martes, 28 de junio de 2016

LECTURA DE ILLUMINATUS: SEMANA 29

Lectura de Illuminatus semana 29

Por Mazzu

Trilogía Illuminatus

(Desde la página 320 a la 330)



George Dorn continúa la charla filosófica que había tenido con Hagbard pero esta vez con Mavis, que lleva la discusión del terreno teórico al práctico. Los servicios de inteligencia – desconcertados por las mentiras cruzadas de Naismith, el Enano, y Bonnie Quint – siguen buscando al portador del Ántrax Lepra Pi, Carmel, quien decide esconderse en una cueva junto a los 5 millones de dólares que le robó al finado mafioso Federico Maldonado...

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Mavis toma la posta donde Hagbard la había dejado en su charla con George. Primero hablan sobre el dicho discordiano que está inscrito en la Manzana Dorada de Eris: Kallisti (“para la Más Bella” o, más en consonancia con la frase neutra en inglés “to the Fairest”, “para lo Más Bello”).

“La manzana es el mundo ¿A quién se la ofreció la Diosa?”.

“A ‘la más bella’”.

“¿Y quién es la más bella?”.

“Tú”.

“No me tires un lance ahora. Piensa”.

“Ya he tenido suficiente. Creo que me ha dado sueño” (...)

“Para cualquier hombre, su pene es la cosa más bella del mundo. Desde que nace hasta que muere. Nunca pierde su eterna fascinación. Y te digo, nene, lo mismo se aplica a las mujeres con su vagina. Es lo más cercano a un amor real, ciego e incondicional y a una adoración religiosa que alguien pueda alcanzar. Pero cualquiera moriría antes de admitirlo. En una sesión de terapia grupal pueden confesar homosexualidad, ansias de matar, pequeños rencores y traiciones, fantasías sádicas y masoquistas, travestismo, y cualquier otra cosa extraña que quieras nombrar. Pero ese narcisismo constante profundamente sumergido, esa masturbación mental perpetua es el primer y más poderoso bloqueo. Nadie lo admitiría jamás (...) La adoración de tus propios genitales y de los de tu amante. Ellos son Pan Pangenitor y la Gran Madre” (pág. 320/1)

La explicación de Mavis nos lleva nuevamente a terrenos reichianos y su visión de la represión sexual, como hemos visto en las tres entradas anteriores de la lectura de Illuminatus. Pero también traza un paralelo entre la metáfora de la Manzana y el koan zen que figura en las primeras páginas del libro de Hagbard “¿Quién es Aquél que es más confiable que todos los Budas y los Sabios?”, así como con el otro koan que RAW solía repetir: “¿Quién es el Maestro que hace verde a la hierba?”; de alguna manera, la respuesta es la misma para las tres incógnitas: Uno Mismo. No el Ego de uno, que en la metáfora de Hagbard sería “el Gobernante”; tampoco el mero instinto físico de uno (“el Robot”), sino un maridaje balanceado de ambos extremos, un tercer camino o camino del medio. El error al que Hagbard alude parece estar en hacer énfasis en esa aparente dicotomía al inclinarnos por uno de ambos extremos: o por el Yo, la Mente, el Ego, que es un ‘maniático del control’ e intenta reprimir al Robot, o por el Organismo, el Robot, lo automático e instintivo que tiene “trescientos millones de años” de evolución. La recomendación de Hagbard del mantra “Yo Soy el Robot” parece ser un recordatorio de que esa supuesta dualidad interna no existe.

Luego, la conversación parece salirse de las connotaciones psicológicas profundas que había tenido en primer lugar para adentrarse en el terreno social, político y económico.

“Aquí todos somos inquilinos, incluso aquellos que creen ser los dueños. La propiedad es imposible”.

“Okay, okay, creo que entendí casi todo. La propiedad es un robo porque los títulos de pertenencia de los Illuminati son arbitrarios e injustos. Lo mismo que sus grupos bancarios, sus franquicias tranviarias y todos sus otros juegos monopólicos del capitalismo (...) Y la propiedad es imposible porque el mundo es un verbo, una casa en llamas, como dijo Buda. Todas las cosas son fuego. Mi viejo amigo Heráclito. Así que la propiedad es imposible y es un robo ¿Cómo llegamos a que la propiedad es libertad?”.

“Sin propiedad privada no pueden haber decisiones privadas”.

“¿Así que estamos adonde empezamos?”.

“No. Subimos un nivel en la escalera caracol. Míralo de esa manera. Dialécticamente, como dicen tus amigos marxistas” (...)

 “Me rompe la cabeza. Lo único que veo es a la gente despedazándose entre sí. La guerra de todos contra todos, como dijo aquel tipo…”.

“Hobbes”. (pág. 321)

Dos referencias aquí, una a ¿Qué es la Propiedad? de Pierre-Joseph Proudhon, y otra a Leviatán, de Thomas Hobbes.



Proudhon distinguía básicamente dos tipos de propiedades: la que resultaba de la coerción, y la que resultaba del trabajo. La propiedad es un robo, dice en su libro, “cuando está relacionada a un terrateniente o capitalista cuyo dominio es derivado de la conquista o explotación y solo puede ser mantenido a través del Estado, leyes de propiedad, policía, y un ejército”. La propiedad es libertad para “la familia de campesinos o artesanos que tienen el derecho a un hogar, tierras que deben cultivar, [...] como herramientas de comercio”, y los frutos cultivados, pero no la apropiación o control de las tierras o de las vidas de otros.

La propiedad resultante de la coerción era imposible para Proudhon porque iba en contra del concepto de sociedad:

Si estamos asociados para la libertad, igualdad y seguridad, entonces no estamos asociados con motivo de la propiedad; Si la propiedad es un derecho natural, este derecho natural no es social sino antisocial. Propiedad y sociedad son instituciones absolutamente irreconciliables. Es tan imposible reunir dos propietarios como juntar dos magnetos por sus mismos polos. O la sociedad debe perecer, o esta debe destruir la propiedad.



