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viernes, 26 de diciembre de 2014

EL DISCORDIANISMO EN LAS OBRAS DE ROBERT ANTON WILSON - Segunda Parte (Por David G. Robertson)

HACIENDO VISIBLE EL BURRO: EL discordianismo EN LAS OBRAS
DE Robert Anton Wilson

Segunda Parte (ver Primera Parte)

David G. Robertson

Publicado originalmente AQUÍ

Traducción: Mazzu




El Discordianismo en la obra de Robert Anton Wilson

Es justo decir que, con la posible excepción de las teorías de conspiración, las ideas discordianas son el tema central de Wilson; la realidad es plural y cambiante, y el humor es el recurso más valioso que poseen los seres humanos (Wilson 1986 [1977]: I-III). La interpretación de Wilson del Discordianismo, como se mencionó anteriormente, era fundamentalmente psicológica. Su principio fundamental es el del Principia Discordia; a pesar de que los seres humanos tratamos de percibir el orden en el universo, la verdad es que la realidad es caótica. Tanto el Discordianismo como la obra de Wilson intentan hacer explícito este principio, para así permitir a la persona ver a través de las “realidades” construidas y ordenadas. En términos de Wilson, el Discordianismo era “un intento de hacer visible el burro de Nasrudin” (Wilson 1986 [1977]: 59). La historia va así: el mulá Nasrudín una vez corrió a través de Bagdad tan rápido como podía montado en su viejo burro, y la desafortunada criatura rebuznaba fuertemente. Todos corrieron para saber a dónde iba con tanta prisa. “¿Qué es lo que buscas, Mullah Nasrudin?”, gritó uno de la multitud reunida. “¡Estoy buscando a mi burro!”, respondió él (Wilson 1986 [1977]: 29).

Esta historia, contada en Disparador Cósmico, es uno de los muchos cuentos populares de Medio Oriente en relación con el mítico sabio sufí de Turquía, el mulá Nasrudín (o Nasreddin) (Shah, 1964: 56-97). Shah afirma que las historias Nasrudin están diseñadas para estimular la “conciencia del místico en potencia un poco más lejos en el camino de realización” (Shah, 1964: 56), y también figura en los escritos autobiográficos de George Ivanovitch Gurdjieff (c 1966-. 1949) y son por lo tanto parte de lo que Campbell llama medio cúltico. Se parecen a los acertijos que se encuentran en el budismo Zen conocidos como koans. Estos aforismos, siendo el ejemplo más conocido en Occidente “¿Cuál es el sonido de una sola mano aplaudiendo?”, están diseñados para proporcionar una sacudida a las facultades lógicas de los estudiantes y así ayudarles a dar un paso fuera de sus límites normales de percepción (Watts 1990 [1957]: 179-90). Son citados en el Principia Discordia (Malaclypse el Joven 2007 [1970]: 5), en Illuminatus! (Wilson y Shea 1988 [1975]: 558) y en Disparador Cósmico (1986 [1977]: 19-20), y, de hecho, muchos factores del Discordianismo parecen igualmente diseñados para sacudir los hábitos perceptivos y lógicos, por ejemplo, la Operación Jodementes. Como se señaló anteriormente, Thornley veía al Discordianismo como una forma de budismo zen, y Benares pasó a convertirse en un autor popular del budismo zen en los EE.UU. (sobre todo en su libro de 1977 Zen Sin Maestros, que, tal vez inevitablemente, también contó con un comentario de Wilson).

