MODELOS,
METÁFORAS
E ÍDOLOS
(Con
comentarios sobre la psicología primate y la mecánica cuántica)
Fragmento de "La Nueva Inquisición", por Robert Anton Wilson, 1986
Traducción: Mazzu
Lo desconocido involucra peligro,
inquietud y zozobra; aplícase el instinto primordialmente a eliminar estos estados
penosos. Primer principio: cualquier explicación es preferible a ninguna
explicación...
El impulso causal está, pues,
determinado y excitado por el temor. El “¿por qué?” debe dar en lo posible no
la causa por la causa misma, sino determinado
tipo de causa: una causa que tranquilice, redima, alivie.
Nietzsche,
El Ocaso de los Ídolos
Una
rosa con cualquier otro nombre
Nunca,
nunca olería igual
Y
astuta es la nariz que sabe
Que
una cebolla ha sido llamada rosa
Wendell Johnson, Your
Most Enchanted Listener
Si
ves un cerdo con dos cabezas, mantén tu boca cerrada
Proverbio
irlandés
INTRODUCCIÓN
Este
libro habla de una Nueva Inquisición, un Nuevo Ídolo, y un Nuevo Agnosticismo.
Por
Nueva Inquisición me refiero a ciertos hábitos de represión e intimidación que
se están volviendo un lugar cada vez más común en la comunidad científica de
hoy en día. Por Nuevo Ídolo me refiero a las creencias rígidas que forman la
superestructura ideológica de la Nueva Inquisición. Por Nuevo Agnosticismo me
refiero a una actitud mental que en todos lados ha sido llamada “agnosticismo
modelo” y que aplica los principios agnósticos no solamente al concepto de
“Dios” sino también a ideas de todo tipo en todas las áreas del pensamiento y
la ideología.
El
principio agnóstico rechaza la creencia total o la negación total y considera a
los modelos como herramientas a ser utilizadas sólo y siempre que sean
apropiadas, y reemplazados (por otros modelos) sólo y siempre que no sean
apropiados. No supone que ciertos modelos, o tipos de modelos, sean más
“profundos” que otros, sino que simplemente pregunta si un modelo sirve o no a
aquellos que lo utilizan. El principio agnóstico es comprendido aquí en un
amplio sentido “humanístico” o “existencial”, y no pretende ser estrictamente
técnico o filosófico.
Este
libro es deliberadamente polémico porque creo que los modelos, como
herramientas, deben ser probados en ese tipo de combate que Nietzsche
metafóricamente llamó “guerra” y Marx llamó lucha dialéctica. Es
deliberadamente chocante porque no quiero que sus ideas parezcan menos
rigurosas o sorprendentes de lo que son.
Parte
de lo que digo aquí puede parecer
contradecir y repudiar ideas sostenidas en algunas de mis obras anteriores.
Pero en efecto, no es así. Todavía estoy a favor de una sociedad altamente
tecnológica en vez de una más primitiva; todavía me rehúso a unirme a aquellos
que exaltan la edad media (que yo contemplo como una época de locura y
superstición); todavía abogo por la colonización espacial, la investigación de
la longevidad y otras metas que parecen faustianas (o algo peor) para aquellos laudatores temporis acti como Theodore
Rossack y los ecologistas pop. Sobre todo, todavía pienso que la clase
dirigente científica que es satirizada en esta obra no es en absoluto tan
nefasta como la clase dirigente de varias religiones, especialmente la del
cristianismo y el Islam. Al criticar lo que llamo Materialismo Fundamentalista
– un término que acuñé hace más de diez años, y utilicé en muchos artículos y
en algunos libros -, me estoy oponiendo al fundamentalismo, no al materialismo.
(Este punto será aclarado conforme avancemos).
Algunos
términos que serán poco familiares para ciertos lectores son utilizados con
frecuencia en este libro. Aquí están brevemente definidos, y serán mejor
explicados, por contexto y ejemplos, a medida que el argumento se desarrolle.