Proudhon acuñó el término mutualismo para representar su idea de una economía en la cual tanto los individuos como las agrupaciones laborales democráticas pudieran asociarse voluntariamente y comerciar sus productos en un mercado cuyo único límite sería la igualdad y sin la intervención o mediación del Estado.



Hobbes, por su parte, en el extremo opuesto de Proudhon, creía que una sociedad sin Estado era imposible (de Wikipedia):

En Leviatán, Hobbes establece su doctrina de la fundación de los estados y gobiernos legítimos y la creación de una ciencia objetiva de la moralidad. Esto dio lugar a la teoría del contrato social. Leviatán fue escrito durante la Guerra Civil inglesa (1651); gran parte del libro se ocupa en demostrar la necesidad de una autoridad central fuerte para evitar el mal de la discordia y la guerra civil.

A partir de una comprensión mecanicista de los seres humanos y las pasiones, Hobbes postula lo que sería la vida sin gobierno, una condición que él llama el estado de la naturaleza. En ese estado, cada persona tendría derecho o licencia a cualquier cosa. Esto, sostiene Hobbes, daría lugar a una “guerra de todos contra todos” (bellum omnium contra omnes). La descripción contiene uno de los pasajes más conocidos de la filosofía inglesa, que narra el estado natural en el que se encontraría la humanidad, de no ser por la comunidad política:

En tales condiciones, no hay lugar para la industria; porque su fruto es incierto: y por lo tanto no hay agricultura; no hay navegación, ni uso de los productos que podrían ser importados por mar; no hay edificios espaciosos; no hay instrumentos de movimiento y traslación, ya que tales cosas requieren mucha fuerza; no hay conocimiento de la faz de la tierra; no hay cuenta del tiempo; no hay artes; no hay letras; no hay sociedad; y lo que es peor de todo, hay miedo continuo, y peligro de muerte violenta; y la vida del hombre es solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta.

En tal estado, las personas temen a la muerte, y carecen tanto de las cosas necesarias para una vida confortable, como de la esperanza de ser capaces de trabajar duro para obtenerlas. Así que con el fin de evitar esto, las personas acceden a un contrato social y establecen una sociedad civil. Según Hobbes, la sociedad es una población bajo una autoridad soberana, a la que todos los individuos en la sociedad ceden algunos derechos en aras de la protección.



En los dos extremos de las ideas que rechazaban tanto Hobbes (la anarquía sangrienta) por un lado y Proudhon por el otro (el Estado totalitario), veo una analogía con la metáfora de Hagbard del Ego que quiere controlarlo todo (el Estado) y el Robot que si es dejado en libertad desataría una matanza como el monstruo de Frankenstein (la anarquía de Hobbes). El camino del medio, la reconciliación, en este caso sería (tal vez) el mutualismo que proponía Proudhon.

Sobre Proudhon y la Propiedad, Shea y Wilson se explayan un poco más en el Apéndice Zain de Illuminatus (pág. 587).

Luego, George es puesto a prueba nuevamente. Otra vez lo enfrentan con un ‘demonio’, su supuesto violador, Harry Coin. George, casi involuntariamente, lo noquea con dos golpes. Mavis le pide que “acabe con el bastardo” y nuevamente le pasa un arma cargada (otro ‘demonio’ guardián) pero George se niega a hacerlo.

Aquí las acciones de George parecen ilustrar lo hablado en la charla con Hagbard y en la charla con Mavis: cuando tiene que actuar, libera al Robot y actúa de manera automática e instintiva, y cuando tiene que controlarse – cuando Mavis le pide que mate a Harry – el Yo refrena al Robot y se controla. De haber estado el Ego al control, ese Yo que “odiaba a Hemingway y al machismo, y que nunca en la vida había tomado clases de boxeo” (pág. 323), se habría quedado clavado al piso, y no habría reaccionado. Y en caso de haber liberado totalmente al Robot, habría seguido las órdenes de Mavis y habría matado a Harry Coin. Al final George había alcanzado un balance, una reconciliación fáctica y no solo teórica con el Robot.

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Recordé que cuando era chico el FBI habían atrapado a aquellos dos científicos judíos por eso (alta traición). El trono caliente. Los frieron, Jesucristo. (pág. 326)

Creo que aquí Carmel se refiere a un matrimonio judío estadounidense, Ethel y Julius Rosenberg, que fueron ejecutados en la silla eléctrica en 1953 bajo la acusación de espionaje y alta traición – presuntamente le habían pasado secretos nucleares a los rusos.

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El fragmento de esta semana contiene varias referencias cabalísticas bastante veladas, o – tal vez – mejor dicho implícitas.

Anteriormente decíamos que Netzach, la séfira en la que nos encontramos ahora, es la esfera de las pasiones. Entre las páginas 327 y 329 leemos una nueva y más amplia descripción del carácter de un personaje que me cae muy simpático, el texano Horace Naismith. Naismith – como decíamos en la entrada de la semana 26 – es un bribón, un estafador y un trickster. Y si hay algo que el Sr. Naismith sabe hacer es amortizar el mundo de los sueños, deseos y fantasías de sus coterráneos o – como él mismo dice – sabe “explotar las franjas de mercado para chiflados que nadie más estaba explotando”. Pero a pesar de ser un timador “era un hombre extrañamente honesto para el momento histórico de su país, ya que a diferencia de la mayoría de las corporaciones de la época, ninguno de sus emprendimientos envenenaba o mutilaba a la gente a la que le extraía el dinero” (pág. 328).