Wilson escribe que la historia del Burro de Nasrudin contiene “el error más común de los buscadores del Secreto Cósmico”. Mientras miramos por todas partes buscando el “secreto”, en realidad ya lo poseemos, y, de hecho, es lo que nos lleva de un lado a otro; es el sistema nervioso humano (Wilson 1986 [1977]: 29). En la interpretación de Wilson, el burro representa al “meta-programador”, la función del cerebro que puede llegar a ser consciente de su propia programación (Wilson 1986 [1977]: 62). En otras palabras, el cuento se refiere a nuestra incapacidad de ver cómo filtramos la información recibida a por  nuestros sentidos a través de nuestras creencias y prejuicios. Wilson ve el cuento, la Operación Jodementes, y gran parte de su trabajo como ejemplos de un método que llamó “Ontología de Guerrilla”; “La ontología es el estudio del ser; el enfoque de la guerrilla es mezclar tanto los elementos de cada libro que el lector deba decidir en cada página ‘¿Cuánto de esto es real y cuánto es una broma?” (Wilson, 1980: 2).

Illuminatus! fue el primer intento de Wilson de utilizar estas técnicas de guerrilla. Aunque publicado en 1975, Illuminatus! fue escrito en gran parte entre 1969-1971, durante la cúspide de la Operación Jodementes y durante la composición final del Principia Discordia (Wilson 1986 [1977]: 64). El Discordianismo es prominente en todo el libro. Citas del Principia Discordia aparecen al principio de varios capítulos, figuras discordianas, incluyendo a Malaclypse el Joven, aparecen como personajes, y la mayor parte - si no todo - el contenido del Principia es aludido en alguna parte de la narración. Es más, la Operación Jodementes, concebida como una batalla entre los discordianos y los Illuminati de Baviera, es la base de la trama de la novela. Al leer Illuminatus!, sería fácil asumir que el discordianismo era una invención de Wilson. De hecho, la idea de una religión inventada  convertida en algo real, y una vez más convirtiéndose en ficción, parece especialmente discordiana.

Disparador Cósmico también contiene grandes dosis de Discordianismo, y de hecho, puede leerse como la historia de Wilson durante ese período. Allí se profundiza en el “Enigma del 23”, que Wilson había presentado en el Principia, explicando que es un ejemplo del cerebro humano tratando de imponer patrones reconocibles en datos aleatorios, algo conocido por los psicólogos como apofenia (Brugger 2001). Como Wilson había llegado a comprender al ver aparecer de repente el número veintitrés en todas partes, el Enigma constituye una técnica para revelar el grado en que nuestra percepción del mundo que nos rodea es determinada por nuestras ideas preconcebidas.

Visto en conjunto, Illuminatus! y Disparador Cósmico pueden entenderse como piezas complementarias, el enfoque lúdico y serio respectivamente de Wilson sobre el Discordianismo, formando el Cao Sagrado de su obra. Mientras que los fundadores del Discordianismo aparecen como los míticos Malaclypse el Joven, y Omar Khayyam Ravenhurst en Illuminatus!, luego aparecen como los muy humanos Hill y Thornley en Disparador Cósmico. Mientras que el Discordianismo es presentado como en conflicto con los Illuminati de Baviera en Illuminatus!, en Disparador Cósmico, el Discordianismo es presentado como una técnica ontológica para relativizar los sistemas de creencias. En resumen, mientras que Illuminatus! realizó el trabajo de dar a conocer el Discordianismo, Disparador Cósmico expuso claramente sus ideas y su propósito por primera vez.

