Lectura de
Illuminatus semana 47
Por Mazzu
Trilogía
Illuminatus
(Desde la página 521 a la 531 inclusive)
Culmina
la lectura del Tarot de Mama Sutra; Hagbard le explica a Joe la diferencia
entre las distintas Órdenes Illuminati; John Dillinger nos resume la historia
de sus cuatro hermanos; Jim el Sonriente va tras la última águila calva americana...
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Esta
semana hay nuevas revelaciones: una de ellas es que los “verdaderos” Illuminati
(o, mejor dicho, la rama de los Illuminati a la cual Hagbard representa) son
anarquistas que rechazan toda autoridad y practican un anarquismo
epistemológico – como diría Paul Feyerabend – y ontológico (como luego diría
Hakim Bey).
Ya
nos enteramos que, según los Mitos de Illuminatus, Hagbard era el quinto Illuminatus y que Atlanta Hope, Mama
Sutra y Pat Walsh eran dobles agentes que colaboraban con él; ahora Hagbard nos
cuenta cuál es la diferencia entre la Orden a la cual él pertenece y la de los
Saure, y cuál es el objetivo que persiguen (págs. 525, 527, 528, 529):
“En
resumen, los Illuminati son benevolentes, compasivos, amables, generosos,
etcétera, etcétera. Súmale todos los adjetivos complementarios que se te ocurran.
Abreviando, somos los buenos (...) Los hermanos Saure solamente pensaron que
eran Illuminati, Hitler y Stalin solamente pensaron que eran Illuminati. El
viejo Weishaupt solamente pensó que era un Illuminatus. Es así de simple. La
moraleja de la historia es: cuídense de las imitaciones occidentales baratas (...)
De ahora en más, olvida que represento a los Illuminati originales. De hecho,
en los siglos recientes no hemos utilizado ese nombre para nada. Empleamos solamente
las iniciales AA escritas de esta manera:” escribió en una caja de fósforos del
Hotel Danau:
A:.A:.
“Muchos
escritores ocultistas han hecho algunas conjeturas sorprendentes sobre su significado”
continuó. “En realidad no significa un carajo. Para prevenir que nuestro nombre
fuera robado y malversado de nuevo, no tenemos nombre. Quienquiera que crea
haber adivinado el nombre e intente hacerse pasar como un iniciado declarando
que en realidad somos Atlantis Arcanum, Argenteum Astrum, o alguna otra cosa,
inmediatamente revela que es un impostor. Es un truco estupendo. Hubiera sido
bueno que se nos hubiera ocurrido varios siglos atrás. Los Saures no eran Illuminati.
Tampoco lo fueron Weishaupt y Hitler. Fueron llana y simplemente impostores.
Primero se convencieron a sí mismos y luego convencieron a otros. Los
verdaderos Illuminati, la A:.A:., nunca estuvo involucrada en política
o en cualquier otra forma de manipulación o coacción hacia la gente. Nuestros
intereses son completamente diferentes. Haz lo que quieras es nuestra ley. Solamente
hemos tomado acción directa en las últimas décadas, cuando el destino de la Tierra
pareció estar colgando de un hilo. Así y todo, hemos sido cautos. Sabemos que
el poder corrompe. Por lo general hemos actuado no-actuando, a través de lo que
los taoístas llaman wu-wei. Pero luego las cosas se nos fueron de las manos.
Ellos actuaron con mucha rapidez… la cagamos, un poco. Pero solamente porque la
inacción total parecía conducir al desastre total”.
Nunca
hemos buscado poder. Hemos buscado dispersar el poder, y liberar a la
humanidad. Lo que en realidad significa: ayudarla a descubrir que es libre.
Todo el mundo es libre. El esclavo es libre. El arma más poderosa no es esa
plaga liberada en Las Vegas o cualquier nueva súper-bomba de hidrógeno. El arma
más poderosa siempre ha existido. Cada hombre, cada mujer y cada niño la poseen.
