentágono se nutre de la energía de los sacrificios humanos.
Como
ya hemos visto, en el universo de los Mitos
de Illuminatus, los Mitos de Cthulhu
son una realidad – aunque una realidad conocida por pocos, algo que los
Illuminati desean mantener oculto ya que es la fuente de su poder; por ende,
los autores que escribieron sobre estas entidades sobrenaturales deben
presentar sus escritos como ficción (pág. 246) para no sufrir las represalias por
parte de los cultos humanos que los sirven; en este sentido – según los Mitos de Illuminatus –, tanto Bierce
como Lovecraft fueron asesinados por los Illuminati por haber revelado
demasiado (pág. 245).
Se
menciona a los lloigor (de los cuales
hemos hablado en una entrada anterior) y a los dols o dholes, una
especie de gusanos babosos gigantescos introducidos en los mitos por Frank Belknap
Long y retomados por HPL en el relato A
Través de las Puertas de la Llave de Plata, inspirados por la mención a la
pasada de la misteriosa palabra “Dôls” en el cuento El Pueblo Blanco de Arthur Machen. Con respecto a estas criaturas,
Mavis le dice a Saul:
(Los
lloigor y los dols son) reales. Todos reales. Son los causantes de los malos
viajes de ácido y de la esquizofrenia. Contactas psíquicamente con ellos cuando
la pared del ego se derrumba. Allí es donde los Illuminati te estaban enviando
cuando irrumpimos en su Club Playboy falso, e hicimos cortocircuito en el proceso
El
hecho de que dichas entidades lovecraftianas sean los “causantes de los malos
viajes de ácido” me recuerda a un detalle autobiográfico de RAW que menciona en
la entrevista con Neal Wilgus de 1976 incluida al comienzo de Illuminatus
A
principio de los 60s tuve un período en que atravesaba los horrores de Lovecraft
cada vez que tomaba peyote. Cthulhu me espiaba por la ventana; Yog Sothoth se metía
por la chimenea; Azathoth invadía mis neuronas con horrorosas vibraciones vampíricas.
Cada vez que consumía un cactus era como un show continuo de películas de terror
sin comerciales. Alguien más tímido se hubiera vuelto religioso, te lo aseguro,
pero me las arreglé para recapturar el Canal de la Realidad exorcizándolas con
maldiciones cabalísticas violentas. Ahora ya no se atreven a mostrar la cara, o
su ausencia de cara, en mi universo.
Las
dos últimas páginas del fragmento de esta semana son puro Lovecraft: además de
mencionarse la localidad de Arkham, la Universidad de Miskatonic y la copia del
Necronomicon guardada en dicho
establecimiento, se comenta el caso de la desaparición de un tal profesor J.N.
Marsh. A los lectores de H.P.L. el apellido Marsh les sonará conocido: Marsh
era el apellido de la familia más notoria de Innsmouth, cuyo antepasado Obed
Marsh había llevado al pueblo un culto polinésico al que llamó la Orden Esotérica de Dagon y había
comenzado una línea genealógica de híbridos con los Profundos, una antigua raza de seres anfibios que habitaban los
abismos de los océanos (ver La Sombra Sobre
Innsmouth, de H.P. Lovecraft). Los descendientes de esta cruza tenían
apariencia humana hasta cierta edad, cuando comenzaban a mutar en anfibios para
eventualmente retirarse a las profundidades, una vez finalizada la
transformación.
El
rápido deterioro del profesor J.N.
Marsh, durante los pocos meses entre el rechazo unánime del libro en el mundo
letrado y su repentina desaparición,
provocó un gran dolor a sus colegas de Miskatonic (pág. 246)
El
profesor Marsh de Illuminatus
probablemente fuera uno de los descendientes de Obed, lo cual explicaría su
desaparición: no había muerto ni se había suicidado; simplemente había
finalizado su transformación y se había exiliado al mar. Aunque luego los autores nos brindan otra explicación - que, de cualquier manera, puede funcionar paralelamente a esta del 'gen de Innsmouth'; la semana que viene volveremos a ella.
La “pinta de
Innsmouth”
El
Dr. Henry Armitage, mencionado en la página 246 como una de las influencias del
profesor Marsh, es otro habitante del universo lovecraftiano. Aparece en el
relato El Horror de Dunwich – y es
mencionado en otros tantos –; fue el bibliotecario principal de la afamada
Biblioteca de la Universidad de Miskatonic, en Arkham, desde fines del siglo
XIX hasta aproximadamente la década de 1930.
