Lectura de
Illuminatus semana 44
Por Mazzu
Trilogía
Illuminatus
(Desde la página 485 a la 498 inclusive)
Somos
testigos del Eskatón: Eris, Yog Sothoth, ángeles, demonios, nazis zombies,
surfers, discordianos, Illuminati, rockeros y una multitud viajada en LSD
confluyen en un desenlace electrizante y alucinante, el Apocalipsis más delirante
que he tenido el gusto de leer...
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En
esta semana alcanzamos la cúspide del clímax del Eskatón. Hagbard toma el
micrófono del escenario principal del festival y pide a la audiencia que se
retire, para así evitar caer en manos de los zombies nazis salidos del lago Totenkopf
que actúan bajo las órdenes de los cuatro Illuminati Primi que conocemos:
Wilhelm, Wolfgang, Winifred y Werner Saure, es decir, los hermanos y la hermana
que conforman el grupo de rock Asociación Médica Americana (AMA). Ellos quieren
masacrar a esos cientos de miles de jóvenes para alcanzar la iluminación
trascendental (ver entrada de la semana 24) junto a 23 jerarcas nazis Illuminati
– el propio Hitler se encuentra entre ellos, ya que en los Mitos de Illuminatus no murió: de hecho, es uno de los dos “ancianos
alemanes achacosos” que George se topa en el lobby del hotel de Ingolstadt; es
el viejo con un “largo bigote blanco y un mechón de cabello cano cayéndole
sobre la frente” que le dice en inglés con fuerte acento alemán: “sal de mi
camino, judío comunista homosexual degenerado” (pág. 458)
Uno
de los aspectos que me parecen más interesantes del fragmento que nos toca, es
que ilustra bastante bien la idea de Robert Anton Wilson de los “Túneles de la
Realidad” o del “Agnosticismo Modelo”: virtualmente ninguno de los asistentes
al festival ve lo mismo que los otros, y hay varias descripciones completamente
diferentes de lo que sucede durante el Eskatón; para comenzar, nadie se pone de
acuerdo sobre qué es lo que está saliendo del lago: la cantante Rhoda Chief
(que había echado LSD en el Kool Aid) dice que se trataba de una “serpiente marina
gigante” que “giró y tragó su propia cola con la boca, encogiéndose hasta
convertirse en un punto, y arrojando buenas vibraciones y flashes de luz astral
mientras menguaba” (pág. 460); María Imbrium, vocalista de los Dragones
Defensores de Sicilia, dice que lo que sale del lago son “ángeles con túnicas
doradas”; otro de su banda dice que “son un grupo de surfers que por algún
extraño motivo llevan gorras verdes” (pág. 476). Uno de los Filete de Alma dice
“el lago entero está vivo, una enorme espiral que se eleva y gira, como la
molécula de ADN, pero con una cabeza de halcón en la punta…” (pág. 483); para
los esotéricos Corporación Cerrada (ver entrada de la semana 42), eran “666
demonios cornudos y coludos que veían acercándose a ellos” (pág. 489). Los
discordianos y los AMA ven nazis zombies saliendo del lago Totenkopf, mientras
que Simon dice ver “cualquier cosa menos lo que se supone que debería ver” (en
la entrada anterior hablamos sobre su visión).
Con
respecto a la aparición que enfrenta a lo que fuera que estaba saliendo del
lago, parece haber un poco más de consenso: muchos alegan ver a una figura
femenina gigantesca, aunque no todos la ven igual: los discordianos ven a Eris,
con su Manzana Dorada
(...)