Es la habilidad de decir No y aceptar
las consecuencias. ‘El miedo es fracaso’. ‘El miedo a la muerte es el origen de
la esclavitud’. ‘No tenéis otro derecho que el de ejercer vuestra voluntad’. El
ganso puede romper la botella en cualquier momento. Sócrates tomó la cicuta
para demostrarlo. Jesús fue a la cruz para demostrarlo. Está a lo largo de toda
la historia, en todos los mitos, en toda la poesía. Está a la vista todo el
tiempo”.
El
nombre de los ‘Illuminati verdaderos’, A:.A:., por supuesto, es una referencia a la
Orden que Aleister Crowley fundó en 1907 tras el colapso de la Golden Dawn.
Esto
de los Illuminati como anarquistas nos retrotrae al comienzo del libro, donde
vemos que la deducción de Saul Goodman en la página 53 ¡había sido realmente
acertada!
Ya
que casi todo ha sido intentado en el curso de la historia humana, encontremos
algo que no haya sido probado (por lo menos en gran escala) y ése será el
estado al que los Illuminati tratan de llevar al resto de la humanidad. Se
probó el capitalismo. Se probó el comunismo. Incluso se probó el Impuesto Único
de Henry George en Australia. Se probaron el fascismo, el feudalismo y el
misticismo. Nunca se intentó el
anarquismo (...) Los Illuminati eran
anarquistas.
Volviendo
al pasaje de esta semana, Hagbard luego le explica a Joe cómo y por qué se infiltró
en la orden de los ‘falsos Illuminati’ para ser el quinto Illuminatus Primus
junto a los cuatro Saure (pág. 531):
El
error de Weishaupt, Hitler, Stalin y los Saures fue creer la propaganda que nuestro
fundador esparció en contra de sí mismo - eso, y creer que estaban en
comunicación con él, cuando solamente estaban en contacto con una parte sucia
de sus propias mentes inconscientes. No hubo ningún espíritu maligno llevándolos
por el mal camino. Estaban transitando el mal camino por cuenta propia. Y nosotros
estábamos siguiéndoles el tranco, intentando evitar que causaran mucho daño.
Finalmente, a principio de los 60s - luego de que cierta metedura de pata en
Dallas me convenciera de que las cosas se estaban saliendo de sus cauces - me
contacté directamente con los Cinco. Ya que yo conocía los verdaderos secretos de
la magia y ellos solamente sus distorsiones, me fue fácil convencerlos de que
yo era un emisario de esos seres a los que ellos llaman los Jefes Secretos, o
los Grandes Antiguos, o los Resplandecientes. Al estar medio locos,
reaccionaron de una manera inesperada para mí. Los Cinco abdicaron y me
señalaron a mí y a los Saures como sus sucesores. Decidieron que estábamos
entrando a la era de Horus, el niño-dios, y que por lo tanto debía dársele una oportunidad
a la juventud para manejar las cosas - de ahí la promoción de los Saures. Me sumaron
a mí porque yo parecía saber de qué estaba hablando. Pero entonces surgió el verdadero
problema: no pude convencer a los Saures de nada. Esos niños cabezas duras no creían
una palabra que yo dijera. Me dijeron que yo era mayor de treinta años e
indigno de confianza. Te dije que la verdad estuvo a la vista todo el tiempo;
cualquiera que tenga ojos puede ser capaz de interpretar lo que ha estado
sucediendo desde el comienzo de los 60s. Los magníficos y temidos Illuminati
del pasado habían caído bajo el control de un grupo de chicos ignorantes y
maliciosos. La era de los niños conquistadores coronados.