La recepción de estas obras en el Gran Contexto Cultural

Para muchos, Illuminatus! fue la primera exposición al Discordianismo, y Wilson y Shea recibieron numerosas cartas preguntando si el Principia Discordia era real, y si ellos lo habían escrito (Malaclypse el Joven 2007 [1969]: 42). Wilson escribió muchas otras obras, mientras que el Principia Discordia permaneció relativamente oscuro, y la gente comenzó a ponerse en contacto con el Discordianismo a través de las producciones culturales de Wilson. Wilson llegó a ser identificado más que Shea como el autor de Illuminatus! (Fenster 1999: 164), una identificación que se vio reforzada por sus trabajos posteriores que referían, incluso tangencialmente, a la trilogía (esto incluye a Disparador Cósmico cuyo subtítulo es El Secreto Final de los Illuminati). Las nuevas ediciones del Principia Discordia tienden a amplificar la conexión con Wilson, su breve introducción a la edición de 1979 de Loompanics ha sido reimpresa con frecuencia, por ejemplo (Malaclypse el Joven 2007 [1969]: 41-3). La edición de 2007 del Principia también incluye un poema en homenaje a “Thornley, Hill y Wilson”, los tres ya fallecidos para entonces, que claramente no menciona a Shea, Benares, u otros que también habían contribuido (Malaclypse el Joven 2007 [1969]: 148). Como escribió el curador de una (de tantas) de las versiones en línea del Principia: “mi iniciación a todo esto fue en 1991, en el transcurso de ese maravilloso año capicúa me topé por primera vez con The Earth Will Shake, y procedí a leer toda la Historical Illuminatus Trilogy de Robert Anton Wilson. Esto me llevó a devorar sus otros libros, y al eventual envenenamiento de mi mente con los modos de pensamiento discordantes”[1].

Una comunidad que descubrió el Discordianismo a través de la obra de Wilson fue la de los músicos[2], siendo el ejemplo más claro sin duda el de KLF, el dúo de dance-pop del Reino Unido. Bill Drummond, músico y representante de A&R, y Jimmy Cauty, músico y diseñador gráfico, comenzaron a hacer música juntos en 1983. Sus dos primeros álbumes fueron lanzados bajo el nombre de the Justified Ancients of Mu-Mu (JAMs) y no tuvieron mucho éxito. Sin embargo, Doctorin’ the TARDIS, lanzado en 1988 bajo el nombre de The Timelords, una mezcla deliberadamente trashy de la melodía del tema de Dr Who y “Rock and Roll Part 2” de Gary Glitter, se convirtió en número uno en el Reino Unido. Cambiando su nombre a The KLF (por Kopyright Liberation Foundation o Fundación de Liberación del Kopyright), pasaron a convertirse en una de las bandas más importantes de Inglaterra, consiguiendo insertar cinco hits consecutivos al top five entre agosto de 1990 y marzo de 1992, incluyendo dos números uno en EEUU. (Sharkey 1994).



En 1978, a los veintitrés años de edad (por supuesto), Drummond había ayudado a diseñar y construir los escenarios para la adaptación teatral de Ken Campbell de Illuminatus! (Drummond 2000: 49), y la obra de KLF contiene frecuentes referencias al Discordianismo. El nombre Justified Ancients of Mu-Mu fue tomado de Illuminatus!, y la cosmología de Illuminatus! constituye un trasfondo que se teje a través de los muchos proyectos del dúo (McLeod 2009: 116). La letra de su primer single “All You Need is Love” (1983) contiene la frase “Immanentize the Eschaton!”, y “Last Train to Transcentral” (versión de 1991) contiene la frase “Está bien, recuéstense en el piso y mantengan la calma”, ambas citas de Illuminatus! (Wilson 1986 [1977]: 1, 125). Su obra ostenta numerosos ejemplos - al parecer deliberados - del número veintitrés[3]. Su libro The Manual (How to Have a Number One the Easy Way) refiere a su “método zenarquístico”, invocando la filosofía de Kerry Thornley post-Principia Discordia, una mezcla de budismo y anarquía (Cauty y Drummond 1988). La irreverencia de corta-y-pega de las técnicas de sampleo empleadas en éxitos como “3 AM Eternal” y “Last Train to Transcentral” hace eco de la composición estilo collage del Principia Discordia y la irreverencia histórica de Illuminatus!