REALIDAD
ÉMICA: el campo unificado conformado por pensamientos,
sentimientos, e impresiones sensoriales aparentes que organiza nuestra
experiencia rudimentaria en patrones significativos; el paradigma o modelo que
las personas crean al hablar unas con otras, o al comunicarse mediante
cualquier tipo de simbolismo; la cultura de un tiempo y espacio; el entorno
semántico. Cada realidad émica tiene su propia estructura, estructura que impone sobre la experiencia cruda.
REALIDAD
ÉTICA: la realidad hipotética que no ha sido filtrada a través de la realidad
émica de un sistema nervioso humano o de su red lingüística. Si tienen algo que
aportar sobre la realidad ética sin
utilizar palabras o cualquier otro símbolo, por favor, envíen una
descripción completa al autor inmediatamente.
Información: tal como se utiliza en la teoría matemática
de la información, denota la cantidad de imprevisibilidad en un mensaje; la
información es, en términos generales, lo que uno no espera escuchar. En este sentido, la información puede ser
“verdadera” o “falsa”, pero siempre es una pequeña sorpresa. La resistencia a la información nueva mide el grado de fundamentalismo
en una cultura, subcultura o en un individuo.
Neurosemántica: el estudio de la influencia del
simbolismo sobre el sistema nervioso humano; la manera en que la realidad-túnel
local programa nuestros pensamientos, sentimientos e impresiones sensoriales aparentes.
RELIDAD-LABERINTO: la existencia considerada como un
test de inteligencia de multiple-choice;
la suma total de realidades-túneles disponibles para cualquier humano con mente
abierta o no-fundamentalista en cualquier época y lugar dados.
realidad-TÚNEL: una realidad émica establecida por un
sistema de codificación o una estructura de metáforas transmitida a través del
lenguaje, el arte, las matemáticas y otros símbolos.
Sinergia: aquellos comportamientos de los
sistemas que no pueden ser predichos mediante el análisis de sus partes o
subsistemas. Un término popularizado por Buckminster Fuller y aproximadamente
equivalente al holismo. Consulte Gestalt
en la psicología y la transacción a
continuación.
Transacción: se utiliza aquí en el sentido de la
Psicología Transaccional, que sostiene que la percepción no es una re-acción pasiva, sino una trans-acción activa, creativa, donde el
“observador” y lo “observado” deberían ser considerados como un todo sinérgico.
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- I
El
difunto R. Buckminster Fuller (arquitecto, ingeniero, poeta, matemático y un fastidioso)
solía sorprender a su público durante sus conferencias señalando casualmente
que todo lo que vemos está dentro de nuestra cabeza. Si la consternación de la
audiencia se hacía oír, Fuller se detenía y explicaba, por medio de un dibujo
en la pizarra, el diagrama de óptica que podemos encontrar en cualquier curso
de física elemental de primer año:
La
flecha hacia arriba a la izquierda del lector es un “objeto” o, en términos más
precisos, un evento en el espacio-tiempo. Los rayos de luz provenientes de este
nodo existencial o cúmulo de energía viajan a las lentes de los ojos que, al
igual que todas las lentes, los invierten, y luego la retina registra la “imagen”
invertida. No vemos las cosas al revés porque la retina es parte del sistema
sinérgico ojo-cerebro, y antes de que tengamos conciencia del nodo de energía,
el cerebro ya ha interpretado y editado la señal en su sistema de
clasificación, que incluye girar la imagen para que coincida con el sistema geométrico
de coordenadas común utilizado por el cerebro para “archivar” la información.