La
“metedura de pata en Dallas” es – por supuesto – el asesinato de JFK, y “la
propaganda que nuestro fundador esparció en contra de sí mismo” a la que
Hagbard se refiere son las cinco historias alternativas “con ciertos cambios
que nos harán parecer los bastardos más grandes de la historia” que Gruad
reparte entre sus adeptos atlantes (ver página 430); lo que Hagbard no dice
aquí, es que él mismo cometió el mismo error de creer la falsa propaganda de
Gruad, hasta que se enteró de la verdad gracias al descubrimiento de Howard el
delfín en las ruinas de la Atlántida (pág. 430 también):
Un
delfín descubriría entre las ruinas de la Atlántida que la caída de la Estrella
Dragón era mentira. Ni tampoco podían
adivinar que Hagbard Celine reevaluaría la historia de los Illuminati cuando le
fue reportada dicha revelación, y no tenían ni idea de la decisión que tomaría,
la cual haría cambiar inesperada y sorprendentemente todas las conspiraciones
Este
descubrimiento, y el cambio de perspectiva y la decisión de Hagbard suceden
justo cuando comienza la novela, el 10 de abril de 1976 (ver página 17), ¡solo
un par de semanas antes del Eskatón! De hecho, el mismo Celine se lo dice a Joe
en la página 525:
La semana pasada las cosas
comenzaron a acelerarse, y me volví ‘malo’ – deliberadamente ordené y pagué por
la muerte de varias personas, y puse en marcha procesos que provocarían otros
decesos. Sabía lo que estaba haciendo, sabía - y sé - que tendré que pagar por
ello. Decisiones semejantes son extremadamente extrañas en la historia de la
Orden, y mi superior, el Dealy Lama, intentó persuadirme de que esta vez esa
decisión también era innecesaria. Yo no estuve de acuerdo; tomé la
responsabilidad. Ningún hombre, dios o diosa puede cambiarlo. Pagaré, y estoy
listo para hacerlo, donde quiera y cuando quiera que me presenten la factura.
Creo
que este breve pasaje de la página 525 explica por qué Hagbard quería hacer que
Joe lo asesinara: una cuestión de restablecer el equilibrio...
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“La
rueda del Tarot es la rueda de Dharma” dice Mama Sutra finalizando su lectura
del Tarot a Robert Putney Drake en la página 522.
Dharma es una palabra
sánscrita que suele traducirse como “ley”, “orden”, “estatuto” – aunque también
como “religión”, “lo correcto”; proviene de la raíz sánscrita dhr, “sostener, mantener, soportar”, que
a su vez viene de la raíz indoeuropea dher
(sostener, soportar); dher es la raíz también del adjetivo latino firmus (firme, sujeto, sólido, fuerte).
Enfermo viene de infirmus (no firme),
y es bastante similar a adharma (lo
opuesto a dharma) que significa “débil, vicioso, frágil”.
En
el budismo, Dharma significa “ley u orden universal”, pero también se llama
Dharma a las enseñanzas del Buda, siendo estas un reflejo de las leyes
universales; aquí el budismo une el macrocosmos y el microcosmos de manera
similar a como lo hacen los herméticos con la Ley de Correspondencia del Kybalión: “como es arriba es abajo”. En
su libro El Budismo, Alan Watts
explica que el dharma, en el budismo Mahayana, está dividido en cuatro ‘reinos’:
1-
Ji
en japonés, o shih en chino, es el reino de las cosas y los sucesos ordinarios,
el mundo ‘normal’, la particularidad, la diferenciación.
2-
Ri
en japonés, o li en chino, es el principio universal que subyace a todas las
particularidades, la unidad que sustenta a la multiplicidad.
3-
Ri
ji muge, está compuesto por ‘multiplicidad’ (ji), ‘unidad’ (ri) y ‘muge’ que
significa ‘sin obstáculos’. Es la ausencia de contradicción entre la unidad del
mundo y sus particularidades.
4-
Ji
ji muge: la unidad desaparece y sólo hay un mundo sin obstáculos entre ji y ji
– entre una particularidad y otra. No existe oposición, nada que deba ser
unido: es la idea de la interdependecia mutua simbolizada por la Red de Indra
En
el drama (no dharma, jeje) interpretado por los cuatro actores de este segmento
(Robert Putney Drake, Mama Sutra, Hagbard Celine y el Dealy Lama), cada uno de
ellos parece representar uno de los mundos o niveles del Dharma: RPD el de las
cosas, Mama Sutra el de la unión, Hagbard el de la ausencia de la contradicción
y el Dealy Lama el estadio superior, la Red de Indra, el Wu-Wei.