Una figura colosal que crecía a cada paso que daba. Era una mujer dorada con
túnica dorada y cabello salvaje, rojo, negro y dorado que flotaba libre al
viento. Pasó por encima de la cerca que limitaba el área del festival tan
casualmente como si estuviera caminando por su casa. Sobresalía por encima de
los pinos bávaros. En su mano izquierda llevaba un orbe dorado… (pág. 492)
Por
su parte, Lady Velkor cree que lo que sale del lago son “los espíritus
malévolos de los Inquisidores Católicos que los Illuminati habían intentado
resucitar” y que la figura gigante era la Gran Madre, Isis: “sabía que después
Hagbard Celine presumiría en todos los círculos ocultistas que el milagro había
sido obra suya, dándole todo el crédito a esa perra destructiva de Eris - pero
eso ya no importaba. Había visto a Isis con sus propios ojos y eso era
suficiente” (pág. 496). Otro cree ver a “una mujer negra gigante… la Madre
Noche de Goethe” (pág. 486). Joe Malik dice:
“Yo
vi a un maestro Mago, o a un maestro del engaño – ambos son lo mismo - plantando
unas cuantas sugestiones para hacer que un montón de cabezas-de-ácido huyeran
de sus propias sombras (...) O vi la batalla final entre el bien y el mal con
Horus en ambos bandos” (pág. 496)
En
la versión discordiana, vemos que la gigantesca Eris arroja una enorme Manzana
Dorada para destruir a las tropas nazis zombies, o mejor dicho, para que se
destruyan entre ellos; cada soldado ve en la manzana lo que le es más querido o
lo que añora con más ansias, lo “más bello” (Kallisti):
El
soldado raso Heinrich Krause vio a la familia que había abandonado hace treinta
años atrás - sin saber que en ese momento sus nietos estaban sobre el puente de
botes que cruzaba el lago Totenkopf, huyendo de su avance -. El cabo Gottfried
Kuntz vio a su amante (quien en realidad había sido violada y destripada por
soldados rusos durante la caída de Berlín en 1945). El lugarteniente Sigmund
Voegel vio una entrada al festival de Wagner en Bayreuth. El coronel de la SS
Konrad Schein vio a un montón de judíos alineados en frente de una
ametralladora que esperaba a que él pusiera el dedo en el gatillo. El oficial
Ernst Bickler vio un plato sopero chino azul sobre la mesa vacía en la casa de
su abuela en Kassel. Rebosaba de mierda de perro humeante, de la que sobresalía
una cuchara de plata. El general Hanfgeist vio a Adolf Hitler, con el rostro
azulado y los ojos y la lengua sobresaliendo, colgando de una horca. (pág. 492)
Ni siquiera los
propios Saure son inmunes al hechizo de la Manzana:
“Veo
el trono del mundo. Un solo sitial a veintitrés pies del suelo adornado con
diecisiete rubíes, sobre el cual se cierne la serpiente que se muerde la cola,
la Rosa Cruz y el Ojo. Lo veo y sé que solamente a mi me corresponde ascender y
ocuparlo para siempre ¿Tú que ves?” preguntó Winifred.
“Veo
la cabeza teufelschelss de Hagbard
Celine sobre una bandeja de plata”. Wolfgang gruñó
Prunella Gee como Eris con su Manzana Dorada
Otra
cosa que cambia según cambian los túneles de la realidad, es el discurso que
Hagbard da frente a la audiencia del festival; cada uno lo escucha en su propio
idioma y de la manera más adecuada para su comprensión – aquí los autores hacen
referencia a los sucesos relatados en el libro Hechos de los Apóstoles, durante la fiesta judía de Pentecostés,
supuestamente cincuenta días después de la muerte de Jesús. Así lo explica
Malaclypse el Viejo a George:
“Jesús”
dijo George. “Eso no va a funcionar. Lo está expresando mal. Nunca le creerán.
Se reirán de él. Tres cuartos de la audiencia ni siquiera entiende inglés”.
“¿Así
es como suena para ti?” preguntó Malaclypse. “¿Como si estuviera hablando en inglés?
A mí me suena que está diciendo todo de manera simple y directa. Pero yo lo
escucho hablar en el dialecto griego de Atenas del siglo V A.C.”.
“¿A
qué te refieres?”.