Algunos
piensan que lo entienden la primera vez que les es explicado. Otros, cerca de la
centésima vez que les es explicado de repente exclaman “¡Eureka!” y piensan que
al fin realmente lo han entendido. En
mi experiencia en seminarios en esta área, nadie entiende el significado completo
de esto hasta que se realizan algunos experimentos que lo transforman en una
experiencia vivida. He aquí un experimento que imploro al lector que repita de
inmediato:
Pídale
cooperación a un amigo y luego obtenga un periódico que usted no haya leído. Siéntese
en una silla y pídale a su amigo que sostenga el diario de modo que usted sea
capaz de leer los titulares de la primera página y luego hágalo caminar lentamente
hacia atrás en la habitación hasta que los titulares se hagan difusos. Entonces
pídale que lea un titular en voz alta sosteniendo el periódico en la misma
posición. Usted entonces “verá” claramente el titular.
Repito:
leer acerca de una demostración como esta no hace que el principio sea
comprendido de manera tan clara y profunda como la realización del experimento.
Aristóteles,
sin conocer las leyes de la óptica moderna, comprendió este principio general lo
suficiente como para decir que “veo”
es una expresión incorrecta que en realidad
debería ser “he visto”.
Siempre hay un tiempo, aunque fugaz, entre el impacto de una señal en los ojos
y la “percepción” o “imagen” en nuestro cerebro. En ese intervalo, el cerebro le
impone forma, significado, color y muchas
otras características a la imagen.
Lo que es cierto
es cierto para los ojos, lo es para los oídos y los otros sentidos.
En
vista de ello, una vez remarcado, parece que no hay escape del agnosticismo parcial
– es decir, el reconocimiento de que todas las ideas son en alguna manera
conjeturas e inferencias. Aristóteles eludió esta conclusión y, hasta hace
poco, la mayoría de los filósofos y científicos han hecho lo mismo, insistiendo,
asumiendo, o con la esperanza de que haya un método mediante el cual la
incertidumbre de las percepciones pueda ser trascendida y podamos llegar a la
certeza de los principios generales.
Desde
Hume - al menos desde Hume - esta Fe
ha sido fragmentada gradualmente. Varios filósofos han expresado este colapso
de la certeza de diferentes formas, pero en esencia, la posición relativista
moderna puede ser expresada simplemente diciendo que no hay manera de derivar
conclusiones ciertas desde percepciones inciertas, por la misma razón que no es
posible obtener una suma definitiva
si todos los números en una cuenta se estiman como “alrededor de un kilo”, “alrededor
de medio kilo”, “aproximadamente tres kilos” o “un poco más de tres kilos”. Si la percepción no es absoluta, ninguna
deducción basada en la percepción puede ser absoluta. No importa cuán
ingeniosamente podamos jugar con las aproximaciones, éstas no se convierten en
certezas por arte de magia; en el mejor de los casos, se convierten en
aproximaciones más precisas.
Una
vez más: consideremos esta conocida ilustración que se encuentra en la mayoría
de los libros de psicología general:
Si
usted ve la línea de abajo más larga que la de arriba, su cerebro, trabajando con
los programas habituales, lo ha engañado. Las formas de V y V invertidas seducen
al sistema ojo-cerebro para que vea de manera imprecisa. Usted acaba de tener
una alucinación leve.
Los
procesos (ópticos y neurológicos) por medio de los cuales los “milagros” y los
“OVNIs” son creados y mediante los cuales
usted “crea” una silla en la misma habitación donde se encuentra en este
momento, son fundamentalmente similares a lo que acaba de suceder cuando usted
miró las líneas anteriores. Si usted piensa que la silla es más “objetiva” que
un poema de Dylan Thomas o que esas líneas pixeladas, debe probar el costoso experimento
de contratar a tres pintores y tres fotógrafos para que hagan un “retrato
realista” de la silla. Usted descubrirá que tanto en las fotos como en las
pinturas, cada personalidad de cierta forma le asigna un significado o una riqueza
al “objeto”.