La estrategia del Sr. Naismith era crear sociedades y fundaciones para recaudar el dinero de los incautos que se suscribían a ellas. Un poco como la estrategia del pescador, tirar el señuelo y esperar para que los peces piquen. Y justamente, el anzuelo, el pez y la boca están presentes en la parte del Árbol de la Vida que rodea a Netzach: el sendero sefirótico que la une a Yesod contiene la letra hebrea tzaddi, צ, que significa “anzuelo”; también entre Netzach y Tiphareth está nun, נ, “pez”; y por último, entre Netzach y Hod está peh, פ, “boca”. No sé si esto es algo deliberado por parte de Shea y Wilson, pero me pareció bastante significativo.

También está el Coloso de Yorba Linda, una estatua de Nixon que Naismith prometía construir con el dinero de sus crédulos contribuyentes (en realidad planeaba huir a Nepal con la guita a la primera señal de que sospecharan que aquello era un fraude); la pose del colosal Nixon era victoriosa, y Netzach es, precisamente, “la Victoria”. También el nombre de la sociedad que inventó Naismith para recaudar el dinero para la estatua tiene una resonancia cabalística: la Fundación del Coloso de Yorba Linda. Yesod, la séfira número 9, es “la Fundación”, y como decíamos más arriba, está conectada a Netzach por “el Anzuelo”.

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Volviendo al tema del Coloso de Yorba Linda, creo que ese fragmento es un ejemplo genial del humor ácido de Wilson y Shea:

La verdadera gallina de los huevos de oro era la Fundación del Coloso de Yorba Linda, que había estado recaudando dinero exitosamente durante varios años para la construcción de un monumento heroico, de oro sólido y tres metros más alto que la Estatua de la Libertad, en honor al martirizado ex presidente Richard Milhous Nixon. El monumento - que sería pagado por veinte millones de estadounidenses que todavía amaban y reverenciaban a Nixon a pesar de las malditas mentiras del Congreso, el Departamento de Justicia, la prensa, la TV y etc. -, sería erigido en las afueras de Yorba Linda, hogar de la infancia de Tricky Dicky, y miraría amenazante hacia Asia, advirtiéndoles a los amarillos que no intentaran saltar sobre el Tío Sammie. Checkers estaría al lado del gigantesco pié derecho del ídolo, mirando hacia arriba con devoción; debajo del pié izquierdo habría una figura alegórica aplastada representando a César Chávez. El Gran Hombre sostendría una planta de lechuga en su mano derecha y un grabador de cintas en la izquierda. Era tan delicioso y atractivo para los Fundamentalistas Americanos, que la Fundación del Coloso ya había recaudado varios cientos de miles de dólares, y Naismith planeaba huir al Nepal con el botín a la primera señal de que los contribuyentes o los inspectores de correo comenzaran a preguntar cuándo iniciaría la construcción de la estatua en los terrenos que había comprado, con mucha publicidad, ni bien recibió los primeros miles.

“Las malditas mentiras del Congreso, el Departamento de Justicia, la prensa, la TV” y “un grabador de cintas” hacen clara referencia al escándalo de Watergate, el famosísimo caso de corrupción, robo de documentos, e intento de encubrimiento por parte de la administración de Nixon. El escándalo estalló en 1973 cuando se descubrieron las cintas de audio donde el propio Nixon se autoincriminaba; Shea y Wilson ya habían terminado de escribir Illuminatus para ese año, pero no habían podido publicarlo aún, así que la inclusión de las alusiones al Watergate debió ser un addendum entre los años 1973/75.

El hecho de que aún después del escándalo “hubiera veinte millones de estadounidenses que todavía amaban y reverenciaban a Nixon” ilustra a la perfección la obcecación de los conservadores republicanos cristianos patriotas y nacionalistas de EE.UU., los “Fundamentalistas Americanos” – como los llaman los autores –, y la idea de que la futura estatua de Nixon fuera más alta que la Estatua de la Libertad es una metáfora de esto: para los conservadores las instituciones o los partidos y sus representantes a veces son más grandes o más importantes que la libertad (recordemos lo que decía Hobbes sobre “ceder algunos derechos en aras de la protección”).



La lechuga y César Chávez están relacionados, claro. Desde antes de llegar a la presidencia, Nixon había sido un opositor a los intentos de organización de los trabajadores agrícolas. En 1950 ayudó a redactar de un informe del Congreso en el cual se declaraba que los trabajadores agrícolas debían ser excluidos de las relaciones laborales nacionales. Chávez, por su parte, era un líder activista por los derechos de los campesinos y creó la Unión de los Trabajadores del Campo (UFW, por sus siglas en inglés). A principios de la década de 1970, la UFW organizó huelgas y boicots, incluyendo la Huelga de la Ensalada, la mayor huelga de trabajadores agrícolas en la historia EE.UU., para protestar contra las condiciones precarias de trabajo y para pedir subas en los salarios de los obreros agrícolas que trabajaban para los productores de uva y lechuga. En 1973, dos manifestantes de la UFW fueron asesinados, cientos fueron reprimidos duramente, y 4000 los trabajadores agrícolas fueron detenidos durante las huelgas en los campos de lechuga de California, el Estado de Nixon. El lema de la UFW para la huelga era “Nixon Come Lechuga”



Checkers, por cierto, era el perro de Richard Nixon.



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5s y 23s: “Veintitrés horas después, Tobias Knight escuchaba la voz en sus audífonos” (pág. 323); “no deben haber descubierto los cinco millones de dólares de Nariz de Banana que desaparecieron” (pág. 325); “No trabajas por tu cuenta - dijo Despond de mala manera y por quinta vez” (pág. 329).







miércoles, 22 de junio de 2016

LECTURA DE ILLUMINATUS: SEMANA 28

Lectura de Illuminatus semana 28

Por Mazzu

Trilogía Illuminatus

(Desde la página 309 a la 319)



Mientras fuman Alamut Negro, George Dorn y Hagbard Celine tienen una charla filosófica a bordo del Lief Erikson; George tiene una experiencia iluminadora...