“A
que él está hablando en noruego o en italiano, en el lenguaje que conoce mejor.
Está usando lo que llamo el Truco Pentecostal. Fue descrito en los Hechos de
los Apóstoles como el don de lenguas. Luego de la muerte de Jesús, los
apóstoles estaban reunidos durante las fiestas de Pentecostés, cuando unas
lenguas de fuego aparecieron sobre sus cabezas. Luego fueron a predicar ante una
multitud de gente de diversos países, y cada persona escuchó los sermones en su
propia lengua y en la forma más convincente para cada uno. Lograron miles de
conversos a la cristiandad de esa forma. Yo fui el que les enseñó el truco,
aunque ellos nunca lo supieron. (...) También le enseñé el Truco Pentecostal a
Hagbard. Lo que está diciendo te suena desabrido porque tú no necesitas ser
persuadido. El resto está escuchando toda la emoción y retórica que necesitan
para estar motivados. El Truco Pentecostal es una buena jugarreta”.
Como
decíamos antes, todo esto ilustra bastante bien el concepto de RAW de los
“túneles de la realidad”. Me vienen a la mente un par de fragmentos de Disparador Cósmico I:
“Realidad”
es una palabra del idioma español que resulta ser (a) un sustantivo y (b)
singular. Por lo tanto, pensar en español (y en las lenguas indoeuropeas
cognadas) nos programa subliminalmente a conceptualizar la “realidad” como una
entidad de una-sola-pieza, algo así como un enorme rascacielos de Nueva York,
en el que cada parte sólo es otra “habitación” dentro del mismo edificio. Este
programa lingüístico es tan generalizado que la mayoría de la gente no puede
“pensar” por fuera del mismo, y cuando uno trata de ofrecer una perspectiva
diferente, imaginan que uno dice tonterías.
La
noción de que la “realidad” es un sustantivo, una cosa sólida como un ladrillo
o un bate de béisbol, deriva del hecho evolutivo que nuestro sistema nervioso
normalmente organiza el baile de la energía en tales “cosas” de una-sola-pieza,
probablemente como señal instantánea de bio-supervivencia. Esas “cosas”, sin
embargo, se disuelven nuevamente en energía danzante —procesos, o verbos —
cuando el sistema nervioso es sinergizado por ciertas drogas, o es trasmutado
mediante ejercicios de yoga o chamánicos, o es ayudado por instrumentos
científicos. Tanto en el misticismo como en la física, hay un acuerdo general
en que las “cosas” son construidas por nuestro sistema nervioso y que las
“realidades” (plural) pueden describirse mejor como sistemas o paquetes de
funciones de la energía.
Eso
para la “realidad” como sustantivo. La noción de que la “realidad” es singular,
como un frasco sellado herméticamente, no cuadra con los hallazgos científicos
que, en este siglo, sugieren que la “realidad” puede considerarse mejor como
algo fluctuante y serpenteante como un río, o interactiva, como una danza, o
evolutiva, como la vida misma.
La
mayoría de los filósofos sabe, al menos desde alrededor de 500 A.C., que el
mundo percibido por nuestros sentidos no es “el mundo real” sino una
construcción que nosotros creamos — nuestra obra de arte privada. La ciencia
moderna comenzó con la demostración de Galileo de que el color no está “en”
objetos sino “en” la interacción de nuestros sentidos con los objetos. A pesar
de este conocimiento filosófico y científico de la relatividad neurológica, que
ha sido más claramente demostrado con cada gran avance de la instrumentación,
debido al idioma, todavía creemos que detrás del universo fluctuante,
serpenteante, interactivo, y evolutivo creado por la percepción, hay una sola
“realidad” sólida, monolítica, perfilada tan dura y nítidamente como una barra
de hierro.