Ahora,
esto no es para respaldar lo que podría llamarse Relativismo Absoluto - la idea
de que una generalización es tan buena como otra. Algunas generalizaciones probablemente son mucho más precisas que
otras, razón por la que tengo más fe en la silla donde estoy sentado que en la
Virgen de Ballinspittle. Pero estas generalizaciones permanecen en el área de
la probabilidad. Nunca alcanzarán la
certeza sostenida por el Papa, por el Dr. Carl Sagan y por los sacerdotes de
otros Ídolos.
“Los”
griegos, como decimos, o “los” griegos antiguos – el puñado de griegos cuyas
ideas en realidad conocimos en la universidad - eran conscientes de la
falibilidad de la percepción, y un ejemplo muy conocido en Atenas durante su
época dorada, era el siguiente: tome tres cuencos de agua. Coloque agua
caliente en el primero, agua tibia en el segundo y agua fría en el tercero.
Coloque su mano derecha en el agua caliente y la izquierda en el agua fría. A
continuación, ponga sus dos las manos en el agua tibia. La misma agua parecerá
“fría” en la mano derecha y “caliente” en la mano izquierda (repito, realizar el
experimento enseña más, en términos neurosemánticos, que la simple lectura).
Sin
embargo, los filósofos griegos, o algunos de ellos, creían que había un camino
a la certeza. Lo llamaban el sendero de la Razón Pura (RP). El argumento de la
RP dice que incluso aunque la información de los sentidos sea falible, tenemos una
facultad superior que no es falible y que conoce las verdades a priori. Esta noción se derrumbó en los
últimos años por diversas razones, pero sobre todo porque las cosas que los filósofos
creyeron saber de esta manera a menudo simplemente se han revelado como falsas.
Por ejemplo, incluso durante la época libertaria del librepensamiento en el siglo
XVIII, Kant seguía creyendo que la RP “sabía” intuitivamente que la geometría
euclidiana era la única y verdadera
geometría. Actualmente los matemáticos tienen muchas variedades de geometría no
euclidiana, y todas son igualmente válidas (consistentes) y tan útiles como la geometría
euclidiana, aunque en diferentes áreas.
En
el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino pensaba que había encontrado el método
infalible para lograr la certeza - una combinación de la RP y la Sagrada
Escritura (SE). Todavía se cree en ella países atrasados como Irlanda o Portugal,
pero no es un concepto aceptado en las naciones civilizadas, porque la RP misma
ha demostrado ser falible, como se señaló, y porque hay muchas variedades de Sagradas
Escrituras (budistas, hindúes, taoístas, judías, así como productos modernos cómo
el Oahspe y El Libro de Urantia), y no hay pruebas empíricas para determinar
cuál de las SE es la SE “real”.
En
el siglo XIX, Kierkegaard centró su atención en el período cristiano previo a
Santo Tomás de Aquino y sugirió, una vez más, que la forma para liberarnos de la
recurrencia perpetua de la incertidumbre es un “salto de fe”. Kierkegaard fue
un escritor tan intrincado que cualquier crítica a su obra será denunciada como
superficial por sus admiradores, pero en esencia, su argumento es algo similar
al de este libro (y similar a Nietzsche): todos los otros métodos de búsqueda de
certeza contienen un “salto de fe” escondido,
un salto que los devotos convenientemente “olvidan” o pasan por alto. Por lo
tanto, Kierkegaard pregunta: ¿por qué no admitir francamente que estamos
haciendo un “salto de fe”?
Mi
respuesta es que hay una alternativa que a algunos de nosotros nos parece más
razonable; es decir, evitar este “salto fe” y mantener una posición agnóstica
sobre todos los métodos, aunque dispuestos
a aprender de todos ellos con una mente abierta. La justificación para esto
es totalmente empírica y sólo probabilística, por supuesto. Los que realizaron este
“salto de fe” generalmente parecen un poco tontos después de unas pocas
generaciones, o incluso después de unos pocos años.