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“Déjame contarte sobre los indios, George”.

“¿Qué indios?”.

“¿Alguna vez te preguntaste por qué nada funciona bien? ¿Por qué el mundo entero parece estar siempre jodido?”.

“Si ¿No se lo preguntan todos?”.

“Supongo. Disculpa. Necesito otro colocón” (...) Hagbard volvió a llenar la pipa y preguntó “¿Dónde estaba?”.

“Los indios en Birmingham ¿Cómo llegaron ahí?”.

“No hay ningún maldito indio en Birmingham. Me estás confundiendo”. Hagbard pegó una honda pitada.

“Tú te estás confundiendo. Estás del coco”.

“Mira quién habla”. (pág. 312)



Estas graciosas ‘microamnesias’ del diálogo entre Hagbard y George en el fragmento de esta semana tuvieron su origen en una anécdota que Robert Anton Wilson cuenta en el capítulo de Cosmic Trigger III llamado ‘Campanadas a Medianoche’: 

Uno de mis pecados es que introduje a Shea a la marihuana. Introduje a una gran cantidad de gente a la hierba por aquellos días. Yo lo hacía con un celo misionero, pero ahora que lo pienso, lo mismo le sucedía a un montón de otras personas de Playboy en esos días. Tal vez debería decir que ayudé a Bob a conocer la marihuana.

En una tonta y gloriosa ocasión echamos mano a un poco de una súper hierba de Tailandia y tuvimos la conversación más estúpida de nuestras vidas.

“¿Qué has dicho?” preguntó Shea, concentrándose intensamente, como si alguien estuviera preguntándole a Sócrates sobre el significado de la justicia...

Me enfrenté a ese enigma abismal pero, en medio de millones de nuevas sensaciones y una oleada de Visiones Cósmicas, olvidé la pregunta antes de que pudiera encontrar una respuesta a la misma. “¿Qué... qué... has... dicho?” pregunté lentamente, tratando de lidiar con el problema razonablemente.

“Te pregunté... uh...” Hizo una pausa para reconsiderar la gravedad del problema. “Eh, ¿qué acabas... eh... de preguntarme?”

Y así sucesivamente, durante lo que parecieron yugas hindúes o tal vez incluso kalpas. Esa noche inspiró las “islas de microamnesia” de Illuminatus! ¿Una noche similar habrá sido la inspiración del episodio de los comedores de loto en La Odisea?

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La conversación entre Hagbard y George comienza en clave de comedia mientras fuman Alamut Negro (“la fórmula privada de Hassan i Sabbah”) y pronto adquiere ribetes profundos y complejos: “Todo hombre o mujer está en rebelión, pero solamente algunos tienen agallas para admitirlo. Los otros joden al sistema accidentalmente o por estupidez” dice Hagbard en la página 312; George se da cuenta de que somos “robots marchando rígidamente por los senderos establecidos desde arriba, y a cada robot con una parte viva, humana, esperando su oportunidad para dejar caer una llave inglesa entre los engranajes” (pág. 314).

Esto está en directa conexión con lo que hablábamos en las dos entradas anteriores (Semana 27 y 27 Bis) sobre las ideas del Dr. Wilhelm Reich: según Reich, la forma de la estructura social en la cual vivimos nos obliga a reprimirnos; las personas se mantienen saludables mientras mantengan su energía fluyendo armónicamente. Para Reich hay dos formas de lograrlo: el orgasmo y la creatividad. Si se obstaculiza la creatividad y la sexualidad, se refuerza la coraza corporal (formada por tensiones musculares crónicas), la cual no permite el proceso natural de expansión-contracción y flujo de energía; este ‘endurecimiento’ de la coraza, con el tiempo, provoca enfermedad. En La Función del Orgasmo, Reich plantea:

¿Cómo se comportaría una vejiga si se la inflara por dentro con aire, y no pudiera reventar? Supongamos que la membrana de la vejiga fuera elástica pero no pudiera romperse. Esta ilustración del carácter humano como una coraza alrededor del núcleo vivo era sumamente apropiada. La vejiga, si pudiera expresarse en su estado de tensión insoluble, se quejaría. En su impotencia, buscaría afuera las causas de su sufrimiento, y estaría llena de reproches. Rogaría que la pincharan. Provocaría a todo lo que la rodea hasta conseguir su objetivo tal como ella lo concibe. Lo que no podría lograr en forma espontánea desde adentro, lo esperaría pasivamente, impotente, que sucediera desde afuera.



En el mismo libro, Reich explica que la rebelión inconsciente es una protesta del organismo contra el trabajo vacío y mecánico que nos impone nuestra sociedad autoritaria – que además forja nuestro carácter ‘acorazado’:

La estructura caracterológica del hombre actual —que está perpetuando una cultura patriarcal y autoritaria de hace cuatro a seis mil años atrás— se caracteriza por un acorazamiento contra la naturaleza dentro de sí mismo y contra la miseria social que lo rodea. Este acorazamiento del carácter es la base de la soledad, del desamparo, del insaciable deseo de autoridad, del miedo a la responsabilidad, de la angustia mística, de la miseria sexual, de la rebelión impotente así como de una resignación artificial y patológica. Los seres humanos han adoptado una actitud hostil a lo que está vivo dentro de sí mismos, de lo cual se han alejado. Este enajenamiento no tiene un origen biológico, sino social y económico. No se encuentra en la historia humana antes del desarrollo del orden social patriarcal. Desde entonces el deber ha sustituido al goce natural del trabajo y la actividad. La estructura caracterológica corriente de los seres humanos se ha modificado en dirección a la impotencia y el miedo a vivir, de modo que las dictaduras no sólo pueden arraigar sino también justificarse señalando las actitudes humanas prevalecientes, por ejemplo, la irresponsabilidad y el infantilismo. La catástrofe internacional que atravesamos (se refiere a la Segunda Guerra Mundial) es la última consecuencia de esa enajenación respecto de la vida.