Muchas de las actividades de KLF hacían eco de la Operación Jodementes. En el pico de su fama, fueron invitados a actuar en la ceremonia de premiación de los BRITS Awards, y realizaron una versión thrash de “3 AM Eternal” junto al grupo de rock industrial Extreme Noise Terror, durante la cual Drummond disparó una ametralladora cargada con balas de fogueo a la audiencia. The KLF anunció su retiro de la industria de la música, y unos meses más tarde eliminó la totalidad de su catálogo (Sharkey 1994). Aún sigue siendo inconseguible porque esencialmente destruyeron su legado histórico, una acción que ningún otro artista con el reconocimiento a nivel popular y de la crítica que ellos tenían ha intentado nunca. Reemergiendo más tarde como la K Fundation, Cauty y Drummond aplicaron su crítica discordiana a la escena contemporánea del arte visual. En 1993, le ofrecieron a Rachel Whiteread - ganadora del premio Whitbread al Mejor Artista - el Premio de la K Fundation al Peor Artista, un premio que pagaba el doble que el Whitbread. Whiteread inicialmente se negó, pero cuando Drummond y Cauty amenazaron con quemar el dinero del premio, ella aceptó, diciendo que iba a distribuirlo entre los artistas necesitados y a la caridad. Al año siguiente Cauty y Drummond llevaron al periodista Jim Reid y a un camarógrafo a la isla de Jura en las Hébridas para presenciar la quema ritual de un millón de libras en efectivo, la totalidad restante de las ganancias de KLF en su carrera musical, y la destrucción de efectivo más grande en la historia del Reino Unido (McLeod, 2009: 124-5). Estos eventos fueron pensados como una crítica a la escena del arte contemporáneo, en la que un círculo en gran medida de artistas auto-seleccionado escogía a los artistas que se convertirían en celebridades reverenciadas. Recibieron algo de atención de los medios, a pesar de que el asunto en gran parte fue tratado de manera sensacionalista, y el análisis y la discusión fue tristemente limitado (Sharkey 1994). Sin embargo, en el Reino Unido al menos, esto fue una intromisión efectiva de las ideas discordianas en el discurso dominante.

En un contexto global, sin embargo, la película de Joel Schumacher El Número 23 (2007), representa una mayor penetración de las ideas discordianas en la cultura dominante. Jim Carrey, más famoso por sus papeles de comedia, interpreta a Walter Sparrow, quien recibe un libro titulado El Número 23, supuestamente escrito por un tal Topsy Kretts. A medida que lo va leyendo, descubre muchos paralelismos extraños entre el personaje central del libro y su propia vida. También describe una relación con una “rubia suicida” que estaba obsesionada por el número veintitrés, el cual veía en todas partes, y que termina llevándola a la locura. El libro finaliza en el capítulo veintidós, con el narrador de pie sobre una cornisa, indeciso sobre suicidarse después de haber matado a su amante. Después de intentar contactar sin éxito con el autor, se revela que el mismo Sparrow escribió el libro, y es la confesión de un asesinato que había cometido. Había saltado balcón, sufriendo una pérdida de memoria que le hizo olvidar el asesinato. La película recibió revisiones críticas mediocres en general, a pesar de que tuvo un moderado éxito de taquilla.

Carrey era lo suficientemente consciente de “Enigma del 23” antes de nombrar a su productora JC23, a pesar de no conocer su origen. Sin embargo, el escritor británico Fernley Philips investigó más a fondo, y afirma abiertamente que la inspiración vino de Wilson. La película no menciona a Wilson directamente, a pesar de que aparece un personaje llamado Dr. Sirius Leary, que puede ser una referencia a Timothy Leary y las experiencias de Wilson con Sirio detalladas en Disparador Cósmico. No obstante, el descubrimiento del personaje central de un oscuro libro que de pronto llena su vida con coincidencias con el número veintitrés podría entenderse como una ficcionalización de la experiencia de muchas personas al leer Disparador Cósmico por primera vez. La película puso el “Enigma del 23” de nuevo en el ojo público, y aparecieron una serie de artículos en la prensa y en Internet resumiendo el enigma; Fortean Times, por ejemplo, reimprimió el artículo de Wilson “El Fenómeno del 23” (1977), incluyendo un prefacio con una referencia a la película.