También
veo una correspondencia con cuatro senderos bien definidos: el materialismo
escéptico o seudoescéptico y nihilista de la visión del universo mecánico de
RPD, el realismo mágico de Mama Sutra, el sendero mágicko que Aleister Crowley
denomina ‘dramático’ (que consiste en la dramatización de la leyenda de los
dioses) que es el de Hagbard Celine (dramatiza la Última Cena, y – como veremos
luego – el rito de el dios griego Pan) y por último, el sendero del Wu-Wei, el
no-hacer del zen, encarnado por el Dealy Lama.
En
la entrada anterior hablábamos de la relación entre Hagbard y R.P. Drake como
la de reflejos qlifóticos y sobre qué era lo que los diferenciaba; pues bien,
en el fragmento de esta queda aún más clara la diferencia: el deseo de dominio.
Comparemos la actitud de Hagbard y de Drake ante la ‘rueda del Dharma’. En la
página 525 Hagbard le dice a Joe:
Los
Illuminati son benevolentes, compasivos, amables, generosos, etcétera,
etcétera. Súmale todos los adjetivos complementarios que se te ocurran.
Abreviando, somos los buenos (...) Cuando digo ‘bueno’, debes comprender que
todos los términos son relativos. Somos tan buenos como nos es posible en este
jodido sector de la galaxia. No somos perfectos. Hay una razón para eso. Es la ley básica de la magia y está en
todos los libros (...) ‘Lo que das,
recibirás’ (...) Esa es una ley científica, no un mandamiento moral. Los mandamientos no existen porque no hay
ningún mandatario. Toda autoridad es ilusoria, tanto en la teología como en la
sociología. Todo es radicalmente libre, e inclusive espantosamente libre. La primera ley de la magia es tan neutral
como la primera ley de movimiento de Newton. Dice que la ecuación se equilibra,
y eso es todo lo que dice. Eres libre de hacer el mal y de provocar dolor,
si es que crees que debes hacerlo. De cualquier manera, una vez hecho, nunca
escapas de las consecuencias. Siempre vuelve. Ninguna plegaria, sacrificio,
mortificación o súplica lo cambiará, al igual que no cambiarían las leyes de
Newton o de Einstein. Por lo tanto somos ‘buenos’, como dirían los moralistas,
porque sabemos lo necesario para tener una muy buena razón para ser buenos
Por
su parte, y refiriéndose básicamente a la misma ley, Robert Putney Drake dice
(páginas 521 y 522):
Si,
puedo aprender a ver todo el Gran Cuadro glorioso. Puedo ver a todos los
hombres defecando y orinándose en los pantalones antes de morir en
Chateau-Thierry, mirando sus propias tripas caer sobre sus regazos y gritando a
través de un agujero que ya no es una boca, puedo ver todo eso como manifestaciones de esa armonía sublime,
inefable y sagrada que está más allá de toda palabra y razón. Claro. Puedo
verlo de esa forma si dejo la mitad de mi cerebro fuera de servicio y me
auto-hipnotizo para pensar que el punto de vista desde esa extraña perspectiva
es amplio y profundo, y más real que la visión de cualquier otra mente que
piensa con claridad. (...) Si apunto hacia el mal, produciré mal. La Rueda y sus balances armónicos y sus
paradojas sanadoras son solamente otro mito de los débiles y los derrotados. Un solo hombre fuerte
puede detener la Rueda o destruirla si es lo suficientemente atrevido
Podría
decirse que Hagbard se adapta al Dharma y que RPD quiere que el Dharma se
adapte a él. Y ya sabemos cómo termina el viejo RPD...
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En
la página 524 vemos que alguien grafiteó:
LAS PALOMAS EN LAS JAULAS DE B. F. SKINNER
SON PRISIONERAS POLÍTICAS
Este
mismo grafiti vuelve a aparecer en La
Trilogía del Gato de Schrödinger de RAW, aunque allí es Markoff Chaney
quien lo pintaba. Por lo que deduzco, Wilson tenía una relación un poco de
‘amor/odio’ (por llamarla de alguna manera, no quiero decir que realmente lo odiara) con Burrhus F.