Según Reich, la familia copia esta rígida estructura autoritaria y represiva, por eso en mayor o menor medida todos estamos sujetos a ese proceso, no solo las minorías o los oprimidos; de La Psicología de Masas del Fascismo:

Bajo la influencia del ambiente pequeño burgués, las mujeres desarrollan una actitud resignada basada en una rebelión sexual reprimida, mientras que los hijos se caracterizan, además de por una sumisión servil a la autoridad, por una gran identificación con el padre que, más tarde, se transformará en una identificación de gran carga emocional con toda autoridad, cualquiera que sea.

Las pulsiones reprimidas no desaparecen, sino que ‘se mudan’ al inconsciente; y el inconsciente tarde o temprano las manifiesta como decía Freud a través de actos fallidos, o bien en este tipo de rebeliones supuestamente ‘involuntarias’; para utilizar la metáfora de Hagbard, no escuchar al ‘robot’ nos lleva a la ley que él llama SNEBJ: Situación Normal, Estamos Bien Jodidos.

Desde el punto de vista del discordianismo, podemos ver a estos ‘robots’ que actúan como ‘luditas inconscientes’ también como una manifestación del balance de la Mezco-Lanza, algo que los discordianos llaman la Escalada Erística: IMPOSICIÓN DEL ORDEN = AUMENTO DEL CAOS.

La charla con Hagbard – propulsada con el Alamut Negro – lleva a George a experimentar dos estados elevados de consciencia, identificados posteriormente por Mavis con los términos budistas de sunyata y satori.

Hubo un silencio que pareció estirarse hasta un espacio cercano a la vacuidad budista. George reconoció que estaba vislumbrando finalmente el Vacío que sus amigos cabezas-de-ácido habían intentado describirle. (...) El silencio se prolongó como una quietud espiritual, la calma en medio del tornado que habían sido los últimos días, y se encontró rumiando con total indiferencia, sin esperanzas, miedos, presunciones o culpas; si bien no era un darshana o pérdida de ego total, al menos funcionaba sin ese ego inflamado y voraz que siempre salta delante o se acurruca detrás del hecho desnudo. Contempló sus recuerdos impasiblemente, objetivamente, en paz.

Sunyata es la vacuidad, la percepción de la no individualidad (anatman) de la doctrina budista de la existencia dependiente (George ya había alcanzado este estado en su ‘transmigración’ con Saul Goodman).  En el Sutra del Loto se explica que ver todos los fenómenos como vacíos, sunyata,  no es el logro final más elevado, no es el éxtasis de la sabiduría – satori –.

En ese punto “impasible, objetivo y en paz”, como “en la cima de una montaña” del sunyata, Hagbard, como buen chamán trickster que es, le pone una trampa a George: lo enfrenta a un demonio (una pistola cargada), el Guardián del Abismo, el portero de la Capilla Peligrosa. George supera la prueba, no reacciona robóticamente, y alcanza “el flash de la luz del ahora, este momento feroz contra la casi imposible muerte de la luz, el centro de la tormenta”, es decir, el satori.

Sin embargo, Hagbard le advierte a George sobre este estado, también: “tampoco caigas en eso otro. Ese es el error de los Illuminati (...) Es genial allá arriba, pero necesitas un mantra para mantenerte alejado de allí hasta que sepas utilizarlo: ‘Yo Soy el Robot’”. Alan Watts, en su libro El Camino del Zen, nos echa un poco de luz sobre esta advertencia de Hagbard; allí Watts explica que la tradición o escuela zen llamada soto sostenía que la búsqueda del satori aleja al estudiante de la iluminación, o – lo que es peor – produce un satori artificial.



El maestro zen Sheng-Yen dice en su libro La Poesía de la Iluminación:

El budismo zen se refiere a la iluminación como “ver nuestra propia naturaleza”. Pero incluso esto no es suficiente. Después de ver nuestra propia naturaleza, es necesario profundizar en la experiencia aún más y madurarla. Uno debe tener la experiencia de la iluminación una y otra vez y apoyarla con la práctica continua.

Bob Wilson habla sobre esto en la entrevista de 1976 con Neal Wilgus que figura a manera de prefacio en la traducción de Illuminatus:

La mayor parte de la gente está atrapada en un solo mapa estático de la realidad que está impreso en sus neuronas desde niños. A su vez, muchos de los llamados ‘adeptos’ o ‘gurús’ están igualmente atrapados en el primer mapa de la realidad post-ruptura impreso en ellos luego de su iluminación inicial. La meta de los sistemas del Tantra, de Crowley y de la Neurología de Leary es soltar todos los mapas - lo cual te da la libertad de usar cualquier mapa que funcione y descartarlo cuando no resulte -.

Gracias a la advertencia de Hagbard, George se da cuenta de esto: “así que llegué. Y es solamente otro punto de partida. El comienzo de otro viaje. De un viaje más difícil”. El error de los Illuminati al que hace referencia Hagbard, entonces, sería caer en la trampa de creer que la iluminación es una meta, un fin, una conclusión en sí misma y no otra etapa más de la evolución de la consciencia.

Hagbard le da a George un mantra para que evite ese punto de sunyata que lleva a la deshumanización o a la falta de empatía que ostentan los Illuminati de la novela; el mantra es “Yo Soy el Robot”. Sin embargo, George adopta otro mantra por su cuenta: “la Humildad es Infinita”. Esta es una cita de “East Cocker” de los Cuatro Cuartetos de T.S. Eliot:

No me hablen
De la sabiduría de los ancianos sino más bien
de su locura,
Su miedo al miedo y al frenesí, su miedo
a la posesión,
A pertenecer a otro, a otros o a Dios.
La única sabiduría que podemos esperar adquirir
Es la sabiduría de la humildad:
La humildad es infinita.