La
física cuántica ha socavado esa barra de hierro platónica de la “realidad”,
mostrando que tiene más sentido científico hablar sólo de las interacciones que
experimentamos realmente (nuestras operaciones en el laboratorio); y la
psicología de la percepción ha socavado la “realidad” platónica exponiendo que
asumir su existencia conduce a contradicciones insalvables al momento de
explicar cómo hacemos realmente para percibir que un hipopótamo no es una
orquesta sinfónica.
Las
únicas “realidades” (plural) que experimentamos realmente y de las que podemos
hablar significativamente, son las realidades percibidas, las realidades
experimentadas, las realidades existenciales — realidades que nos involucran
como editores — y todas son relativas al observador, fluctuantes, evolutivas,
susceptibles a ampliaciones y enriquecimientos, pasando de baja resolución a
alta fidelidad, y no encajan juntas como las piezas de un rompecabezas en una
única Realidad con R mayúscula. Más bien, se iluminan entre sí por contraste,
como las pinturas de un gran museo, o los diferentes estilos sinfónicos de
Haydn, Mozart, Beethoven y Mahler.
Alan
Watts tal vez lo expresó mejor que nadie: “el universo es una gigantesca mancha
de tinta Rorshach”. La ciencia le encuentra un significado en el siglo XVIII,
otro en el siglo XIX, y otro más en el XX; cada artista descubre significados
únicos en otros niveles de abstracción; y cada hombre y mujer encuentra
diferentes significados a diferentes horas del día, dependiendo de los entornos
internos y externos.
(...)
Mi actitud es idéntica a la del Dr. Gribbin y a la de la mayoría de los físicos
de hoy, y es conocida en física como “La Interpretación de Copenhague” porque
fue formulada en Copenhague por el Dr. Niels Bohr y sus colegas entre 1926-28.
La Interpretación de Copenhague a veces es llamada “agnosticismo de modelos” y
sostiene que cualquier grilla que utilicemos para organizar nuestra percepción
del mundo es un modelo del mundo y no debe ser confundida con el mundo mismo.
Alfred
Korzybski, el semántico, trató de popularizar esto fuera de la física con el
lema “el mapa no es el territorio”. Alan Watts, un talentoso exégeta de la
filosofía Oriental, lo replanteó más vívidamente como “el menú no es la comida”
La
creencia, en el sentido tradicional, o certeza, o dogma, equivale a un gran
delirio, “Mi modelo actual” — o grilla, o mapa, o túnel de la realidad —
“contiene todo el universo y nunca necesitará revisión”. Considerando la
historia de la ciencia y del conocimiento en general, esto me parece absurdo y
arrogante, y me siento perpetuamente asombrado de que tantas personas todavía
se las arreglen para vivir con una actitud tan medieval.
(...)
En los seminarios de Exo-psicología que dicto por estos días, dramatizo este
punto haciendo que toda la clase visualice la sala que atravesó para entrar a
la sala del seminario. Entonces pregunto cuántas personas visualizaron cinco
elementos distintos, diez, quince... Cuando damos con la persona que memorizó
la mayor cantidad de señales, enumeramos los elementos de esa persona en la
pizarra. Llamamos X a este número. A continuación, recopilamos todas las señales
del resto de la clase que no estaban en la lista X. La nueva lista es siempre
superior a 2X. Es decir, si el campeón memorioso de esa clase tenía 14 señales
del vestíbulo, la clase en total sumaba 28 o más.
Esto
ilustra que una forma de duplicar nuestra inteligencia práctica (ser consciente
del detalle) es intentar recibir tantas señales como sean posibles de otros
seres humanos, no importa cuán erróneo pueda parecer su mapa de la realidad, o
lo tonto o aburrido que pueda parecer al principio. Nuestra costumbre habitual
de rechazar todas las señales humanas no compatibles con nuestro mapa favorito
de la realidad es el mecanismo que nos mantiene a todos mucho más estúpidos de
lo que deberíamos ser.
El
experimento también ilustra el principio de relativismo neurológico de Leary.