Queda,
por supuesto, el Método Científico (MC), la supuesta fuente de certeza de los
que yo llamo Nuevos Idólatras. El MC es una mezcla de IS (información sensorial:
por lo general ayudada por instrumentos para refinar los sentidos) con la
antigua RP griega. Desafortunadamente, mientras que el MC es efectivamente
poderoso y nos parece el mejor método desarrollado por la humanidad, está compuesto
por dos elementos falibles - tanto la IS (información sensorial) como la RP (la
razón pura) pueden engañarnos. Repito: dos falibilidades no suman una
infalibilidad. Las generalizaciones científicas que se prolongan durante mucho
tiempo, tienen una probabilidad alta,
tal vez la probabilidad más alta de todas las generalizaciones, pero es sólo la
idolatría la que sostiene que ninguna de ellas debería ser revisada o rechazada.
Muchas generalizaciones han sido revisadas y refutadas solamente en el siglo
pasado.
La certeza se
apodera de algunas mentes, no porque haya una justificación filosófica para
ello, sino porque esas mentes tienen una necesidad emocional de certeza.
Como
ejemplo, recorra con la vista la siguiente lista de proposiciones y participe en
el juego aristotélico de “uno/u otro” con ellas: marque “verdadero” o “falso”
(ya que “tal vez” no está permitido en el estricto juego aristotélico).
Volveremos
a estas proposiciones después y encontraremos otras lecciones que se pueden
aprender de ellas, pero por ahora alcanza con notar que las preferencias emocionales y las ideas fijas se vuelven perceptibles en
algunos casos para casi todos los lectores, incluso cuando (o sobre todo cuando)
la evidencia a favor o en contra de las proposiciones es dudosa o controvertida.
Es interesante reflexionar que sin dudas otros lectores experimentaron una
percepción similar dentro de su propios prejuicios, pero relacionados con
elementos totalmente diferentes de la lista (sólo un astrónomo que pasó mucho
tiempo en busca del décimo planeta siente un sesgo fuerte en ese ítem, pero un
gran porcentaje de las personas casadas sienten un sesgo definido al
enfrentarse con el punto 20).
Lo
que llamo Ídolos son proyecciones de estas compulsiones interiores de la
psicología humana. Cuando un Ídolo “habla” (a través de sus sacerdotes), sólo dice
lo que el devoto quiere oír.
Un
análisis más técnico de la RP se puede encontrar en libros como Matemáticas: El fin de la Certeza, de
Morris Kline, Gödel, Escher, Bach, de
Hofstadter, y la sección sobre Gödel en El
Mundo de las Matemáticas, de James Roy Newman. En pocas palabras, el
análisis es el siguiente:
Cada
pensamiento consiste en la manipulación de símbolos de acuerdo con las Reglas
del Juego. La combinación de símbolos y reglas (para la manipulación de los símbolos)
constituye un sistema. Cuando son
diseccionados hasta alcanzar sus núcleos matemático-lógicos, todos los sistemas
parecen ser triviales o dudosos. Si son triviales, son exactos, pero no podemos
aprender mucho de ellos porque se “refieren” a unos pocos elementos. A medida
que el sistema se vuelve menos trivial, y se “refiere” a más y más elementos, una
especie de regresión infinita entra en
el sistema y se hace cada vez incierto: tenemos que demostrar, por así decirlo,
una serie interminable de pasos entre
el Paso A y el Paso B antes de seguir
al Paso C.
Hay
un ejemplo hilarante de esta regresión, de Lewis Carroll, en el libro de Hofstadter
antes mencionado. Esta es una analogía simplificada que oí una vez:
“Nunca
como animales, ya que son nuestros hermanos” - dijo un estudiante
estadounidense de budismo a un roshi
(maestro) Zen.
“¿Por
qué no debemos comer a nuestros hermanos?” - preguntó el roshi.
El
estudiante tenía un sistema simple que se puede abreviar así::
Los animales son nuestros hermanos.