Uno de los tantos  mantras que el propio Bob Wilson solía repetir para recordar que la consciencia siempre está en evolución, figura en The Widow's Son, el segundo volumen de la trilogía The Historical Illuminatus Chronicles: “Después de cierto punto, el universo entero se convierte en un continuo proceso de iniciación”

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El filósofo taoísta Chuang Chou a quien George se refiere (pág. 319) como autor de la frase “ya no hay gobernantes” es el mismo que Chuang Tzu o Zhuangzi del cual ya hemos hablado en un par de entradas anteriores.

En Illuminatus, la frase de Zhuangzi – convertida alternativamente en “Ya No Hay Enemigos” o “Ya No Hay Amigos” – es utilizada como una especie de koan zen en las tarjetas que Hagbard repartía, como bien dice Mavis; si retrocedemos hasta la página 199/200, recordaremos que la policía había encontrado una de esas tarjetas en la casa de Stanislaus Oedipuski, el miembro de la organización cristiana de ultraderecha Relámpagos de Dios que luego de ingerir AUM comenzó a tener ideas más bien libertarias y anarquistas, y fue encontrado muerto – presuntamente asesinado por otros Relámpagos de Dios a quienes sus nuevas ideas neófilas no agradaron mucho.

Al parecer, fuera de la ficción de Illuminatus, los discordianos también repartían estas tarjetas, como nos cuenta Adam Gorightly en Historia Discordia:

En el discordianismo del “mundo real”, este concepto críptico era algo con lo que Greg Hill jugaba al estilo Operación Jodementes, y bajo el seudónimo de Profesor Iggy de vez en cuando enviaba estas tarjetas – sin explicación – con la inscripción “Ya No Hay Enemigos” o “Ya No Hay Amigos”, a alguna persona con determinada mentalidad para sacudirla, como un koan zen al estilo discordiano.

El conjunto de fotos de arriba fue un elemento algo extraño que descubrí después de varias revisiones y repasos de los archivos discordianos; una tarjeta que dice “Ya No Hay Enemigos en Ningún Lado” dentro de un sobre pequeño con la inscripción “SUPER CONSPIRATIVO (Videntes Iluminados)”, rematado con un sello rojo que dice “Militar”.




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Seguimos en la séfira Netzach. El sendero sefirótico que une a Netzach con Malkut contiene la letra hebrea Qoph ק que en la Kabbalah significa “cabeza”; en el fragmento de esta semana encontramos la palabra ‘cabeza’ varias veces:

“En vez de usar tu maldito prajna o lo que sea para espiar a los Illuminati, eres un viejo verde. Lo usas para espiar en la cabeza de la gente”.

“¿La cabeza?” refutó Hagbard riendo. “Nunca curioseo cabezas ¿Quién carajo quiere ver piojos?” (pág. 309)

Como decíamos en la entrada de la semana 27, Netzach – además de significar “Victoria” – también puede traducirse como “Eternidad”, “Permanencia”, y “Para Siempre”; vemos varios ejemplos de esta interpretación, principalmente en el mantra que George repite varias veces “la humildad es Infinita”.

La experiencia satori de George “alto y calmado en su montaña” puede leerse como una ‘Victoria’

Netzach es el reino de los sueños, como señalábamos en la entrada de la semana 27; entonces no es casual, tal vez, que George mencione al filósofo Zhuangzi (ver arriba); aunque la cita a la que hace referencia George es otra, la historia más conocida del maestro chino es el famoso ‘Sueño de la Mariposa’; del Libro de Zhuangzi, Capítulo II, VII:

Una noche, Zhuang Zhou soñó que era una mariposa, revoloteando feliz y contenta de serlo. Pero no sabía que era Zhou. De pronto, Zhuang Zhou se despertó, sorprendido de ser él mismo. Ya no sabía si era una mariposa que soñaba ser Zhuang Zhou o Zhuang Zhou que soñaba ser una mariposa. Entre la mariposa y Zhuang Zhou debe haber una diferencia. Eso es lo que se llama «transmutación de los seres».



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“El arqueólogo tomó su pico y pala y se puso a cavar como John Henry” (pág. 313); John Henry es un personaje folclórico estadounidense, un obrero afroamericano que compitió contra un taladro a vapor y lo venció – en otras versiones es un martillo a vapor. Hay varias canciones que relatan su vida, y aquí encontré una de Leadbelly que me pareció genial para la ocasión.

Leadbelly – John Henry
                                                                                                                                
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Sobre Nunca Chifles Mientras Estás Meando: Una Guía para la Auto-Liberación, el libro de  Hagbard Celine que George comienza a leer en el submarino y sobre el significado de las enigmáticas siglas que preceden al nombre del autor, H. S., C. M., ya hablamos en una entrada anterior (aunque más adelante volveremos sobre el tema)


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miércoles, 15 de junio de 2016

LECTURA DE ILLUMINATUS: SEMANA 27 (Bis)

Lectura de Illuminatus semana 27 (Bis)

Fragmento de La Nueva Inquisición, de Robert Anton Wilson

Traducción: Mazzu



En la entrada de la lectura de la semana 27 comenté que tenía un fragmento ya traducido de The New Inquisition, donde Robert Anton Wilson hablaba sobre el infortunado Dr. Wilhelm Reich; aquí lo comparto con ustedes:

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Fragmento del Capítulo Escepticismo y Fe Ciega, de La Nueva Inquisición (1987)
Por Robert Anton Wilson



La ciencia fundamentalista es similar a otras formas de fundamentalismos. Sin sentido del humor, sin misericordia y sin cierta medida de duda sobre sí misma, se comporta de manera intolerante, fanática y salvaje contra todos los “herejes”. Con el tiempo, al igual que todos los sistemas ideológicos cerrados, se vuelve cómica y ridícula. (...)