Sin embargo, la conexión se hace explícita en la película alemana 23 (1998), dirigida por Hans-Christian Schmid, en la que un joven huérfano llamado Karl Koch se obsesiona con Illuminatus! y otras obras de Robert Anton Wilson. Se convierte en un hacker que intenta obtener evidencia de la conspiración mundial que cree subyacente en las estructuras de poder político y económico, tomando el nombre Hagbard Celine. Sin embargo, desarrolla una adicción a la cocaína y se vuelve cada vez más paranoico, siendo eventualmente internado en un hospital, donde poco después muere en circunstancias misteriosas. La película está basada en hechos reales, uno de los primeros casos registrados de hacking, relatados en The Cuckoo's Egg: Tracking a Spy through the Maze of Computer Espionage (Stoll 1989).



Las obras de Wilson han sido motivo de especial atractivo para las subculturas informáticas de los gamers, los programadores y los hackers. Wilson, Illuminatus!, Eris y el Discordianismo han recibido entradas prominentes en el New Hacker’s Dictionary, originalmente un glosario en línea de jerga hacker, y en efecto Wilson era considerado casi como un “héroe” de los piratas informáticos (McLeod 200: 177-8). “Fnord” se utiliza a menudo en las subculturas informáticas como etiqueta para juegos mentales humorísticos en e-mails y mensajes de grupos de noticias, sobre todo cuando se trata de teorías conspirativas (Raymond 1996: 196). También es utilizado por los programadores como una “variable metasintáctica”, “(un) nombre que se utiliza en los ejemplos y con el que se identifica el tema que está en discusión, o cualquier miembro aleatorio del tipo de cosas que se están debatiendo” (Raymond 1996: 301).

Los hackers y programadores pueden haber encontrado el atractivo científico o psicológico de las experiencias religiosas y/o paranormales que Wilson describe sin la condescendencia que a menudo acompaña a tales descripciones. Lo que es más, Wilson emplea con frecuencia metáforas informáticas para describir tales experiencias; por ejemplo, su libro Psicología Cuántica está subtitulado “Cómo el software cerebral te programa a ti y a tu mundo”. (Wilson 1990). Wilson también fue un defensor de la tecnología de Internet, adoptando tempranamente tanto el correo electrónico como los blogs y, más tarde, fundando la Academia Maybe Logic, una “escuela” en línea para la difusión de las ideas que se trataban en sus obras. McLeod también señala que “la irreverencia del Discordianismo tenía un cierto atractivo para el naciente movimiento de hackers de los 70s y 80s, así como para otros copyfighters en ciernes” (2009: 117), e Illuminatus! sirvió para propagar sus ideas a través de la subcultura: “Illuminatus! atrajo a quienes se resistían  activamente al sistema - social, tecnológico, y legal - que imponía restricciones sobre la manera en que podemos jugar, remezclar, o ‘hackear’ los códigos informáticos, la cultura, e incluso lo que llamamos realidad” (2009: 116-117 ).

De esta manera, el Discordianismo formó una fuerte conexión con la ideología emergente del “culture jamming”, donde los artefactos culturales son incautados y re contextualizados o modificados, subvirtiéndolos y volviéndolos en contra de sus productores originales (McLeod 2009: 119). Los discordianos participaron en este proceso a través de la composición de corta-y-pega y la Operación Jodementes, los KLF a través del grafiti y el sampleo irreverente, y los activistas informáticos participaron través de la piratería y la manipulación digital de la publicidad en sitios como Adbusters. Vale la pena considerar si esta actitud anti-copyright ha influido en el surgimiento de intercambio de archivos a través de redes peer-to-peer descentralizadas. Además, al igual que el Discordianismo, estas prácticas están conectadas a una crítica anticapitalista general, a pesar de ser, al mismo tiempo, productos de la ideología individualista del capitalismo (Cusack 2010: 24).