No hay dos personas que reporten exactamente las mismas señales. Sea lo que sea
la sala “objetiva” (probablemente una danza de energía, si confiamos en la física
moderna), cada persona que pasa a través de ella crea un túnel de la realidad
diferente, una sala que se adapta a sus propios hábitos neurológicos. No hay
dos personas que hayan estado en la “misma” sala existencialmente.
Luego
de la locura de la escena final del Eskatón en Illuminatus, Lady Velkor ofrece la explicación más pedestre y
graciosa de todas: “alguien echó un ácido de mala calidad en la Kool Aid. Todos
enloquecieron y huyeron hasta el pueblo” (pág. 497)
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Cabalísticamente,
encaramos el último tramo de Yesod. La batalla del Eskatón sería como un
trabajo de parto para pasar del plano ‘astral’ al mundo ‘material’ de Malkuth.
El
sendero sefirótico que une a Yesod y Malkuth contiene la letra hebrea Tau, ת,
la Cruz, y la figura de Cristo y la crucifixión es mencionada en el monólogo
lisérgico de Mary Lou Servix varias veces: en la imagen de Hassan i Sabbah X
como un Cristo Negro (pág. 485), en la propia Mary Lou como un Cristo
femenino-masculino “me están clavando a la cruz (literalmente) pero la cruz
está dentro de una rueda de fuego giratoria” (ídem) y en la figura de su padre
siendo torturado por la policía “¿por qué no le metieron una lanza en el
costado?” (pág. 488). Por su parte, al ser la eucaristía una forma de
canibalismo simbólico, también es mencionada: “los hombres son caníbales
asesinos de la carne” (pág. 488). Veo una especie de oscuro reflejo qlifótico
de la eucaristía también en Yog Sothoth, el Devorador de Almas.
Otra
figura crística es la de Hagbard como Horus/Cristo y Joe Malik como Set/Judas;
finalmente no se consuma ya que Joe se niega a interpretar su papel sacrificando
a Hagbard con una bala de plata. Esto me hizo recordar al cuento de Jorge Luis
Borges Tres Versiones de Judas
(1944), donde el autor señala la relevancia del Iscariote, comparándolo con el
propio salvador, y afirmando que la figura del traidor era tan necesaria como
la del propio redentor.
La
dualidad mujer-hombre o el hermafroditismo es otro tema que parece tocar el soliloquio
de Mary Lou:
“Dentro
de cada mujer hay un hombre furioso intentando salir, una mujer-hombre con ojos
de búho, (...) mi clítoris crecía hasta ser un pene (...) MI PENE ES LA ESTRELLA
RUBÍ INVISIBLE Y LOS HOMBRES CONSPIRAN PARA QUE YO LO OCULTE; ES POR ESO QUE YO
DEBO PRIVARLOS DE LOS SUYOS. Tengo dos caras (...) el olor dulce del hachís (...)
es como yo, una planta femenina con fuerza masculina” (pág. 485)
Esto
contiene muchas correspondencias con el sendero sefirótico del que hablábamos y
con el Arcano Mayor del Tarot contenido en él: el Mundo. La dualidad
hermafrodita explícita en el pasaje se corresponde a la del Arcano Mayor el
Mundo. En El Libro de Thoth, Aleister Crowley describe las correspondencias de
dicho Arcano:
La
letra Tau está atribuida a Saturno, el más exterior y lento de los siete
planetas sagrados; debido a estas cualidades sombrías y pesadas, al símbolo se
le impuso el elemento tierra.
Saturno
y Tierra tienen ciertas cualidades en común —la pesadez, la frialdad, la
aridez, la inmovilidad, la monotonía y otras por el estilo—. Pero Saturno aparece
en Binah en razón de su negrura en la escala de la Reina, que es la escala de
la Naturaleza Observable; pero siempre, tan pronto como llega al final de un
proceso, se vuelve automáticamente al principio.