No debemos comer a nuestros hermanos.
Por lo tanto no debemos comer animales.
Una
vez que todos los pasos son analizados críticamente, un nuevo argumento
comienza; y este argumento, a su vez, puede ser analizado, de manera que se
crea la regresión infinita. En “el sentido común" o en el contexto de la
probabilidad, muchos desafíos similares parecen absurdos y pueden no tenerse en
cuenta, pero cualquier sistema que pretenda certeza
debe responder a todas las objeciones.
Ya que se necesitaría una cantidad infinita de tiempo, esto aún no se ha hecho
y el fundamento de todo sistema lógico-matemático se considera cada vez más como
formal - Reglas del Juego - y no como
eternas “leyes del pensamiento” como parece ser para los filósofos desde
Aristóteles hasta la época de Kant.
Esto
se aplica a la estructura de los sistemas de la RP en sí. Cuando combinamos la RP
con la IS (información sensorial), aparece otro problema: la falta de
fiabilidad de la IS ya discutida. Un tercer problema es que hay muchos sistemas
de RP disponibles (es decir, al describir la separación tenemos que elegir
entre la geometría euclidiana, la gauss-reimanniana, la lobachevskiana, la fulleriana,
el espacio n-dimensional de Hilbert, etc.), y sólo podemos juzgar qué sistema de
RP se debe combinar con la IS examinando los resultados de otras IS (por vía
experimental), lo que proporciona altas probabilidades, aunque no certezas.
Cualquier sistema de RP/IS que haya funcionado en el pasado puede ser
reemplazado si una nueva IS no se ajusta al patrón, o si un sistema diferente
de RP proporciona una nueva “perspectiva” que parece más útil operacionalmente
o en la práctica.
O,
como dijo Einstein una vez - citado por Korzybsky en Ciencia y Cordura - : “En tanto las leyes de las matemáticas sean
exactas, no se referirán a la realidad; y en tanto se refieran a la realidad,
no son exactas”.
En
la vida diaria y el “sentido común”, usamos esta precaución agnóstica la mayor parte del tiempo y “esperamos lo
inesperado”, “mantenimiento nuestros ojos y oídos abiertos”. Sólo nos apuramos a juzgar cuando estamos
presionados para tomar una decisión rápida o
cuando nuestros prejuicios están involucrados, como sucede en controversias
políticas y religiosas.
Cuando
no hay presión existencial para tomar decisiones rápidas, sólo el perjuicio asevera
certeza.
Adoptamos
el siguiente diagrama del profesor O.R. Bontrager, del Departamento de
Psicología de la Universidad de Pennsylvania, y de los principios generales en
la antología de Blake, Percepción de
la Universidad de Texas, 1952.
La
etapa I es un evento energético en el continuo espacio-tiempo, en el sentido
einsteiniano. Esto puede ser un proceso subatómico, un caballo que corre en un campo,
una película de Laurel y Hardy proyectada en una pantalla, el motor nuclear
llamado “el sol” transmitiéndonos luz y calor a través de 149.600.000 kilómetros,
o cualquier otro evento posible en el espacio-tiempo. Esto a menudo es llamado Realidad Ética, o realidad no verbal.
La
primera flecha representa parte (no toda) de la energía del evento energético
original viajando hacia algún órgano perceptor que puede pertenecer a mí, o a usted,
o a cualquier otra criatura como nosotros.
La
etapa II es la actividad del órgano perceptor después de ser “golpeado” o
estimulado por parte de la energía
que alcanza dicho órgano. Tengamos en cuenta que la energía total no es absorbida por el órgano,
incluso en casos extremos, tales como cuando nos golpeamos con un martillo: no
absorbemos toda la energía en el
martillo.
Incluso
en esta etapa, aunque nada más se requiera para la percepción, estamos tratando
con una parte, y no con la totalidad; estaríamos hablando de abstracción,
incertidumbre y falibilidad.