Y debido a que provee algo de drama o de mala comedia, escribiré como si los nuevos fundamentalistas estuvieran firmemente enraizados en estructuras de poder en todo el mundo moderno y realmente actuaran como una Nueva Inquisición en contra de quienes rechazan a su ídolo. Confieso que esta retórica es, como todas las polémicas, exagerada y malintencionada. Los hombres del Fortín nunca quemaron libros o conspiraron para suprimirlos; nunca falsificaron pruebas para apoyar su propio perjuicio o participaron en campañas calculadamente oscuras contra los que diferían con ellos. Ellos son hombres de honor, todos hombres honrados. Naturalmente.

Sin embargo (véase The Quest for Wilhelm Reich, de Colin Wilson), en octubre de 1957, agentes del gobierno de EE.UU. se dirigieron a la Editora del Instituto Orgón en la ciudad de Nueva York; confiscaron todos los libros, los cargaron en un camión de basura, fueron hasta la incineradora de calle Vandivoort y los quemaron.

Esto no sucedió en la “Edad Media”, sino hace unos pocos años. No sucedió en una dictadura fascista o marxista, sino una nación cuya constitución prohíbe esta manera pirómana de eliminar las ideas poco populares. El evento no fue instigado por fanáticos religiosos, sino por los fanáticos de la “ciencia”, a quienes J.B. Priestly bautizó como soldados del Fortín.

Los libros eran del Dr. Wilhelm Reich, un estudiante de Freud con ideas políticas radicales. El Dr. Reich había sido comunista por un breve período y socialista durante un tiempo, para finalmente desarrollar una ideología propia llamada Democracia Laboral, que puede ser descrita concisamente como el socialismo gremial de Chesterton, el anarquismo de Kropotkin y el marxismo liberal actualmente en boga entre los rebeldes contra el marxismo ortodoxo. El Dr. Reich también creía que todas las ideologías, incluyendo la suya, eran inviables hasta que ocurriera una revolución sexual de naturaleza psicológica (no política) y las personas ya no se avergonzaran de sus funciones corporales.

Reich enfureció a la Asociación Médica de Estados Unidos al asumir una posición “psicosomática” extrema, con el argumento de que casi todas las enfermedades eran causadas por la represión, tanto en el sentido freudiano como en el sentido político, es decir, que los primates domesticados habían sido entrenados en una especie de sumisión masoquista que, literalmente, los enfermaba “física” y “mentalmente”. Reich también irritó a la poderosa Asociación Psicoanalítica Americana, indicando que la terapia freudiana no curaba nada en sí misma y debía complementarse con “trabajo del cuerpo”: diversas técnicas para relajar los músculos y normalizar la respiración. Por otra parte, ofendió mortalmente al Fortín al insistir en que toda la energía nuclear (incluso en la industria “pacífica”) era perjudicial para la salud humana, y – para asegurar su impopularidad – desafió directamente al Nuevo Fundamentalismo, alegando la existencia de una nueva característica de la energía de los seres vivos, que llamó orgón, una idea sospechosamente similar a la “fuerza vital” presentada por antimaterialistas como Bergson y Bernard Shaw.



La guerra de propaganda contra Reich  fue dirigida por Martin Gardner, un fundamentalista científico a quien encontraremos varias veces en estas páginas. El Sr. Gardner tiene un método infalible para distinguir a la ciencia verdadera de la pseudociencia. La ciencia verdadera es la que está de acuerdo con su Ídolo y la pseudociencia es la que lo desafía. Colin Wilson escribió: “ojalá yo pudiera estar tan seguro de todas las cosas como lo está Martin Gardner”. Ni siquiera todos los Papas del siglo XX juntos se atrevieron a establecer tantos dogmas absolutos como el Sr. Gardner; ningún hombre tuvo tanta fe en su propia veracidad desde Oliver Cromwell.

Las bulas papales del señor Gardner contra la herejía reichiana son muy interesantes y muy típicas del fundamentalismo enfurecido, y uno encuentra en ellas una inferencia fuerte, muy fuerte, de que el Dr. Reich estaba loco y que alucinaba, aunque esto nunca es declarado directamente y sin ambigüedades. Incluso es posible que algún defensor del Sr. Gardner afirme que esta sentencia es injusta, porque Gardner nunca dijo explícitamente que Reich estuviera tan loco como un ratón bailarín; él dice simplemente que los libros de Reich suenan “como una ópera cómica”. Sin embargo, el desequilibrio mental es una sugerencia fuertemente presente en todo lo que Gardner escribió sobre Reich. Esta sugerencia casi siempre está implícita en las diatribas fundamentalistas en contra de aquellos que no aceptan a su Ídolo. Se puede decir que no están seguros de que uno está loco si no está de acuerdo con ellos, pero tienen una fuerte sospecha.

De acuerdo a mi conocimiento, y habiendo seguido durante casi treinta años las publicaciones específicas en relación a la controversia sobre Reich, no hay ningún escrito de Gardner donde afirme haber repetido los experimentos del Dr. Reich para obtener resultados contrarios a sus descubrimientos. Como agnóstico, yo supongo que es posible que el Sr. Gardner haya hecho dicha afirmación en algún lugar, pero si lo hizo, tal declaración debió figurar en alguna revista bastante desconocida y con una circulación muy limitada; y los informes de estos experimentos no fueron reimpresos en ninguna publicación que yo haya encontrado. Me parece que, según las fuentes disponibles, el Sr. Gardner no ha realizado ningún experimento para poner a prueba las afirmaciones de Reich. Pareciera que el Sr. Gardner poseyera, o imaginara poseer, el mismo tipo de conocimiento que el Dr. Munge: sabía lo que era posible y lo que era imposible. Por lo tanto, no necesitaba investigar.