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En
varios puntos del fragmento de esta semana se habla con menosprecio y
desconfianza sobre los ‘expertos’ o las ‘autoridades académicas’; primero Drake
y Maldonado hablan con desprecio sobre las autoridades ‘prestigiosas’ que no
creen en la Atlántida, y luego se mencionan las burlas y las mofas con que los
profesionales académicos recibieron el libro del Prof. Marsh Atlántida y sus Dioses. En Cosmic Trigger III, Bob Wilson escribe
largo y tendido sobre su desconfianza en los ‘expertos’ y sus ‘cánones’, en
especial en el capítulo llamado “Pintor Encarcelado por Cometer Obras de Arte”
en el cual trata sobre el famoso falsificador Elmyr de Hory y el documental que
Orson Welles le dedicó, F For Fake:
En
agosto de 1968 el gobierno español encarceló a un hombre en la isla de Ibiza
por haber creado una larga serie de bocetos y pinturas - obras preciosas e
intensamente líricas que los Expertos en
Arte habían proclamado universalmente como obras maestras.
(...)
Fake! (una autobiografía coescrita
con Clifford Irving) dice que Elmyr habría pintado más de mil clásicos del arte
moderno. Cada vez que uno recorre un museo y ve un Picasso o un Matisse que le
gusta de manera especial, debe detenerse y preguntarse: “Bien ¿Esto lo hizo
Picasso o Matisse, o lo hizo Elmyr?”.
Esto
cambia toda nuestra visión de lo que los críticos llaman “el canon”, ¿no es
así?
El
canon - un término tomado de los teólogos (lo cual nos debe parecer sospechoso
a buenas y primeras: ¿podemos tomar prestado algo de valor a una corporación
ampliamente sospechada de más de 2000 años de bancarrota intelectual?) -
designa aquellas obras de arte y literarias que han logrado el rango de obras
maestras. ¿Cuándo una obra alcanza este nivel canónico? Cuando los Expertos dicen que lo ha alcanzado, por
supuesto. Pero el caso Elmyr, mucho más que filosofía deconstruccionista,
indica que los Expertos a veces no
saben una mierda.
Por
supuesto, no todo el mundo cree que Elmyr haya hecho la cantidad de obras arte
que él confiesa alegremente en la biografía. Muchos Expertos afirman que Fake!
(¡Falso!, un título para reflexionar,
y meditar de nuevo) rezuma de jactancia descarada y exageración para hacer parecer
a Elmyr más listo de lo que garantizan los hechos.
Desafortunadamente,
estos Expertos - muchos de ellos –
habían autentificado algunas de las falsificaciones que, sin duda, había
pintado Elmyr. Como dice Cliff, el coautor de Elmyr, estos Expertos no quieren quedar al descubierto - no quieren que sepamos
cuán a menudo y con qué facilidad han sido engañados por Elmyr y otros
falsificadores calificados.
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Tres
referencias literarias que aparecen en el segmento que nos toca. En la página
242 George piensa sobre “el súper orgasmo que había descrito Hemingway”; dicho
súper orgasmo es descrito en Por Quién
Doblan las Campanas (1940):
Toda
su vida recordaría él la curva de su cuello, con la cabeza hundida entre las
hierbas, y sus labios, que apenas se movían, y el temblor de sus pestañas, con
los ojos cerrados al sol y al mundo. Y para ella todo fue rojo naranja, rojo
dorado, con el sol que le daba en los ojos; y todo, la plenitud, la posesión,
la entrega, se tiñó de ese color con una intensidad cegadora. Para él fue un
sendero oscuro que no llevaba a ninguna parte, y seguía avanzando sin llevar a
ninguna parte, y seguía avanzando más sin llevar a ninguna parte, hacia un sin
fin, hacia una nada sin fin, con los codos hundidos en la tierra, hacia la
oscuridad sin fin, hacia la nada sin fin, suspendido en el tiempo, avanzando
sin saber hacia dónde, una y otra vez, hacia la nada siempre, para volver otra
vez a nacer, hacia la nada, hacia la oscuridad, avanzando siempre hasta más
allá de lo soportable y ascendiendo hacia arriba, hacia lo alto, cada vez más
alto, hacia la nada. Hasta que, de repente, la nada desapareció y el tiempo se
quedó inmóvil, se encontraron los dos allí, suspendidos en el tiempo, y sintió
que la tierra se movía y se alejaba bajo ellos.