Saturno
es, por lo tanto, masculino; es el dios viejo, el dios de fertilidad, el sol en
el sur, pero es, asimismo, el Gran Mar, la gran Madre, y la letra Tau aparece
en el Árbol de la Vida como una emanación de la luna de Yesod, cimiento del
Árbol y representante del proceso reproductivo y del equilibrio entre cambio y
estabilidad o, más bien, de su identificación. La influencia del sendero
desciende a la tierra, Malkuth, la hija. Aquí vuelve a aparecer la doctrina de
«sentar a la hija en el trono de la Madre». En esta carta tenemos
consecuentemente un símbolo de la terminación de la Gran Obra en su más alto
sentido, del mismo modo que el Atu del Loco simboliza su comienzo. El Loco es
lo negativo que se proyecta en manifestación; el Universo es esa manifestación
que, cumplida su meta, se apresta a regresar.
La
mención de los genitales femeninos convirtiéndose en genitales masculinos no es
azarosa tampoco: recordemos que si superponíamos el Árbol Cabalístico de la
Vida a la figura humana, Yesod ocupaba el lugar de los órganos reproductivos. Sobre
la castración y su relación con Saturno/Cronos hablamos en la entrada anterior;
la ‘Estrella Rubí’ es una referencia a otra obra de Crowley, Liber XXV: The Star Ruby, cito “la
Estrella Rubí es la Piedra preciosa de Chokmah o Therion, considerando que la
Estrella Zafiro es la Piedra preciosa de Binah o Babalon”.
Martín
Agharta Díaz (ver su comentario más adelante) me hizo recordar que Mary Lou
también menciona a Naphthys, la “hermana negra de Isis” (pág. 486); la negrura
de Saturno/Cronos y de la Tierra parecen relacionarse con Ella. Se me ocurrió
que la raíz etimológica de Naphthys tal vez pudiera tener alguna conexión con
la de “nafta”, “naphtha”, uno de los nombres más antiguos con que se conoce al
petróleo en la Mesopotamia, pero no he podido encontrar nada al respecto; sin
embargo, dada la similitud de ambos términos y la ‘negrura’ de ambos, da que
pensar...
Hay
varias referencias al ‘cierre del círculo’, por ej.: la “rueda de fuego
giratoria” (pág. 485), “vuelo en círculos” (pág. 491), y “la serpiente que se
muerde la cola” (pág. 492); éstas se corresponden con el fin y el nuevo
comienzo que marca el Arcano el Mundo, como bien señala Crowley en el pasaje
citado arriba. También aparece el león, aunque en su aspecto femenino (pág. 485:
la “leona dividida”), que forma parte de la imaginería de dicho Arcano: es una
de las cuatro figuras apostólicas y elementales que rodean al hermafrodita que
baila sobre la tierra.
Este
capítulo o viaje de Yesod culmina con una triple invocación a Ra, tal vez una
referencia al Niño Ra-Hoor-Kuit, marcando el fin de un ciclo y el amanecer del
nuevo Eón según la filosofía Thelémica...
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Finalmente,
luego de la muerte de los cuatro Illuminati Primi, los hermanos Saure, se
revela la identidad del quinto Illuminatus, aquel que había tomado el nombre de
un lloigor: Henry Hastur no era otro que el mismísimo Hagbard Celine, el
personaje más trickster de toda la
novela...
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Algunas
notas:
Martín
Agharta Díaz nos escribió al foro de lectura:
Buscando
información sobre Naphthys, ¡resulta que es la diosa de las pesadillas y de los
ríos! si bien los eventos de esta semana son cerca de un lago, está
emparentado, y el puente “Adam Weishaupt” que luego se transforma en el puente “George
Washington”.
¡Ella
lucirá un vestido rojo..!
Otra
cosa que se pone en evidencia, tanto en la descripción de las diferentes “alucinaciones”
provocadas por el agua adulterada y las “sugestiones” del mago como en las
visiones que ven los “nazis zombies” en la Manzana Dorada, es la construcción
del famoso “túnel perceptivo de realidad” de cada individuo.