Mientras Gardner, junto a muchos otros, denunciaba al Dr. Reich en todos los medios, los miembros de la Asociación Médica y de la Asociación Psicoanalítica Americana presionaron al gobierno para que Reich fuera procesado como un chiflado o como un “charlatán”. El Dr. Wilhelm Reich, ya por delirio de grandeza o por compromiso con sus principios e ideales libertarios (hagan su propia elección), se negó a admitir que el gobierno tuviera derecho a juzgar las teorías científicas y, como resultado, fue condenado por desobediencia a la corte. Sin embargo, el gobierno procedió con la quema de libros y con la destrucción a hachazos del equipo del laboratorio de Reich. Más tarde lo metieron en la cárcel, donde murió de un ataque cardíaco después de unos meses. El compañero de trabajo de Reich, el Dr. Michael Solvert, se suicidó poco tiempo después.

Sería reconfortante pensar que Reich estaba tan loco, tan chiflado, como sugiere Gardner. Esta sería la actitud sensata y conservadora. Es un tanto inquietante pensar que los libros que son quemados en las naciones democráticas puedan contener algo valioso, así como los libros que son quemados en los países no democráticos.

Aún así, la quema de libros es un tanto grosera. Deja un mal olor para quienes crecimos con Burke, Jefferson y Mill.

Y Reich no fue la única víctima de la Nueva Inquisición. Hubo otros. Los conoceremos a medida que avancemos.

¿El Nuevo Ídolo puede ser tan ciego y salvaje como el viejo?

Oh, no: admito que esto es sólo una retórica melodramática. Pero...

Sólo supongamos que el Dr. Reich, parcial u ocasionalmente, estaba en lo cierto. Después de todo, incluso un reloj roto da la hora exacta dos veces al día. Pero el Fortín quemó todos sus libros. Treinta años de investigación científica arrojados a las llamas en un incinerador de basura, una ofrenda al Moloch de la ortodoxia. Los libros quemados incluían La Personalidad Impulsiva, La Función del Orgasmo, Análisis del Carácter, La Psicología de Masas del Fascismo, La Revolución Sexual, Gente en Problemas, El Asesinato de Cristo, La Biopatía del Cáncer, y otros. Treinta años de informes sobre la práctica psicoterapéutica; observaciones sociológicas de los miembros del partido nazi y del partido comunista, su situación en el trabajo y sus relaciones familiares; investigaciones de laboratorio sobre a la carga y descarga bioeléctrica durante el orgasmo; estudios clínicos de la psicología de pacientes con cáncer y asma; docenas de presuntos experimentos con la supuesta energía “orgónica”. Todo quemado, consumido.



No tengo ni idea de qué porcentaje de todos esos años de trabajo pudiera haber sido sólido. Sé que la fórmula de Reich del orgasmo de cuatro fases de excitación y relajación psicológica fue confirmada por Masters y Johnson,  que su análisis de la personalidad fascista fue ampliamente aceptada por otros psicólogos, y que muchas técnicas terapéuticas en las que fue un pionero (cómo enseñar al paciente a gritar, llorar y atacar con los puños) todavía son ampliamente utilizadas en los Estados Unidos. Frente a este hecho, no deduzco que todas las ideas Reich fueran correctas. Creo que se tardaría dos décadas de trabajo - involucrando a varios grupos científicos independientes - para distinguir las partes de la teoría de la energía “orgónica” que puedan ser sólidas de las partes que puedan ser tan locas como Gardner y los otros materialistas fundamentalistas decían. Sólo veo una certeza en toda esta tragedia de quema de libros e intelectos independientes encerrados en una prisión: no blasfemarás contra el Nuevo Ídolo.

Debo hacer hincapié en que ni el Sr. Gardner, ni cualquiera de los otros fundamentalistas que publicaron diatribas contra el Dr. Reich fueron los responsables de la quema de libros; este acto fue total responsabilidad de los científicos y burócratas que trabajan para el Gobierno de Estados Unidos, los músculos del Fortín, por así decirlo. Sin embargo, el Fortín observaba impasible. Sólo 18 psiquiatras de todo el país firmaron una protesta contra la quema de libros.

El propio Sr. Gardner, en la edición revisada de uno de sus libros – Fads and Fallacies in the Name of Science, Dover Publishing, Nueva York, 1957 – expresa disgusto por la quema de los libros de Reich.

Sin embargo, la Nueva Inquisición continuó avanzando. Ninguno de los libros del Dr. Reich se pudo editar legalmente en los Estados Unidos hasta 1967. Aquellos a quienes les hubiera gustado formarse una opinión independiente sobre las cuestiones científicas no podían ver, ni tocar, ni incluso oler las páginas prohibidas.

Y este espíritu inquisitorial continúa en la actualidad. Mientras que muchos psicólogos admiten una cierta racionalidad en algunas de las ideas de Reich, para el Fortín en general no es “respetable” y los biólogos y los físicos nunca mencionan su supuesto “orgón”, excepto para ridiculizarlo. Esta actitud sobrevive a pesar del hecho de que nadie haya publicado – en ninguna revista científica importante o en alguna publicación menor conocida para mí – los experimentos que refuten o contradigan las afirmaciones de Reich. Al parecer, para el Fortín no es necesario poner a prueba sus ideas. La seguridad intuitiva de Gardner y del Prof. Munge parece ser generalizada, casi omnipresente en el Fortín. Todo el mundo “sabe” que el Dr. Reich estaba equivocado, así que nadie se toma la molestia de investigar el asunto. Algunos herejes lo han hecho, claro, pero han sido ignorados.