Conclusión

En este capítulo se ha demostrado cómo las obras de Robert Anton Wilson, aquí ejemplificadas por la novela Illuminatus! y el autobiográfico Disparador Cósmico, han funcionado como plataformas para la difusión de ideas discordianas en la cultura en general. Las obras de Wilson atrajeron a una red interrelacionada de aficionados a la informática, músicos y otros artistas que transmitieron las ideas discordianas a un público más amplio que de otra manera no habría estado en contacto con ellas. En este capítulo se han dado ejemplos concretos de la industria de la música, la cultura informática y el “Enigma del 23” en la industria del cine, aunque se podrían dar otros ejemplos. En estos ejemplos, el Discordianismo, presentado por Wilson, encajó a la perfección con las técnicas de culture-jamming de la era digital emergente y su crítica al copyright y al capitalismo corporativista, ayudando a las ideas discordianas a pasar del medio cúltico al medio cultural más amplio (Cusack 2010: 44). De hecho, los términos más comunes que actúan como significantes de simpatía discordiana, principalmente “fnord” y el 23, pueden ser directamente rastreados hasta las obras de Robert Anton Wilson.

En otro sentido, sin embargo, los intentos de Wilson para popularizar el Discordianismo también podrían considerarse un fracaso. Wilson declaró que “mi objetivo es tratar de hacer que la gente entre en un estado de agnosticismo generalizado; no se trata sólo de Dios, sino de ser agnóstico con respecto a todo” (citado en Carlson 2007). La actual aceptación del Discordianismo dentro de la comunidad pagana, sin embargo, sugiere que este objetivo no fue alcanzado. Más bien, la difusión de las ideas discordianas en la cultura general ha tendido hacia un afianzamiento de ciertos conceptos como del “fnord” o el del “Enigma del 23”, en lugar de una amplia aceptación de las ideas más sofisticadas relativas al agnosticismo modelo, que era lo que el Discordianismo representaba para él. Del mismo modo, la creencia en las meta-conspiraciones que implican a los Illuminati o a cualquier otro grupo están más arraigadas y extendidas en la cultura contemporánea de lo que estaban en la década de los70s, durante el apogeo del Discordianismo (Barkun 2003), y Wilson es considerado como una especie de héroe para la subcultura conspirativa a pesar de su alto grado de escepticismo en cuanto a la validez histórica de las narrativas conspirativas.

Teniendo en cuenta que la mayoría de los hackers son ateos, agnósticos o neo-paganos, McLeod señala: “hay una definida tensión de sensibilidad mística, casi gnóstica, que aparece incluso entre aquellos hackers que no participan activamente del neo-paganismo, el Discordianismo, o el Zen. El folclore hacker que rinde homenaje a ‘magos’ y habla de encantamientos y demonios contiene demasiada veracidad psicológica sobre esas cosas para ser simplemente una broma” (Raymond 1996: 526). El Discordianismo ciertamente parece contener para muchos “demasiada veracidad psicológica” para ser simplemente una broma. El punto de Wilson, sin embargo, era que no había tal verdad a ser encontrada. Parece, por tanto, que para la mayoría, Wilson no pudo hacer visible el burro de Nasrudin. Sin embargo, mediante la popularización del Discordianismo, quizás algunos comenzaron a escucharlo rebuznar un poco.


Bibliografía

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[1] James “Eric” Tilton, “Introduction,” http://www.cs.cmu.edu/~tilt/principia/introh.html.

[2] Mi primer encuentro con el Discordianismo fue mediante una copia barata de Disparador Cósmico que me encontré en un estudio de grabación hace unos quince años. Que lo haya encontrado entre las dos docenas de libros de bolsillo baratos que habían allí, sugiere que los que lo habían leído querían que otros lo encontrasen al azar, como ellos lo habían hecho, para que fuesen desafiados los modelos perceptivos de quienes lo hallaran.

[3] Para más ejemplos que los necesarios ver: http://easyweb.easynet.co.uk/~stuey/klf/23.htm

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