La
segunda flecha indica parte de lo que
sucede después de que el órgano perceptor es estimulado por la energía que
fluye hacia nosotros desde el evento en el espacio-tiempo. En esta flecha estamos
representando numerosas señales que viajan a varias partes de nuestro organismo.
La
etapa III es la reacción orgánica, que puede ser un tanto compleja. Por
ejemplo, si el haz de energía es la señal “su madre ha sido violada y asesinada
por terroristas”, al menos el estómago, los conductos lagrimales y el corazón
estarán involucrados en el procesamiento de la señal, así como los sistemas
neurológicos y endocrinos.
Trate
de imaginar algunas de las reacciones orgánicas probables, incluyendo la
producción de bilis y adrenalina, en aquellos cristianos fundamentalistas lo
suficientemente fuertes como para superar todos los obstáculos presentados en
las primeras páginas de esta obra; o a una feminista enfrentando la señal: “ninguna
mujer ha compuesto una sinfonía de primera categoría” o un marxista escuchando
un discurso de Margaret Thatcher; o a un enano leyendo una colección de chistes
sobre enanos “realmente” graciosos – para quienes no son enanos; o a un erudito
judío tratando de leer objetivamente los escritos de los revisionistas que afirman
que el Holocausto nunca sucedió.
Es
obvio que junto con la substracción
(o abstracción: al recibir una parte y no la totalidad de la energía externa),
la percepción también involucra una especie de adición de emociones pre-existentes que son lo que Freud llamó
“proyección”.
La
flecha siguiente indica la transmisión de todo esto al cerebro. Obviamente, lo
que el cerebro recibe ya está coloreado por las sustracciones y adiciones
indicadas; pero el cerebro mismo, excepto tal vez en el recién nacido, ya contiene
un conjunto de programas o “sistema
de archivos” para clasificar dichas señales.
La
etapa IV indica la “percepción” como suele ser llamada, la “imagen” o “idea”
mental que se produce después de que el cerebro procesa la energía original junto
a las adiciones y las sustracciones.
La
última flecha bidireccional indica la etapa más sutil y más nefasta de esta
programación neurológica, la retroalimentación entre la entrada de energía (con
las adiciones y sustracciones) y el sistema
de lenguaje (incluyendo lenguajes abstractos y simbólicos como las
matemáticas) que cerebro utiliza con frecuencia.
La
percepción final en el ser humano siempre es verbal o simbólica y, por lo
tanto, codificada en la estructura preexistente de cualquiera sea el idioma o
sistema que haya sido enseñado al cerebro. El proceso no es una reacción
lineal, sino más bien una transacción sinérgica. Este producto final es una
construcción neurosemántica, una especie de metáfora.
Este
descubrimiento de que el lenguaje es esencialmente metafórico surgió
gradualmente en el siglo XIX inspirado en la famosa máxima de Emerson que dice
que hablamos unos a otros a través de “poemas fósiles”. Por lo tanto, querer algo es estar vacío - querer (want) y vacante (vacant) vienen de la misma raíz. Hablar de los deseos como “apetitos”,
nos lleva de nuevo la misma metáfora. Incluso “ser” (to be) - la palabra más abstracta de uso común - proviene de una
raíz indoeuropea que evidentemente significaba perderse en el bosque. Era lo
más abstracto, imagino, que un primate podía sentir; cuando ya no estaba
perdido y encontraba a otra gente, él/ella ya no “era” en abstracto, sino que de nuevo se encontraba implicado/a en un
estado más complejo, es decir, la existencia social y las Reglas del Juego. Un villano es un individuo sin posesiones (y los marxistas deberían
habernos proporcionado muchas más exégesis de los prejuicios clasistas en
nuestro idioma). El hombre es el ser
humano común, como las feministas insisten en decirnos, debido a los prejuicios
de género de nuestro idioma. Una historia humorística de naturaleza sexual es
una “broma sucia” porque los ascetas y los puritanos dejaron sus propios programas
incorporados a nuestro discurso; pero las palabras sajonas para las funciones
corporales son “mucho más sucias” que las palabras normandas debido a la
pluralidad de los prejuicios puritanos-económicos-raciales.