Skinner. Se nota en la obra de RAW una admiración por los descubrimientos
llevados a cabo por Skinner en el terreno conductista, pero cierto rechazo a la aplicación que el propio Skinner daba a dichos hallazgos. Además, según Wilson,
Skinner era el rival de Leary en Harvard; de Disparador Cósmico I:
El
gran rival de Leary en Harvard, el Dr. B.F. Skinner, pionero del enfoque
conductista, rechazó las psicologías intuitivas y poéticas de freudianos y
jungianos considerándolas poco científicas. Mientras que Leary estaba de
acuerdo con esto, sintió que Skinner mismo había tomado un giro igualmente
equivocado, utilizando como modelo los mecanismos de tire-y-empuje (acción/reacción)
de la física newtoniana. “La psicología no se transformará en ciencia copiando
la física de los siglos pasados” me dijo Leary. “Tenemos que aprender a usar los
mejores modelos de la física de este siglo”. Él sentía que estos modelos serían
relativistas, y describirían las diferentes coordenadas de la realidad
experimentadas por diferentes organismos como intercambios de señales en el
espacio-tiempo.
B.F. Skinner
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En
la página 530, Hagbard y Joe tienen este interesante diálogo:
“Nuestro
líder, conocido como Prometeo el portador del fuego, o Lucifer el portador de
la luz, o Quetzalcoatl la estrella matutina, o la serpiente del jardín, o el
hermano malvado de Osiris, Set, o Shaitan el tentador - bueno, para resumir, él
se arrepintió”. Hagbard levantó una ceja. “¿Te intriga eso lo suficiente como
para silenciar tu escepticismo un momento y dejarme terminar una frase?”.
“¿Se
arrepintió?” Joe se sentó derecho
nuevamente.
“Seguro,
¿Por qué no?” la vieja sonrisa maliciosa de Hagbard, ausente durante la última semana,
retornó. “Si Atlas se puede encoger de hombros y Telémaco puede estornudar, ¿Por
qué Satán no se puede arrepentir? (...) Ese es el secreto que nunca ha sido
revelado. No hay quietud en ninguna parte
del cosmos, y menos aún en la mente de las entidades que poseen una. La falacia básica de todos los malos
escritores - y los teólogos son escritores notablemente malos - es crear
personajes de cartón que nunca cambian. Él nos dio la luz de la razón, y al
ver cómo la desperdiciábamos, se arrepintió. La historia es más complicada,
pero ese es el resumen esencial. Al menos es lo que yo comprendía hasta hace
una semana. La cuestión importante a dejar en claro es que él nunca buscó poder
o apuntó hacia la destrucción. Eso es un mito…”.
“Creado
por la oposición” dijo Joe, “¿No? Lo leí en la defensa de Mark Twain a Satán”.
“Twain
fue sutil,” dijo Hagbard bebiendo un poco más de brandy, “pero no lo
suficiente. No, el mito no fue creado por la oposición. Fue creado por nuestro
fundador en persona”.
En
primer lugar quiero comentar lo de los cambios
(que resalté en cursiva), ya que es
algo que hablamos desde el comienzo de la lectura de Illuminatus: ya desde la entrada de la semana 2 decíamos otra de
las claves de la novela es el I Ching,
ya que ninguna característica es fija y vemos que los personajes van mutando,
de la misma manera que un trazo yin mutable (6) o yang mutable (9) de
determinado hexagrama muta para brindar un hexagrama complementario. En la
entrada de la semana 34 decíamos que tal vez George y Harry son dos de los ejemplos
más claros de esta mutación, transformación o evolución; George comienza su
aventura como un personaje miedoso, culposo y un tanto masoquista, pero luego
de una serie de iniciaciones a las que es sometido por Hagbard, supera sus
inhibiciones y tiene “la Gran Duda”. Aquí Hagbard lo explica muy bien: “La falacia básica de todos los malos
escritores - y los teólogos son escritores notablemente malos - es crear
personajes de cartón que nunca cambian”. Incluso ‘Lucifer’ se arrepiente...