Y
ya que estamos, aprovecho para compartir aquí una canción de Martín con su
banda Antimacumba que se llama, precisamente Inmanentizando el Eskatón (click en el link debajo de la ilustración):
En
la batalla final del festival de Ingolstadt las tropas nazis zombis se ven
diezmadas al autodestruirse luchado por la Manzana Dorada. Yog Sothoth – libre
de su prisión del Pentágono gracias a las bombas de los guerrilleros – llega al
escenario en búsqueda de “almas frescas”; si juntamos las dos imágenes (la
Manzana Dorada simbolizando a Eris, y el Pentágono representando a Yog Sothoth)
tenemos ambos lados o Mezco-Lanza (Hodge-Podge) del símbolo discordiano del Cao
Sagrado
En
EEUU el presidente es asesinado por cinco francotiradores, algo reminiscente del
asesinato de JFK según la versión de los Mitos
de Illuminatus: también habían sido cinco los tiradores presentes durante
el último paseo de Kennedy. El que toma su lugar es el vicepresidente, un tipo
bastante caído del catre; cuando su propio rostro aparece en las pantallas de
TV (pág. 496), pregunta “¿Quién es ese patán que apareció ahí?”. Si hacemos un
poco de memoria, es el personaje un tanto racista (“no digas tano” – pág. 31)
que había respondido al aviso personal en busca de alguien “interesado en la
cultura griega” que Epiceno Wildeblood había publicado; Eppy se había
emocionado pensando en una nueva conquista; pero, desafortunadamente, resultó que
el Vicepresidente “solamente estaba interesado en disertar sobre las gloriosas
conquistas de la junta militar que gobernó en Atenas” (pág. 301).
Finalmente,
Mavis/Stella/Mao le revela su secreto a George (pág. 491):
Ante
sus ojos, ella se volvió roja, amarilla, negra, mulata, joven, de edad mediana,
una niña, una vieja, una rubia noruega, una morocha siciliana, una griega de
ojos demenciales, una ashanti altísima, una masai de ojos rasgados, japonesa,
china, vietnamita, y así sin parar.
El
cara-pálida seguía cambiando de color, como suele hacerlo la gente cuando estás
de peyote. Ahora se veía casi como un indio. Esto facilitaba la charla. ¿Por
qué la gente no cambia de color? Todos los problemas del mundo vienen del hecho
de que usualmente no cambiamos de color. James asintió profundamente. Como es
usual, el peyote le había aportado una gran Verdad. Si blancos, negros e indios
cambiaran de color todo el tiempo, no habría odio en el mundo, porque nadie
sabría a quien odiar.
¿De
quién era aquel pensamiento?
George
nuevamente es el receptor de una “fuga mental” como le sucedía con Simon. Esta
vez, el pensamiento provenía de James Oso Caminante, el nativo menominee que
Joe Malik visitó en la reserva mientras buscaba corroborar la información que
tenía sobre John Dillinger (ver página 109).
En
la página 495 Hagbard hace volar el puente que la Horda Delfín había construido
sobre el lago Totenkopf para evacuar a la audiencia; al hacerlo, grita “¡Lo
hundí! ¡Hundí el puente George Washington!”; esto es una referencia al juego
discordiano del Hundido (Sink), ver entrada de semana 38
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5s,
17s, y 23s: “el dialecto griego de Atenas del siglo V A.C.” (pág. 486); “Parece que hubo cinco personas disparando desde cinco
ubicaciones diferentes” (pág. 489); “Tenemos veintitrés candidatos a la iluminación trascendental” (pág. 489); “Un
sitial a veintitrés pies del suelo
adornado con diecisiete rubíes” (pág.
492); “Pregúntale, entonces, por qué siempre lo atrapan adentro de un pentágono” (pág. 494)