Otras
referencias son las dos obras que el profesor Marsh citaba en su libro, El Hongo Sagrado y la Cruz de John M.
Allegro y La Diosa Blanca de Robert
Graves.
En
El Hongo Sagrado y la Cruz (1970),
basándose en la etimología de las lenguas semitas John M. Allegro presenta la
teoría de que Jesucristo no había existido físicamente, sino que era una
metáfora mediante la cual los primeros cristianos se referían a su verdadera
eucaristía, el hongo alucinógeno amanita
muscaria, a través del cual entraban en comunión con Dios. Este libro
inspiró la novela de Philip K. Dick La
Transmigración de Timothy Archer:
—.
¿...que Jesús sea un fraude? (...) No han publicado lo más importante, en
realidad. Acerca del hongo. Lo mantendrán en secreto todo lo que puedan. Sin
embargo...
—¿Qué
hongo?
—El
anokhi.
—¿...el
anokhi es un hongo? —pregunté con
incredulidad.
—Es
un hongo. Era un hongo entonces. Lo criaban en cuevas, los zadokitas.
—Cristo
—dije.
—Hacían
un pan con él. Hacían un caldo y lo bebían. Bebían el caldo, comían el pan. De
allí surgen las dos especies de la hostia, el cuerpo y la sangre. Al parecer,
el anokhi era un hongo tóxico, pero
los zadokitas sabían cómo quitarle la toxicidad, al menos lo suficiente para que
no los matara. Les daba alucinaciones.
Empecé
a reír.
—Entonces...
—Sí,
se drogaban —ahora también Kirsten reía, a su pesar.
—Entonces,
Jesús era un traficante —dije.
Ella
asintió.
—Los
Doce, los discípulos, estaban contrabandeando anokhi a Jerusalén, esto es lo que se cree, cuando fueron
sorprendidos. Esto confirma lo que suponía John Allegro, si has visto su
libro... Es uno de los principales eruditos en lenguas del Cercano Oriente. Y
el traductor oficial de los rollos de Qumran.
—Nunca
vi su libro —dije—, pero sé quién es. Jeff hablaba siempre de él.
—Allegro
pensaba que los cristianos primitivos tenían un culto fundado en los hongos; lo
había deducido de ciertas evidencias del Nuevo Testamento. Y encontró un
fresco, una pintura mural de los cristianos primitivos con un inmenso hongo amania muscaria...
—Amanita muscaria —rectifiqué—. Son
rojos, y terriblemente venenosos. Así que, entonces, los primeros cristianos
encontraron un medio de quitarles el veneno...
—Es
lo que supone Allegro. Y tenían visiones —Kirsten reía. (...)
—Quizá
causaban algo más que alucinaciones —dije.
La
Transmigración de Timothy Archer, Philip K. Dick
Al
igual que lo sucedido al profesor Marsh de Illuminatus,
la interpretación novedosa y polémica de las escrituras plasmada en el libro de
Allegro despertó escepticismo, escándalo y hostilidad (por parte de los expertos) y hundió su carrera como
investigador.
La Diosa Blanca (1952) de
Robert Graves no despertó tanta
controversia; en este libro, el autor – también guiado por la etimología,
aunque en este caso de las antiguas lenguas europeas – reconstruye las
supuestas culturas matriarcales prehistóricas que adoraban a la Gran Diosa (en
sus diferentes aspectos) antes de la irrupción del patriarcado, suceso que
Mavis relaciona con la instauración del dominio Illuminati (pág. 244). Robert
Graves luego seguiría desarrollando el tema en Los Mitos Griegos (1955) y en varias obras más.
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5s,
17s, y 23s: “descendieron lo que a George le parecieron cinco pisos” (pág. 237); “¿Cuántos años tienes George? ¿Veintidós?”
“Veintitrés” dijo George (pág. 241);
“He asesinado hombres. Los he enviado a la silla eléctrica. Diecisiete veces. Diecisiete suicidios” (pág. 243); “23 de Agosto de 1966” (pág. 244).
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