La
figura de “Prometeo el portador del fuego, o Lucifer el portador de la luz, o
Quetzalcoatl la estrella matutina, o la serpiente del jardín, o el hermano
malvado de Osiris, Set, o Shaitan el tentador”, por supuesto, es
interesantísima y está presente en casi todas las mitologías del mundo: el
arquetipo del rebelde, el que va contra el orden establecido y luego es
derrotado y demonizado. Tanto Prometeo como Lucifer querían entregarle a la
humanidad algo que pertenecía sólo a los dioses, el fuego del conocimiento; el
conocimiento es poder, poder es privilegio, por ende repartiendo equitativamente
ese conocimiento se destruye la pirámide del poder, se desvanecen los
privilegios, y el orden impuesto se desmorona: un resumen del ideal anarquista.
En Prometheus Rising, Robert Anton Wilson
señala:
El
mito griego de Prometeo encadenado (el Titán que trajo la luz a la humanidad y
que es eternamente castigado por ello) es la sinécdoque, el símbolo perfecto de
cómo el tercer circuito ha sido manejado en la mayoría de las sociedades
humanas.
Cabalísticamente,
la caída de Lucifer – o la caída de la séfira Daath – es lo que crea la séfira
en la que nos hallamos, Malkuth, el Mundo o el Reino, por eso me parece que no
es casual que se mencione a Lucifer en este segmento (ver entrada de la semana 32 donde incluimos un esquema del Árbol de la Vida previo a la caída de Daath);
de hecho, en los evangelios se lo llama “príncipe de este mundo”.
Por
el lado de los Mitos de Illuminatus, podemos marcar lo siguiente: Hagbard
afirma que Lucifer/Prometeo es el fundador de su orden; antes, había dicho que
Gruad había sido el creador de los Illuminati; por ende, Lucifer=Gruad. Hagbard
dice que el mito de que Lucifer buscaba poder o destrucción fue creado por él
mismo, igual que las versiones terribles que Gruad reparte entre sus adeptos
atlantes...
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Ya
sabíamos que en los Mitos de Illuminatus
Dillinger no era uno, sino que eran ¡cinco!
hermanos gemelos. En el segmento de esta semana, el propio Dillinger (bah, uno de ellos) se encarga de explicarnos
su historia y sus particularidades (pág. 526):
Éramos
cinco (...) Mis padres lo mantuvieron en secreto. Eran alemanes, gente muy
supersticiosa y reservada. No querían reporteros merodeando ni titulares sobre
los quintillizos. Mucho después le sucedió a la familia Dionne.
El
que relata la historia a George Dorn es John-John
Dillinger, que está en Ingolstadt junto al resto de la tripulación de
Hagbard; él fue quien mató a Wolfgang Saure con balas de plata (pág. 467). John Herbert Dillinger (alias Frank
Sullivan) es el que estaba en Las Vegas y ayudó a Saul Goodman, Barney Muldoon
y Markoff Chaney a encontrar a Carmel en las cuevas Lehman; John Herbert es el
que fue iniciado en los JAMs por Harry Pierpont, y dirige el sello discográfico
Laughing Buddha Jesus Phallus Inc; también es el que recibió a Joe junto a Simon
para enviarlo a su iniciación. John
Hoover Dillinger reside en Mad Dog, Texas, bajo el seudónimo D.J. Hoover. Fue
el que sacó a George Dorn de la cárcel junto a Mavis y quien le diera la idea a
Horace Naismith para fundar la sociedad ‘John Dillinger Murió por Ti’. Los
otros dos Dillingers están muertos. John
Edgar Dillinger “era rápido y furioso. Fue él el que le disparó al guardia
del banco en Chicago mientras el resto de nosotros estábamos vacacionando y descansando
en Miami. Siempre fue el impulsivo. Tuvo un ataque al corazón en el ’43 y se fue
joven a la tumba” dice John-John en la página 527. En cuanto a John Thomas Dillinger, falleció en el
’69. “En 1968 estaba en Chicago realizando una misión para los JAMs junto a un
espía inglés chiflado llamado Chips”; durante las protestas de la Convención
Democrática respiró los gases lacrimógenos y su enfermedad respiratoria se
agravó hasta llevarlo a la tumba en 1969. Es probable que fuera el acompañante
del inglés (Chips) que viajara en la misma furgoneta policial que Simon Moon
(ver página 115), aunque no se lo menciona.
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