Incluso
los artículos (the – el, la, los, las) son una metáfora - que
asumen que el mundo está dividido de la misma manera en que nuestras mentes lo
dividen) y parecen haber sido una metáfora bastante hipnótica. En términos de tragedia
y sufrimiento humano, piensen en lo que generalizaciones tales como “los judíos” y “los negros” han causado. De manera más sutil, recuerden que “el largo de la vara” parecía ser una frase perfectamente significativa y
“objetiva” hasta que Einstein demostró que una vara tiene varios largos (largo1,
largo2, y así sucesivamente), dependiendo de su velocidad y también dependiendo
de la velocidad relativa del necio que están tratando de medirla.
¿Y
qué hay del verbo “ser” en el sentido de identificación aristotélica – como en A
es una B? Esto parece muy útil matemáticamente,
porque los miembros de un conjunto matemático
existen de manera abstracta, es decir, por definición. ¿Pero qué sucede
cuando aplicamos este concepto a eventos sensoriales no matemáticos? Considere
las siguientes afirmaciones: “esta es
una gran obra de arte”, “esto es una tontería
sin sentido”, “esto es comunista”, “esto es sexista”, “esto es
fascista”. Para reflejar los principios actualmente aceptables de la neurología,
tales declaraciones deberían ser un poco más complicadas, por ejemplo, “esta me
parece una gran obra de arte”, “esto me parece una tontería sin sentido”, “esto
me parece comunista”, “esto me parece sexista”, “esto me parece fascista”
Por
supuesto, si un bastardo pedante como yo realiza esa observación, las personas dirán
que las formulaciones anteriores son lo que realmente
quisieron decir y que el “es” aristotélico fue utilizado sólo por conveniencia
o por brevedad. Pero si observamos a las personas con cuidado, nos daremos
cuenta de que el lenguaje en realidad tiene efectos hipnóticos, y que una
persona que dijo “esto es sagrado” tratará al evento no verbal como si realmente fuera sagrado, y los que dicen
“esto es una mierda” actuarán como si el evento realmente fuera una mierda.
El
trabajo de Roger Jones, Physics as
Metaphor, intenta extensamente aclarar al lector el elemento transaccional
o poético en declaraciones aparentemente factuales tales como
Esta es una tabla
de tres metros.
Si
la observación del Dr. Jones todavía parece oscura o excesiva, considere la famosa
habitación desigual diseñada por el Dr. Albert Ames. Esta idea se discute en el
trabajo Perception de Blake, mencionado
anteriormente, y con frecuencia se muestra en televisión. Esta habitación está
diseñada para que el cerebro, usando sus programas y metáforas comunes, la clasifique
como una habitación común. Sin embargo, no es común: las paredes, el techo y el
suelo están diseñados con ángulos irregulares que en los seres humanos educados
producen ópticamente las mismas señales que una sala “común” (algunas evidencias
sugieren que los niños menores de cinco años no son engañados por esta
ilusión).
Algo
muy interesante e instructivo sucede - algo que puede estar relacionado con la
ufología y otros temas “locos” -, si dos hombres de igual estatura entran en la
habitación desigual y caminan hacia las paredes opuestas. Lo que el cerebro
“ve” es que un hombre “milagrosamente” se hace más grande, volviéndose un
gigante virtual, mientras que el otro hombre se “encoge” hasta parecer un
enano. El cerebro, habiendo clasificado la sala como algo normal, se aferra
obstinadamente a este programa, incluso al costo de tener que clasificar las nuevas
señales como eventos casi sobrenaturales.
(Continuará...)